El presente blog que viene abajo no tiene nada que no haya en otros blogs literarios, simplemente retomo eso que le dio de comer a tantos otros escritores fracasados, hablar de las mujeres que no consiguen o de las otras, las que se fueron. Como capitán, que huye, en franca retirada de las relaciones, me permito contar secretos de diván, escabrosos relatos de cama y de hoteles para que sucumban de pavor esas otras desconocidas que supieron ser garabato de mi muñeca, bueno, no son todas las que yo hubiera querido así que voy evitar nombrarlas para que no quede en evidencia mi falla. Pero no sólo de mujeres vivimos, así que también hay otros temas y otros formatos, tenemos cortometrajes, tenemos novelas, tenemos cuentos, bueno, cuentos no, chinos tampoco, pero hay intersecciones y cartas, fotografías re contra artísticas y otras en la que sólo aparece mi cara. Bueno, el resto del blog es mejor que el prólogo, no lo prometo pero créame.

24 de marzo de 2007

Capítulo 14

La noche, que siempre es la misma de todos los años y de todos los veranos, avanza sin saber que del otro lado la persigue la luminiscencia del sol. La negrura nocturna no solo se siente en el ambiente, sino que abarca gran parte de su corazón y esclaviza su rara soledad, rara porque no es a la fuerza, mas bien es adquirida por propia voluntad, es una soledad dolorosa pero adaptada para ser de esta forma. Es el derecho a elegir todas las opciones la que deja plantada la bandera del desánimo en su ser, negándose por capricho al premio que es la libertad. Paradójicamente a veces resulta tan inhumano el razonar las cosas y poder pensarlas que dan ganas de ser un animal, que no persigue el deseo ni la pasión, y atender a los instintos que la naturaleza ofrece cada día. ¿Que crueldad tan grande habrá hecho la raza humana, en sus principios, para merecer un castigo tal como el pensamiento?. Ese que molesta ahí arriba, en la cabeza, y destroza la mente por el desgaste de sentirse útil para nada aunque se sea inútil para todo. La utilidad de buscar sentirse bien sabiendo que no hay mucho tiempo para hacerlo, tan solo una vida frágil y dura con una fecha de vencimiento poco creíble pero efectiva. ¿Qué es la vida a fin de cuentas?, tan solo sucesiones de momentos, de los cuales los más importantes son los que pasan aquí y ahora.
Se llama Esmeralda, lindo nombre si se lo identifica con las piedras preciosas, y como todos los demás vino aquí a descansar de lo que se repite todo el año, año tras año, y a lo que se mal llama vida. Un mejor nombre podría ser desvida o martirio o trabajo o estudio o el nombre que mas lo atormente a uno.
La noche hace rato que ilumina todo y aunque no entre por su ventana se le impregno en todo el cuerpo como una enfermedad benigna que no se siente hasta que se transforma en maligna. Encerrada en su cuarto esperando la nada y a la vez algo, tan solo dejando pasar el tiempo para que algo pase, para que vuelva un arrepentimiento exiliado a la fuerza. Pero, tal como imagina, nada sucede y la noche es noche tanto como el día es día en sus mejores momentos de sol.
Seria bueno gritar un poco, pero tiene la resonancia de los mudos que tienen miedo de hablar. Papá y mamá podrían escuchar, y quien sabe la que se armaría si descubren un sentimiento tan fuera de lugar como ese. Por eso mejor callar y esperar que algo suceda, aunque nada se logre con eso.
El espejo le delata la tristeza y la aspereza de un rostro duro y sufrido, pero sin pena que sea comparable a nada. Pena tan insignificante del otro lado del mundo, donde no es gran preocupación su llanto ni su desamor infantil que la ata al presente común y corriente. Pena tan parecida a la que ya sintió todo el mundo a lo largo de la historia, año tras año, década tras década, siglo tras siglo, milenio a milenio. ¿A nadie se lo ocurrió nunca una cura a todo esto? Pensó mientras acariciaba el rostro del reflejo cristalino. Tantas curaciones y creaciones de enfermedades de mercado, y nadie pensó siquiera en el amor. Que lejos esta la ciencia con todos sus avances y todos sus remedios incurables tan llenos de promesas que faltan a la verdad, que lejos que está.
Esmeralda acaricia su pelo sin mirar su imagen del otro lado de sus ojos, toca su cara vacía de alguna expresión. Levanta la cabeza y se besa en el espejo que da la cruda realidad que quiere ver, sus auto defectos encontrados por la tristeza y la soledad, otra vez por propia voluntad. Se siente mal al descubrirse, pero no cesa su perspectiva deformista y continua su batalla psicológica contra si misma. Se quita la remera, dejando ver sus pechos; su pantalón y el pantaloncito que lleva debajo, para encontrarse desnuda, sola con su piel blanca que la atemoriza. Roza su cuerpo, que a cualquier hombre le hubiera bastado para enloquecer y robarla para llevársela lejos. Su piel joven no es lo que ella esperaba sino que es lo que ella quiere ver en su cuerpo angelical. Ella ve un tumor maligno que la destroza sin sentido y que alimenta el ego vacío de nadie, donde todos son dioses esculturales, excepto ella que se ciega ante su propia belleza. Su escepticismo se transforma para poder creer en lo que nadie cree, en lo que ella quiere, y sentirse así de fatal, por poco no es un placer inexplicable.
El reflejo esta vacío, su cuerpo ya no está en el mismo lugar, no se observa la palidez de sus dientes, ni su lengua carmín besando su propio reflejo. Solo queda un color en el espejo, y es el que devuelve la rozada pared que parece parte de él. Tanta continuidad de color y ella no aparece en él mostrando su bella blancura, a la que desconfía y ansia regalar al mejor postor.
No hay cura para eso, no hay un jarabe que lo borre de un plumazo, que lejos se esta de todo y que complejo es el amor. Tan complejo que ni los mas entendido, llámense poetas, lo entienden, y si lo comprenden lo sufren por puro placer, por puro morbosismo. Morbosismo tan parecido al de aquel que gusta ver la muerte por TV. y si es real y en vivo y en directo, mejor.
Tirada en su cama desnuda al igual que ella, espera que pase algo, tristeza, alegría o llanto. Ya todo le da igual, mientras la luna no entre por la ventana e interfiera con su oscura realidad. Esa que comparte con miles de mujeres atormentadas por el deseo de ser más bellas, aún cuando ya es imposible serlo más, y no conformarse con lo que son, con lo que tienen. Tal vez tengan a alguien que las quiere y las ama por lo que son en realidad, una sonrisa envuelta en una inmensa carcajada que colma de besos con ternura, una lágrima que rueda por una cara con pucheros, una brisa en el cabello, una cucharada de azúcar en cada enojo, una palabra en el momento justo, una palabra en el momento menos apropiado, una dulce espera que llena de inquietud. Con todo eso no debieran de tener de que preocuparse, si al fin de cuenta no debe haber mejor placer que el amor, buscar más ya es simplemente codicia.

