Tuvo un sueño,
esta vez no era el mar,
ni una mujer
ni ninguna pulsión de todos los días.
Soñó la libertad,
el hombre vigorizado
que se levanta por las mañanas
y contempla el día,
que le sobra el tiempo,
para estar con sus amigos o leer en paz.
No recuerda si todavía había guerras,
pero el tiempo era presente,
sin sepias ni contrastes,
las imágenes eran lavadas,
no existía nada,
las multinacionales estaban muertas,
coca cola ni siquiera era un recuerdo
y el vino se pisaba en casa.
El cine era viejo y las butacas incómodas,
el acomodador una luz en la perenne oscuridad,
los pochoclos? se llamaban así.
Las mujeres eran difíciles pero llenas de gracia, como siempre.
No había grandes tecnologías,
todos se encontraban igual.
En su sueño, preguntó
y nadie sabía que era un año,
todos los días son iguales
y cristo, según parece, nunca apareció,
la iglesia no se construyó
y Zeus domina en el paraíso como en la tierra,
bendita edad de hierro,
en la que despertó
después de siete segundos.
Salió a la calle inexistente
saludó a un viejo en un carruaje
y caminó hasta unirse en un banquete
forjaban la belleza,
él les va a contar
como robó el fuego
y lo trajo a los hombres.