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Capítulo 15

Que pocas cosas para hacer quedan en estos días, nada en la TV. nada para ver y menos para sentir. Estas vacaciones resultaron ser un fiasco, y encima hay que soportar al noticiero que nunca informa nada feliz, siempre gente llorando. Como llora la gente en la pantalla, como sufren y como matan esos soldados, esos aviones nocturnos y sus fuegos artificiales. Que feas son esas lagrimas y como venden publicidad, comprada por abuelos morbosos que degustan la primicia ofrecida a media noche, en su alejada soledad. ¿Cuánto puede recaudar la morbosidad de querer ponernos tristes, a las siete, a las doce, a las trece, a las diecinueve, a las veintiuna, a la medianoche, las veinticuatro horas que nos ofrecen el día y la noche? ¿Cuánto gana el periodista triste por mostrar su tristeza? ¿Tiene familia a pesar de su tristeza? ¿Por qué nos quiere poner más triste a todos? ¿Quién te dio ese derecho y esa obligación, quién te odia tanto?. Quiero ver películas románticas, de acción, dibujos animados, series cómicas, quiero reír y llorar por amor al arte y no por usted. Periodista triste, dejáme en paz en mi burbuja desinformada, y por favor dejá tranquila a mi familia, a la gente con sus propias desgracias y sobre todo que disfruten sus alegrías sin tu opaco pensamiento.
Los canales pasan en el televisor de Estrella y el zaping no sirve, siempre la misma basura repetida para ver pero esta vez más rápido. Sentada en su sillón, sin pensar en nada y mirándolo todo, se siente bien, cómoda y tranquila. Tal vez venga Esmeralda a charlar un rato y a prepararse para salir por ahí, después de todo tiene que verse con su nuevo desastre de turno y hay que prepararse. Pensó en llamarla un par de veces pero todavía es temprano y no tiene ganas de caminar esos treinta pasos que la separan de su casa. Tiró el control por ahí y busco algo para leer en su bolso, nada, simples revistas superficiales. Prendió el equipo de música en busca de algo alentador, nada, las melodías murieron por esta época, solo ruido distorsionado y voces computarizadas. Sacó viejas fotos de su cartera, las miró y encontró el pasado unido al presente en una misma soledad. Revisó su cartera en busca de lápiz y algún trozo de papel, solo una birome y una vieja agenda abandonada. Suficiente para saciar sus ganas. Y escribió.

Desconfío (Estrella)

Desconfío de todos por todo,
y no es por simple deseo.
Sino porque me obligaron, ustedes,
los que dicen que me amaron
y ríen con oscuras carcajadas.
Al recordar, al recordarme.

Quisiera ser diferente hoy
y atreverme a soñar, sueños,
sin parecer utópica o moderna.
Deslumbrar con alguien que me recuerde,
pero sin nombrarme ni pensarme
un día cualquiera de un abrazo indefinido
dado en ese instante encontrado.

No voy a negar que tuve culpa.
¿Para que?
Siempre me equivoco del mismo modo
en el preciso instante,
en que comprendo que voy a perder.
Mañana, lo sé, voy a llorar,
como hoy por ayer.

Esta vez, tal vez, es diferente
y no hay oportunidad para el engaño.
Porque hoy estoy distinta,
y no me equivoco
aunque me equivoque con vos,
aunque me quieras,
aunque llores.
Hoy.
Hoy desconfío.

Secó alguna de sus lagrimas sobre la hoja dejando varias otras que, pensó, forman parte y son dignas de su escrito. Quiso seguir escribiendo ya sin ganas pero el ruido de la puerta y el grito de su padre la hicieron desertar.
- Hacela pasar a mi pieza, ya voy. – Dijo tratando de disimular su entrecortada voz.
Guardó sus cosas y se dirigió hasta su pieza y a la mitad del camino se detuvo, pensó un segundo y volvió hasta su bolso, otra vez, lo abrió y saco el papel cargado de su espontánea emotividad. Tal vez le guste, pensó. Se asomó por la puerta y la percibió, con su rostro pálido, sentada en la cama.
- Hola Esmeralda, ¿cómo andas? – Saludó y la vio a los ojos celestes, se dio cuenta que algo andaba mal. - ¿Qué pasa, por qué tenés esa cara? ¿Te hicieron algo?
- No, no me pasa nada – Dijo Esmeralda entre gemidos.
- ¿Cómo que no te pasa nada? ¿Te viste en el espejo?
- Sí, todo el tiempo. – Dijo mientras empezaba a llorar.
- Estas toda pálida y con ojeras, se nota que no dormiste nada. ¿Qué te paso?
- Nada, estoy triste.
- ¿Por qué? ¿Pasó algo con tus papas?
- No – Dijo mientras seguía llorando.
- ¿Entonces?
- Nadie me quiere y por eso estoy sola.
- ¿Qué?
- ¡Que estoy sola! – Gritó mientras seguía llorando mocosidad.
- ¿En que sentido estas sola? – Preguntó Estrella mientras le alcanzaba un pañuelo de papel.
- En cual va a ser, en el único sentido que tiene la soledad, en el de no tener a nadie que me quiera. – Y lloró con más ganas aún, apretujando sus lagrimas contra el pañuelo de papel.
- ¡Pero no seas pavota querés, tenés mucha gente que te quiere!. – Le dijo con voz suave mientras la abrazaba y le besaba su frente.
- No, no tengo a nadie que me quiera, porque soy horrible.
- ¿Y el pibe ese que conociste acá?, ese no cree que seas horrible, sino todo lo contrario. ¿Ves? Ese te quiere.
- No creo. Es más, nunca me quiso.
- ¿Cómo sabes? ¿Te lo dijo él?
- No, no hizo falta.
- ¿Cómo que no hizo falta?
- No, porque lo dejé. – Y siguió llorando otro poco más.
- Pero tonta, ¿por qué lo dejaste?.
- Porque no me quiere a mi.
- ¿Y a quién quiere?
- A vos, te quiere a vos. Encima vino a preguntarme si ya habías llegado, ni siquiera se esforzó en disimular. Yo pensaba que le gustabas de antes y que a vos no te interesaba, pero pensé que a él ya tampoco le interesabas. Ya ves, me equivoque de nuevo.
- ¿Estas segura?
- Si, después se dio cuenta de que metió la pata y trato de disimular con pavadas.
- ¿Qué pavadas?
- No sé, dijo que no averiguaba para él y qué sé yo que más. Vos tenias razón en eso de desconfiar.
- Yo no, nunca te dije que lo dejaras. Tal vez no averiguaba para él. – Dijo mientras sonreía. Le gustaba la idea de que alguien más estuviera interesado en ella.
- ¿Vos crees? – Y dejó automáticamente de lagrimear.
- Aja. Puede ser.
- Entonces, quizás me quiere un poco.
- Sí, yo creo que si. – Le dijo para consolarla – ¿Estás mejor ahora?
- Si un poquito – Dijo mientras descubría un papel arrugado en la mano que lo abrazaba. – ¿Estuviste escribiendo?
- Si, ¿querés que te lo lea?. No te prometo nada, es medio triste y además sabés que yo no sé escribir muy bien, bueno, nada bien.
- Dale, quiero ver que escribiste, léemelo. Pero después quiero sacarme todas las dudas con respecto a Rodrigo, así que quiero leer un poco el libro.
- Está bien, escuchá, se llama Desconfío.
Leyó su papel, y Esmeralda dijo que era lindo aunque no prestó mucha atención, luego se intereso más en la lectura de “Las estupideces que hacen los hombres para conquistar a una mujer son las estupideces que dejan de hacer cuando la conquistan” de Charles Ocilirca. Como cualquiera, menos ella, hubiera adivinado, el libro no pudo aclararle ninguna duda, de todas formas siguió confiando en este personaje y su famosísimo libro.

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Carta número 5

30 de Abril

Hola, bueno, acá estoy yo otra vez escribiéndote sin poder hacer otra cosa, no sé, quiero verte, conocerte y contarte todas éstas cosas que te escribo. Quiero que escuches mi voz, y que la oigas decirte que te quiere con cada letra, y quiero escuchar la tuya y no la que me invento cada vez que te leo. También quiero verte y examinarte, acariciar tu piel, tu pelo, mirarte a los ojos y creer que tengo suerte, quiero sentir tu boca, ver como se mueve cuando me hables. Parezco muy ansioso, pero no solo lo parezco, sino que estoy ansioso. Todas las noches tardo mil horas en dormirme y no es que me lo impida el pensar en vos, es la ansiedad. Ya gasté tu imagen de tanto soñarte despierto. Pero no tengo figura para soñarte, solo te imagino por el aroma de tus cartas y las formas tus letras, por eso las ordeno y las desacomodo, te dibujo como quiero en ese momento. Armo tu cuerpo con ellas, a tu cabeza la dibujo con una “o”, después la cambio y le pongo una “a” en su lugar, al rato me gusta más una “e” por tener más que ver con vos. Finalmente le dejo la “a”, no sé porque, quizás para que tu última letra sea la primera de mi dibujo imaginario. Tu cuerpo es más sencillo, lo imagino con una “l” (eso es una ele minúscula) pero no me importa que sea una “b” o una “O” mayúscula, tu cuerpo no me importa como sea. Tus brazos y piernas eran unas “ies”, pero no supe que hacer con los puntos, así que deseché esa idea poniendo a una “n” como tus piernas (no quedó bien, pero no importa) y una “u” como tus brazos (así, para arriba, como festejando). Sin querer me salió un significado, adivinálo y te acompañara como siempre te acompaña en todas las noches de tu nombre.
Todavía me intriga mucho todo esto, es la primera vez que tengo una relación así con alguien, e imagino que se acerca algo bueno. Espero que nuestro encuentro sea dentro de poco, aunque puedo seguir esperando un poco más porque la verdad que me gusta leerte y escribirte cosas que nunca dije, digo ni diré. Da menos timidez sacar cosas de la boca y estamparlas en un papel, sin gastar voz y coraje. Es el mejor método para los cobardes, para los que no se animan siquiera a arriesgarse un poquito. Yo tal vez sea uno de estos, a veces, y no por miedo al rechazo sino por miedo al miedo. Me rechazaron muchas veces, pero no son más que las otras, y casi siempre es un momento divertido por las caras que ponen las que no querían hacerme sufrir y me pedían disculpas por no quererme como ellas imaginaban que yo las quería a ellas. Tuve que tragarme mil discursos consoladores por abrir la boca, no quiere decir que no me cayera mal la negativa tan solo que no quería que se justifiquen. Hubo otras que se rieron y hasta me hicieron reír de mi suerte en el fracaso. Estás que se reían eran las mejores para romperte el corazón y luego cubrirlo en una burbuja de amistad, no me amargaban sino que me divertían y quedaban como reinas conmigo. Las peores, son esas que me pusieron de mal humor, son las que no me contestaron nada y me miraron desde arriba con cara de frígidas. Con estas terminaba a los insultos porque una cosa es que te digan “que no, basta” y otra es que te denigren con su inmerecido silencio y sus miradas de desprecio, como si nadie fuera digno de su belleza o su lugar. Tal vez tengan una buena vida en donde nadie las tome en serio y yo las ponga en mi lista de “las peores”, mujeres indeseables, molestas, encantadoras y frígidas. Por eso espero que vos seas de las que me hacen reír, pero sin rechazo, y valga la pena disfrutar un momento para reír y brindar por lo que sea, la victoria, el fracaso o al menos el intento de hacer lo que sea.
No se cuanto llevo escribiéndote, tal vez haya sido demasiada cháchara para una carta a la espera. Desde ya estoy esperando tus párrafos llenos de historia y, sobre todo, con una posible fecha de encuentro. Mañana es un feriado mundial, dedicado al absurdo, que solo sirve para que te tomes un descanso y me escribas. Eso espero. Un beso.
Que bueno es soñarte, que malo es no pensarte.

ISMAEL


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Capítulo 16

Introducción

Como ya sabrán mi nombre es Charles Ocilirca y soy el autor de este libro (“Las estupideces que hacen los hombres para conquistar a una mujer son las estupideces que dejan de hacer cuando las conquistan”) que tiene entre sus manos. La idea de este manual es la de ayudar al sexo débil en la difícil tarea que es tratar de no ser estafada, por el mal llamado sexo fuerte a la hora de diferenciar entre el amor y el placer. De más esta decir que la publicación se hizo luego de una rigurosa investigación, en la que se empleó a miles de hombres y mujeres en distintos exámenes. Los resultados son todas las hojas a continuación.
Es sabido que el hombre hace todo por sexo, esa es su naturaleza, muy rara vez dice la verdad cuando dice que quiere a alguien, aunque, si dice la verdad, igual piensa en el sexo antes que en el amor.
Las mujeres deben estar atentas a cada movimiento, a cada palabra, cada gesto e intención del hombre. Porque si se ven convencidas por estos tipos que al principio son seres amables, cariñosos, tiernos y dulces, que luego se olvidarán de todo esto para convertirse en animales salvajes en busca de refrescar sus pegajosas ansias sexuales. Yo lo sé muy bien porque soy hombre y, por lo tanto, podré ayudarla a usted, dulce bombón, que compró este libro para estar atenta a las acciones de ese ser conocido como hombre.
Para finalizar esta introducción enumero algunos pasos que debe tener siempre presente, luego se podrá buscar los títulos de los temas que necesite en el índice.
No olvide consultar otros títulos, de autoayuda, de mi autoría (“El dilema de ser mujer en un mundo de hombres”, “Ahora que sigo sola”, “En busca del hombre perfecto” y “Mi marido me engañó ¿y qué?”.
Gracias nuevamente
Charles Ocilirca

7 pasos a tener en cuenta por la mujer

Paso 1: Siéntase segura cada vez que tenga que decidir comenzar a buscar a alguien, para eso
tiene éste libro.
Paso 2: En su búsqueda debe tener mucho cuidado, seguramente la van a querer engañar. No
se deje acaramelar por las palabras dulces de los hombres.
Paso 3: Tenga siempre presente su feminidad y no olvide, ni por un instante, que representa al
movimiento feminista.
Paso 4: Tenga en cuenta las épocas del año en la que se realizan las búsquedas. Hay un orden
de estaciones que acomoda a las primeras como más peligrosas. Estas son: Verano,
Primavera, Otoño, e Invierno. A medida que aumente la temperatura ambiente,
aumentan los problemas.
Paso 5: Trate, si se puede, de engañar, al hombre, lo más rápido posible. Seguro que este ya
planeó algo para engañarla.
Paso 6: Esté siempre atenta a las estupideces que dicen, trate de no caer en alguna.
Paso 7: Actué con naturalidad en todas las salidas que realice, que no note, el hombre, que esta
siendo investigado. No lo avasalle hasta que él haga un paso en falso (ya se vera más
adelante que es dar un paso en falso).
Paso obligado: Asegúrese de tener siempre a mano este libro, que no abandone nunca su
cartera. Recomiéndeselo a sus amigas como una buena compra.


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15 de marzo de 2007

Carta número 2

15 de Abril

Tu carta me llegó como un refucilo, rápida e inesperada, porque no sabía si ibas a responderme, menos si lo ibas a hacer tan rápido como lo hiciste. Llegué recién de trabajar, salí temprano porque fuí a buscar cartas al correo y al ver la tuya simplifique todo, dejé cosas sin entregar y mañana se me va a armar una que ni te cuento con los odontólogos y mi jefe.
Me encantó que te haya gustado mi carta, te digo la verdad, pensé que era media insoportable cuando la releí y casi no la mando. La tuya tampoco tiene nada para recriminarle, casi me muero por la taquicardia que me dio cuando abrí el sobre y más aún cuando la comencé a leer, creo que la leí unas diez veces de corrido, terminando y empezando una y otra vez. Veo que tenemos mucho en común, no cuando te definís como hiper archi fanática de boca, eso es lo de menos hasta que lo vuelques en bromas en esos pocos partidos en los que nos ganen. Tenemos en común lo de los viajes, a mi también me encanta viajar y recorrer los lugares menos recorridos por la gente, respirar la paz de la soledad. El verano pasado me fuí, solo con mi mochila en mi espalda, a recorrer el norte del país (Tucumán, Salta, Formosa, Jujuy) y después salte hasta Bolivia, Perú y Ecuador, estuve un mes y medio viajando hasta ahí y tarde dos días en volver, me tomé un avión porque no llegaba y tenía que reemplazar a mi compañero (¡que fea palabra, compañero!) en el laboratorio, casi me quedo en Guayaquil porque me ofrecieron trabajo en un laboratorio de ahí, no quise quedarme. Por un lado pienso que hice bien, acá se paga mucho mejor que allá y por supuesto no te hubiera conocido nunca (de hecho no te conozco), pero por otro lado la gente es otra cosa distinta de lo que es acá. En resumen: fue el mejor viaje que hice jamás, ahora quiero que en tu próxima carta me digas como fue tu verano. Otra cosa que tenemos en común es la libertad de vivir solos, depender de uno mismo.
¿Me pedís los nombres de mis familiares? te pregunto porque no entiendo bien tu pregunta, por las dudas te respondo con el nombre de todos los que nombré en mi carta anterior. Mis hermanos: Joan Manuel y Consuelo (Mi vieja es fanática de Serrat y de telenovelas mexicanas), mi cuñado (No sé si lo nombre) Pablo y mi sobrino, de dos años, Joaquín, mis padres, Gregorio y Georgina y por último mi ex novia (no es familia pero también la nombre) se llama Gabriela. Estos son todos los que están casi siempre cotidianamente conmigo.
De a poco me voy despidiendo y ahora yo espero que me presentes a tu familia en una hoja, eso y todo lo que quieras escribir y preguntarme, claro está. Que no se te ponga tímida la mano, no hay lugar para eso en nuestras cartas porque es el mejor lugar para decir lo que queremos decir, gritar y hacer. Te espero en poco tiempo, transformada, otra vez, en renglones llenos de palabras volando por sobre mi cabeza, girando y girando sin dejar de pensar en todas ellas, con tan imaginativo aroma a compañía desde tan lejos pero tan cerca que nos acariciamos.
Un fuerte abrazo.
ISMAEL

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Carta número 3

21 de Abril
Hola, vamos batiendo récords de tiempo en escribir cartas, si seguimos así vamos a escribir una diaria, me encanta esta última opción.
Por lo que leí en tu carta, la cual devoré ni bien tocó mis dedos, vivías en una familia típica, dos padres y dos hijos, uno menos de los que éramos en mi casa.
Aprovecho para pedirte mil disculpas por haberte preguntado por tus vacaciones del verano pasado, no imaginé que fuera tan trágico, además apenas cruzamos la línea del otoño y todavía debe ser muy pronto para vos. Me siento un poco mal, porque yo cuando escribí mi aventura, te saqué a pasear junto a mi felicidad veraniega por todo el continente, contándote todo y pensando que no era tan fantástica como yo imaginaba. Al lado de la tuya, sin ofenderte, la mía fue el paraíso, nunca pensé que se pudiera pasar tan mal un verano. Te puedo decir que no fue tu culpa, el tipo te engañó con otra y, aunque fue un amor de verano y nada más, eso debe doler muchísimo. No es que tengas mala suerte, como vos decís, con los hombres. A veces no se dan cuenta de lo que tienen enfrente, quizás puede ser que solo te tocaron cretinos que dejan mal parados a los que no somos así. Porque habemos muchos que las tomamos como lo que son, nuestra vida, nuestro aire, nuestra poesía y la razón por la cual nos levantamos cada mañana. Yo te entrego mis palabras y mi respeto, eso nunca te va a faltar y es por el hecho de que sos una mujer, una persona y por lo tanto guardas infinitos sentimientos que dicen quien sos, que es lo que querés y cuanto lo deseas. Seguramente tendrás muchos más sentimientos guardados que me gustarían y que deseo ir conociendo. Siguiendo, pero no tanto, de tema, lo otro que me contás también me parece que tenés toda la razón, el tipo te engañó pero no merecía tan estúpido final, bueno no es el final pero se le parece con tanta postración, casi sin vida. Imagino como debés estar, espero que pueda ayudarte un poquito al menos desde acá, me es difícil, pero igual podés contar conmigo. No quiero quedar como un pesado, así que voy a ir cambiando de tema (cosa que tendría que haber echo hace unos cuantos renglones más arriba, ¿no?)
Tal como me lo pediste, acá te escribo una lista de lo que me pedís, a ver que tal sale.
Me Gusta: Viajar (ya lo sabías), el chocolate, leer libros de Cortázar, cervezas y amigos, levantarme tarde, el verano y el otoño, besar y que me besen, conocer gente, fumar un cigarrillo, cien años de soledad, ganar, tomar té, milanesas con papas fritas, escapar de la rutina, mi familia, mirar una película, leer el diario los domingos, ver a Maradona jugar, los Rollings Stones, soñar, abrazar y que me abracen, RIVER (a vos no, ya sé), el color rojo, el número cinco, hacer el amor, los ravioles de ricota, rayuela, el atardecer, la música clásica, la siesta, el semáforo en amarillo, mis lentes negros, leer a García Márquez, andar en camiones que me levantan de la ruta cada vez que hago dedo, la vida y todos sus momento que valen la pena vivir. Esto, creo, es lo que me gusta, ahora lo más difícil.
No me Gusta: El sonido del despertador por las mañanas (por las tarde tampoco me gusta), no acordarme los sueños, la rutina, que no me escuchen, no ver a mis amigos, mudarme, la palabra “usted”, que me digan lo que tengo que hacer, no poder querer, que me estafen, hablar por teléfono, perder, el invierno, no tener ni un centavo, los gritos (menos el de Munch), boca (que a vos te gusta, justo a vos) y racing, el apio, el pescado, el café, que me abandonen, mis miedos, (que me abandonen mis miedos, también pude ser eso) perderme los momentos (éste momento), esperar para verte por primera vez y tener que ser paciente con eso.
Creo que eso es todo, quizás me olvidé de algo, no lo sé, pero en general eso es todo. Lo del final es verdad, me duele la espera porque soy muy impaciente y me gustaría saber cuando nos vemos. Ya sé, ya sé, tengo que esperar. Bueno, es todo por esta vez, tendré que seguir con mi monotonía. Te mando un beso.

ISMAEL


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Carta número 4

26 de Abril
Hola, es un placer para mis ojos volver a leerte. Como siempre mis manos están temblando de emoción por volver a escribirte a vos. Voy a tratar de bajar la excitación que tienen ellas para que puedas entender lo que dicen después, porque mi cabeza no entiende que las manos necesitan tiempo y dicta más rápido de lo que ellas pueden escribir, ella dicta como si estuviera hablando y por eso me salen garabateadas las palabras. Voy a respirar profundo y a hacerlo de forma más tranquila, con el riesgo de que mis palabras se lean mas aburridas, voy a arriesgarme total no sé si alguna vez fueron divertidas.
Me alegra un montón que te haya gustado mi última carta, no tenés que agradecerme ya sabés que estoy a tu disposición para lo que necesités. Creo que estás necesitando ayuda en este momento, ¡por favor no sufras más!, tampoco te sientas culpable por no haberlo visto ni haberle escrito nunca más. Creo que hacés bien por vos y por él.
Te cambio de tema rapidito así no te acongojás más de lo que lo hacés cada vez que abordas el tema. Que no me guste boca, y que lo escriba con minúscula, no quiere decir que no te vaya a querer a vos, para nada, es imposible tal cosa. Tengo la virtud de no mezclar las cosas, así que no te preocupes si es que lo estás, ceo que va a ser divertido cuando nos conozcamos y juguemos con esas tonterías.
¡Si, es verdad! Odio que me traten de usted, no hay cosa que aborrezca tanto ni que me incomode más. Mil veces discutí con la gente por eso, viejos y viejas que piensan que les falto el respeto al decirles “vos” y no “usted”. También son problemas algunos odontólogos, que sé yo, estamos hablando por teléfono y preguntan algo como por ejemplo “¿usted cree que van a poder solucionar el problema de la prótesis?” me pregunta alguno, “si, seguro, vos dejáme la dentadura que yo la arreglo” le contesto, ahí nomás se le ponen los pelos de punta “¿usted se piensa que esta hablando con un muchachito de su edad?, ¿qué mi experiencia no vale como para que me trates con respeto?, páseme con su jefe”, ahí es donde discuten ellos por un rato y terminan en risas falsas de lambe botas (por mi jefe lo digo) seguida de una receta de reproches. Todo por culpa de esos doctores fracasados, no les dio la cabeza para estudiar medicina y se tiran a estudiar algo que llene apenas el orgullo de la familia. Mecánica dental no es la gran cosa, pero si lo haces es por gusto y no por honor, igual a veces hacemos de odontólogos atendiendo a gente por izquierda, ¡sh! vos no digas nada porque nos cierran el laboratorio.
¿Cómo es eso, que no te gusta tu nombre? Es precioso, quizás te quedó alguna secuela de cuando eras más chica y los pibes se burlaban de tu nombre. Pero no hay más que decir es original y precioso y se podría inventar buenas metáforas con el, podría decir que: quizás seas el sol que alumbre mi corazón cuando desaparezcan mi noches en soledad. No soy muy bueno para eso, ya lo vez pero lo que quiero decir con esto es que es un nombre que inspira cosas en uno, es un brillo que no se extingue. Lo que no inspira nada es mi nombre, debo ser único porque nunca me cruce con un tocayo, de mi también se burlaban cuando era más chico, es así, es una edad macabra que cobra significado con los años. Por eso me hubiera gustado nacer con dieciocho años y con el conocimiento del mundo ya impregnado.
Bueno, llevo mas de hora y media de escribirte y todo por ser prolijo con la letra. Te mando un beso, espero que sigas escribiendo ya que veo buen augurio para nosotros. Espero tenerte pronto.
ISMAEL


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Capítulo 7

Despertó Juan Pablo, pero esta vez el día no lo espero y amaneció sin él, cerca de las tres de la tarde en una cama desprolija y con vapor de alcohol en el ambiente. Tardó un rato en darse cuenta que no estaba en la casa de sus padres, que se encontraba de vacaciones, que la noche anterior había bebido con sus amigos y que hoy volvía Estrella. Sus recuerdos, de la noche anterior, solo llegan hasta el momento en que decidió salir de la casa de los chicos para ir a bailar, nada mas encontraba en su cabeza, no recordaba nada después de eso. No sabe como llegó al boliche, si es que alguna vez llegó, ni cuando llego a su casa ni lo que paso entre medio de estas dos cosas. Lo que si sabe es que tiene un insoportable dolor de cabeza. Maldita resaca, pensó.
Se levantó como pudo y fue hasta la cocina en busca de algún jugo oculto en la heladera, llenó un vaso y bebió como si hubiera estado caminando largos días en el desierto sin encontrar un manantial. Dejó el vaso en la mesada, guardó el jugo en la heladera y por unos minutos la utilizó de apoyo para sus brazos y su cuerpo, unos minutos hasta que su vientre le ordenó ir al baño.
Después de un rato empezó a sentirse mejor, casi sin mareos y ya con posibilidad de caminar de una forma normal. Lo primero que hizo fue tratar de ventilar la casa, especialmente su cuarto, abrió las ventanas y el día lo golpeó con su luz haciéndolo sentir un vampiro en agonía solar. Juntó su ropa asqueada, tirada al borde de la cama, y la arrojó en un rincón alejado con la idea de lavarla mas tarde. No pudo hacer nada mas a favor del orden, solo atinó en ir a darse un duchazo.
Estaba pensando en Estrella, no había pensado en ella desde hacia casi doce horas, y en salir a dar una vuelta, a ver si la veía por ahí, estaba pensando en ella cuando sintió que golpeaban la puerta. Tuvo, en ese instante, un presentimiento maravilloso en el que Ella venía a buscarlo y a decirle que había estado pensando en él los últimos dos días.
Corrió hasta la puerta a buscar el beso eterno que le abriría las ventanas al amor, pero lo que encontró fue el beso por el que se purgó el desconcierto.
- ¡Hola mi amor! - Dijo una desconocida mientras lo abrazaba.
- Hola...
- ¿Puedo pasar?
- Este... sí, sí, pasá.
Y la chica rubia de ojos azules pasó, llegó hasta la cocina se detuvo, miró y luego siguió observando el resto de la casa. Luego volvió hacia Juan Pablo lo besó primero y lo abrazó después mientras le hablaba.
- Es más linda de día, entra mas luz y parece más grande.
- Aja – Dijo Juan Pablo sin entender nada y con miedo a preguntar.
- Espero que no te moleste mi visita, después de todo me invitaste vos anoche.
Justo cuando iba a preguntarle quien era volvieron a golpear la puerta. Juan Pablo aliviado por esta interrupción abrió y se encontró con jorgito del otro lado.
- ¿Que haces, loco? ¿No tenés una aspirina? se me parte la cabeza, ¡qué manera de chupar anoche!. – Habló y pidió jorgito mientras se daba cuenta de que había alguien mas aparte de Juan Pablo, pero eso no le impidió seguir hablando. – ¿Todavía está acá Débora?
- No, recién llegó. – Dijo Juan Pablo aliviandose de, por lo menos, saber el nombre.
- ¿¡Vistes que linda chica te presenté anoche!? – Dijo mientras la abrazaba – ¿Cómo andas? ¿Te gustó mi amigo?
- Si pero parece que no me conoce, esta medio frío, no está como anoche.
- ¿Qué? ¿¡la trataste mal!?
- No, no, para nada. ¡Cómo la voy a tratar mal!.
- A mas te vale, porque ella te levantó el ánimo como nunca, haciéndole honor a su nombre. – Dijo riéndose en complicidad con Débora.
- Sí, seguro. Bueno Débora, ¿nos podemos ver después?. Tengo un dolor de cabeza terrible y no puedo coordinar bien.
- Mm. bueno esta bien, después nos vemos por ahí o sino paso mas tarde. ¿Te parece?
- Listo, quedamos así. – La acompañó hasta la puerta sin dar indicios de nada, ella lo despidió con un beso y se fue. Juan Pablo se volvió sobre jorgito. – Che decime ¿qué carajo hice anoche y quien es esta? porque no me acuerdo nada.
- Anoche fue la mejor noche de tu vida papá, ¡mira que tenés suerte vos!. Ligaste a esta mina que es un bombón.
- Sí, ya sé. ¿Ahora cómo me la saco de encima?
- ¿He? ¿Para que querés sacártela de encima?
- Porque voy a quedar mal y no quiero. Además yo apunto a otra cosa y vos lo sabes.
- ¡No te puedo creer! ¡Ves que sos lo mas aburrido que hay en el mundo! Sacátela vos de encima, yo no me hago cargo, la hicistes ilusionar a esta piba y ahora la dejas.
- Estaba borracho, che.
- Si ya sé, idiota. Pero aprovecha por ahí te gusta y hasta puede ser tu novia. – Y rió, pero sin burlarse.
- No, no. ¡Mira como la conocí!. ¿Te parece que puede ser mi novia?.
- Que lástima, algunos tanto y otros tan poco y decime che, en la cama, ¿qué tal es? – Dijo guiñando el ojo mientras cerraba el puño y agitaba.
- No sé, y si supiera tampoco te lo cuento.
- Uy, ¡qué lastima!, ¡no me quiere contar!. – Y esta vez si se burlaba. – ¿ Tenés o no tenés aspirinas?
- No, no tengo
- Bueno, entonces me voy. Chau.
- Chau jorgito, cerrá bien cuando te vayas y andá por la sombra.
Juan Pablo se quedó solo y medio estupefacto. No entendía los últimos minutos vividos, pero ya podía armar casi por completo el rompecabezas que había en su mente. No recordaba casi lo que era estar con una mujer desconocida, y ahora que había estado con una la noche anterior tampoco lo recordaba. No se sentía mal por lo que había hecho inconscientemente la noche anterior, tenia un poco de regocijo interior.
Se estaba preparando un café cuando golpearon la puerta otra vez. La abrió, como casi toda la tarde, y se encontró otra vez con un beso desconocido de la mima persona, Débora.
- ¡No sabes las ganas que tenia de estar otra vez con vos!
- No, no sé. ¿No habíamos quedado en vernos mas tarde?
- Ya te dije, quería verte ya. ¿Tanto te molesta verme?
- No, no. Pasá y charlamos.
- Paso, pero no para charlar y nada más.
- Bueno sentáte, esperá que saco el café del fuego. ¿Querés tomar?
- No. – Le respondió Débora de forma seca
- Bueno, te voy a ser sincero, no me acuerdo nada de lo que paso anoche. Y la verdad no sé si quiero estar con vos. – Dijo mientras se servia café.
- ¿Por qué no me querés?. Yo te di todo anoche, y vos me pediste que viniera hoy a verte, y me prometiste estar conmigo. – Dijo y sus palabras sonaban a pedidos de auxilios desgarradores.
- No es que no te quiera, lo que pasa es que no te conozco y no me interesa la gente que no conozco. – Dijo sin que se note la mentira, sin importarle ni un poco ella.
- Pero me podés llegar a conocer, no es tan difícil. Una vez que lo hagás te vas a dar cuenta de que soy una buena persona.
- No lo dudo, estoy seguro de que lo sos. – Dijo ya imaginando que no la podría convencer nunca.
- Claro, vos ves en mi una futura amiga. ¿Nada mas eso querés decir?.
- Sí. – Pensó que tampoco le interesaba ser amigo de una persona tan inmadura, tan tonta y triste a la vez. Dio un sorbo al café y se quedó callado.
- Bueno, entonces me voy. Veo que hoy no me necesitás, sucio.
Y se fue, llorando bronca, no sin antes tirar el espeso café caliente encima de las piernas de Juan Pablo que se quedo sentado sin hacer ningún gesto, ni siquiera la miró cuando se fue pero igual se dio cuenta que había lagrimas en sus mejillas. Mas tarde sintió que su cara también estaba mojada, pero no eran lagrimas de amor ni de culpabilidad.
Así terminó la tarde más animada de todo el verano para él. Sintiéndose bien al principio y un estafador de sueños al final. Así es la vida pensó, cambia los sentimientos de un minuto al otro. Lástima que siempre pone el más amargo y duradero al final.

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Capítulo 8

Salió de la casa de Juan Pablo, con un terrible dolor en el pecho que la asfixió, gimiendo sin remedio y con mucha vergüenza a cuesta. La noche anterior había creído encontrar lo que tanto necesitaba en su vida, palabras tiernas y un dulce abrazo, pero entregó más de lo que debió, otra vez. Nuevamente se sintió sucia y acabada sin merecerlo, su confianza y su esperanza fracasaron otra vez. Nunca más confiará en los consejos de extraños nunca son buenos, menos para ella, y pensó en jorgito. Se preguntó mil veces ¿cuándo aprenderé?, ¿cuándo dejaré de ser esclava del amor?, ¿cuándo guiaré mi propia vida sin la decisión de los demás?, ¿cuándo seré yo la que decida, lo que se debe hacer, a quién querer, a quién dejar?, ¿cuándo seré feliz?, ¿cuándo?, ¿cuándo?, ¿cuándo?.
Verla era una imagen desgarradora, que duele a la vista que se acongoja pero incentiva al suspenso morboso del que disfruta ver sufrir. En ese momento su retrato era una lástima, que angustiaría cualquier corazón, por áspero que sea, hasta el punto de tener compasión por ella. Sus ojos transparentes y chorreantes del líquido más triste, producto de la maldad, corrieron el rimel de sus pestañas e invaden sus mejillas convirtiéndolas en espejo reproductor de todas sus desolaciones. Su nariz goteó sucia transparencia sobre su boca roja, sus lágrimas con curvaturas extrañas y conocidas descendieron manifiestando dolor. El suspenso enfermizo estaba a la espera de la mutación de su rostro lastimado y adolorido, en un grito desgarrador, que denotó el frío aspecto de la locura.
Débora siempre fue, y todavía lo es, una anfitriona de lujo para los visitantes del pueblo, del verano. Con sus veinticinco años encima no recuerda un verano, menos un invierno, amorosamente feliz, tan solo se llevó amarguras abrojadas con las imágenes del mar, imágenes sin colores y sin rostros.
A diferencia de Estrella no tiene rencor hacia los hombres, es más, ellos son su debilidad. A veces piensa que está desquiciada, pero sabe que no es cierto, que simplemente es una puta, como la gente del pueblo todavía le dice, pero no le molesta ese adjetivo tan machista y tan de viejas chismosas. Después de todo es su vida la que vive y tiene derecho a vivir perennemente el sufrimiento del amor, que ya es demasiado, sin importar el por qué y el cómo la juzgan. Siempre está dispuesta a entregarse a la pasión, a dar fogosidad y un buen momento a quien quiera recibirlo. Nada tiene tanto valor como lo es sentir el presente, no le importa lo que pueda ocurrir después ni cuantas lágrimas derramará por otro fracaso. Eso se lo deja para que lo resuelva, si quiere, la persona que será en algún mañana.
Sin ser el más gratificante de los meses, siempre espera ansiosa la llegada de enero, del amor, de la equivocación y del sufrimiento regular. Conocer gente de todos los rincones lejanos a su lugar asfixiante y solitario, en el cual no tiene sentido la vida. Ella cree que se merece más, de lo que ese pueblo le puede dar, y algún día, piensa, recibirá de algún extraño lo que tanto vale. Alguien que le devolverá, miles de noches iguales a la que ella regaló en una noche de quien sabe, y a quien le importa, que verano.
Ya casi no lloraba, de nuevo había un brillo de nueva esperanza en sus celestes. Como si nada hubiera ocurrido la noche anterior, como si la que le sigue podría ser la indicada otra vez. De nuevo se dio a la tarea de tapar toda angustia y dejarla para mas adelante, para cuando llegue la fría estación en la que es más adecuada sufrir la justa soledad. Su cabeza estaba en blanco de nuevo, solo tenía lo que siente y lo que ve en este instante que es único e irrepetible. Una línea de hormigas caminando por sus pies descalzos, el sol brillando sobre su pelo rubio, el viento acariciando sus pechos y una figura que se acerca sigilosamente y sin ocultarse por la sombra.



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Capítulo 9

Jorgito volvió de lo de Juan Pablo a su departamento, alquilado por él y sus amigos, no está de muy buen humor y maldice a nadie aunque sabe a quien dirige los insultos. “No puede ser, che. Este tipo echarla así, a una mina que lo quiere. Lo que daría yo por estar en su lugar y tener a alguien que me quiera. No lo entiendo, a esta gente le gusta sufrir y soñar con imposibles. Tiene una novia y la deja, ¿por qué?, porque lo quiere y piensa en un futuro con él. Después, ¿qué pasa?, viene acá a divertirse y a liberarse. Se aburre unos días en soledad haciéndose el sufrido y cuando por fin se parrandea consigue otra que lo quiere y lo divierte, pero él no, claro, él quiere alguien mas seria. Y me dice, “mirá como la conocí”. ¿Quién lo entiende a este pibe?. Será muy amigo mío, pero me dan unas ganas terribles de pegarle unas piñas para que se le acomoden las ideas.”
- ¿Qué pasa jorgito? ¿Por qué no te dejas de joder y dejas dormir un poco, che? – Gritó José desde una pieza.
- Es el idiota de Juan que me pone loco me pone.
- ¿Qué te pasa con Juan?
- ¿Vistes que consiguió una mina anoche?
- Si y ¿qué?. Todo el mundo consigue una.
- Este si, ya sé. Pero el estúpido la dejo hoy cuando fue a visitarlo.
- ¿Y? ¿qué tiene de malo eso?
- ¿Cómo que tiene de malo?. No vistes como estuvo estos días, Débora le levantó el animo y este la echa. Es un mal agradecido, es.
- Jorgito. – Llamo Rodrigo desde la misma pieza.
- ¿Qué Rodri?
- ¿Por qué no te dejas de joder y te vas a putearlo a Juan, así de paso nos dejas de joder a nosotros?
- Si, ¿no ves que queremos dormir un poco?. Dejálo tranquilo a Juan y que se arregle solito los quilombos – Gritó el sueco.
- ¡Encima lo defienden, ustedes son todos iguales!.
- No lo defendemos jorgito, es más, en este momento no nos interesa lo que haga o deje de hacer Juan. Así que elegí, o te dejas de gritar y putear o te sacamos los tres ya mismo a patadas en el culo. ¿Entendiste bien clarito?. – Así lo amenazó José, mientras trataba de volver a dormirse.
- ¡Vengan!. ¿Quién es el primero que me va a sacar a patadas?. A ver, los espero.
- ¡Ya vas a ver! – Gritó uno desde la pieza
Los tres se fueron encima de jorgito que no alcanzó a esquivar a ninguno. Lo tiraron al piso y lo trituraron, un poco en chiste y otro poco en serio.
- Ahora si, andá y descargate por ahí. Si es posible con una mujer, que bastante falta te hace. – Le dijo José.
- Tarados, me pegaron fuerte, me duele la oreja. Van a ver, esto no va a quedar así. Voy a venir y me voy a vengar, uno por uno. Me van a rogar para que no les pegue más. Van a decir “perdón jorgito, tenías razón”, y yo no voy a parar y les voy a retorcer las orejas como me hicieron a mi. Y después...
- ¡Calláte jorgito por favor!. Loco, ¡andáte de una vez! – Gritó el sueco.
- Uh, bueno che. Me voy, nos vemos después.
Salió, sin que nadie lo despidiera amigablemente, y aunque se divirtió un rato con los chicos no podía olvidar su bronca. Caminaba y pensaba, pero no entendía como alguien puede rechazar a una persona que lo quiere.
Jorgito siempre estuvo solo, nunca pasó de una compañía nocturna, y él piensa que jamás en la vida nadie llegó a quererlo. De sus veinticuatro años no recuerda haber pasado un solo instante de felicidad con otra persona. Su familia nunca se preocupó por ver si estaba feliz. Sus padres solo se preocupan por llegar a fin de mes para hacer menos dolorosa su miseria. Existen para tratar de conseguir un futuro en sus hijos, sin detenerse a ver que pasaba en las cabezas de sus nacidos, creen que esto es darse un lujo que no se pueden dar. Jorgito y sus hermanos no les reprochan esto, tal vez porque nunca se dieron cuenta o porque nunca se pusieron a pensar.
El vacío que hay en él es puramente afectivo y recién ahora se está dando cuenta. Tarde, como casi todo lo es siempre, se empezó a sentir solo y a darse cuenta que no puede hacer nada para remediarlo. Pensó y concluyó que ya desperdició todas sus cartas altas, para jugar al juego del amor, y que ya ninguna mano es tan buena como para ganar el partido. Se atribuye este fracaso, cargando con todas las culpas, sintiéndose un perdedor.
Siguió caminando y pensó en Natalia, la chica que quiso en la secundaria y que nunca se animó a decirle una sola palabra, aunque en ese momento creía que ella lo quería. Tal vez, pensó, si su timidez no lo hubiera detenido, la hubiera llamado en algún recreo para luego llevarla a algún rincón alejado y decirle todo lo que sentía por ella. Un brote de tristeza recorrió su cara para recordar que está felizmente casada y con un hijo en su haber, y se consoló al pensar que no hubiera durado mucho tiempo con ese amor adolescente. Tal vez Pamela, la chica que trabajó con él en el mercado durante casi un año, lo mismo que lleva sin verla. Pensó en ella y dijo “Pame siempre me decía que yo era su carocito, aunque también me decía que soy el hermano que nunca tuvo”. Lo último no le sirvió de mucho consuelo, por eso trató de seguir pensando en chicas que le hubieran interesado y no encontró ninguna más. “Veinticuatro años y nada, ni un mísero roce con el amor”, se dijo.
Jorgito no es más jorgito, su cuerpo tomo el color oscuro del olvido mezclado con la tristeza. Ya no siguió caminando sin sentido, no siguió caminando ni pensando. Se quedó de pie mirando la nada, el infinito y el horizonte, mirando sin observar lo que tiene enfrente. Caminó sigilosamente, sin importar que lo vean, y por la sombra.


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Capítulo 10

Se encontraron en el mismo lugar, llevados por sus pensamientos y sus tristezas. Llegaron arrastrados por las ganas de amar y de ser amados en ese instante. Nadie puede entender estas casualidades que llevan a unir los destinos de dos personas distintas, pero con matices definitivamente parecidos en este presente, parecidos gracias a sus ayeres. Ni siquiera ellos, que son los favorecidos, entienden estas cosas que tanto tienen de magia y de lástima. Pero ¿para qué pensar en comprender lo que hace bien?. Lo mejor y más fácil es dedicarse a aprovechar el momento mientras dure, no sea cosa que se desintegre, por casualidad, la pasión en el aire y el viento la empuje hasta estacionarla en el mar.
Débora lo siguió con la mirada mientras caminaba sin dirección, hasta que se detuvo y parecía que la miraba. Ella se quedó observándolo y notó que él parecía ciego, mudo y sordo, que no podía sentir nada a centímetros de su cuerpo. Agitó las manos como saludando, pero en realidad buscaba llamar la atención, sin obtener resultado. Caminó en dirección a él y no la vió, se acercó unos metros más, luego se agachó.
- ¡Eh! ¿Qué carajo pasó? ¿Qué fue eso? ¿Habrá sido una paloma grande?. – Se preguntó jorgito
mientras miraba para arriba, sin percatarse que hay alguien más ahí.
- No tonto, fui yo. A no ser que las palomas hayan aprendido a juntar piedras y a tirárselas a las personas, cosa que dudo.
- ¡Ja!. Podrían aprender. Igual yo pensé que era una cosa peor que una piedra.
- No seas pavote, jorgito.
- Bueno, bueno. Ahora decime, ¿qué haces por acá vos solita y cascoteándome?
- No sé, termine acá sin darme cuenta. ¿Vos, qué hacés por acá?
- Tampoco sé. Ni conozco esta parte del pueblo, es bastante fea.
- Aja, hace muchos años que esta así. No sé que querían construir acá, no terminaron nada, se deben haber quedado sin plata.
- ¡Je!, seguro. ¿Hace mucho que estás acá?
- No, un ratito. Estaba pensando.
- Si, ya me imagino en que pensabas, en cosas que pasaron desde anoche hasta ahora.
- No, no te creas. Pienso en cosas que pasan ahora, no pierdo el tiempo con lo viejo.
- Yo si, porque ahora no tengo nada. Antes tenia esperanzas por lo menos.
- Es mejor no tenerlas, siempre decepcionan. Lo sé por mi propia experiencia, por eso ahora ya no tengo ni esperanzas ni sueños. Solo disfruto el momento, sea bueno o sea malo.
- ¿Cómo disfrutas lo malo?. No entiendo.
- Yo no disfruto las cosas malas, sino el instante en el que suceden las cosas.
- ¿Y si te pasa algo malo que haces? ¿Te quedás sin hacer nada o qué?
- Lloro y trato de olvidar con algo distinto, con algo nuevo que me haga bien. ¿Vos que haces en un momento amargo? ¿vos llorás jorgito?
- Yo no lloro nunca. No me ando con mariconadas.
- Mira vos el tipo, así que llorar es de maricones nada más.
- No, de maricones solo no, también es de mujeres. Y yo soy bien hombre como para andar llorando.
- No seas tonto, que los hombres también lloran cuando las cosas no le salen o cuando les pasan momentos desagradables.
- Puede ser, pero yo no.
- Entonces te estas perdiendo uno de los placeres más lindo que se da el ser humano. Yo lloro cuando estoy alegre, cuando estoy triste, cuando me enternece algo, en fin cuando me pasa cualquier cosa rara.
- Y hoy, ¿estuvistes llorando?
- Sí
- ¿Por qué?
- Porque estuve melancólica, pero ya estoy mejor. ¿Querés sentarte al lado mío?. Vení, no tengas miedo. – Débora dio unos golpecitos en el suelo, al lado suyo, invitándolo a sentarse
- ¡Que voy a tener miedo! – Y se sentó al lado de Débora.
- Contáme, ¿qué haces acá?
- Vine de vacaciones con mis amigos, eso ya lo sabés. No sé para que me lo preguntás.
- Te pregunto que hacés acá ahora. – Dijo mientras le sonreía de una manera tierna.
- ¡Ah!. Lo mismo que vos creo, pensaba y termine acá
- ¿Y en que pensabas?
- En cosas, nada importante.
- ¿No me querés contar? o ¿te da vergüenza?
- No, que me va a dar vergüenza. Es que no hay nada para contar, simplemente estaba aburrido porque estoy solo, mis amigos están durmiendo y salí a caminar.
- ¿Tenés novia? – Preguntó Débora sorprendiendo a jorgito.
- ¿Y eso que tiene que ver?
- Nada, quiero saber nomás. ¿No te puedo preguntar?. – Le reprochó Débora.
- No, no tengo novia. Me gusta estar solo y hacer lo que quiera. No como a algunos que tienen novia y no pueden salir ni a la vereda.
- ¿Así te imaginas el estar con una chica?
- Si, debe ser un problemón.
- ¿Te parece?. Yo no creo que sea tan así. – Le dijo, mientras le acariciaba la espalda.
- También puede ser un momento lindo. – Dijo jorgito mientras le temblaba la voz.
- ¿Te puedo dar un beso? – Ahora le acariciaba la nuca.
- ¿Un beso? ¿En dónde? – Preguntó jorgito con mas nervio que sangre.
- En dónde quieras, elegí el lugar que más te guste. – Débora siguió acariciándolo.
- Esta bien, acá. – Con el índice señaló su mejilla.
Débora apoyó sus labios en el pómulo de jorgito y le dio un sonante beso, después otro y otro. Hasta que empezó a jugar con su lengua en la cara de jorgito, que cerró sus ojos para deleitar su imaginación, y llegó el contacto tan esperado por los dos. Se unieron, sin que les importe nada, en saliva y caricias por todo el cuerpo y sin embargo, aunque a ninguno le importó si no había una pequeña cuota de cariño en ese tramite antes de la pasión, hubo amor. El amor de los abandonados, de los sufridos que se unen para hacer mas verdadero el significado de la palabra vivir. Jorge y Débora olvidaron sus broncas y sus penas, uno porque el error de otro le dio un instante, muy prolongado y merecido, de felicidad, la otra porque esta viviendo su presente como siempre lo quiere vivir. Ayudando y ayudándose a sonreír después de las lágrimas del dolor y de la humillación que es sentirse sola en un mundo tan lleno de personas tristes, pero con ganas de ser feliz.


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Capítulo 11

Casi ya oscureció por completo y Juan Pablo salió de su casa, por primera vez en el día, después de terminar con el poco pero agitado desorden de su casa, salió hacia la casa de los chicos. Ya no se siente tan mal por lo ocurrido la noche anterior y la tarde de hoy, pero tiene una necesidad obvia de hablar con Rodrigo. Él es la persona ideal para averiguar si Estrella ya volvió. Así que caminó, las pocas cuadras que los separan, ilusionándose con una afirmación e imaginando una noche más eficaz.
Llegó y entró sin golpear, pero tuvo que hacer mucho ruido para encontrar la luz. Parece que no hay nadie, ¿dónde podrán estar?, pensó.
- Che jorgito, ¿otra vez venís a joder? – Gritó alguien desde una pieza.
- No, no soy jorgito, soy Juan. ¿Todavía duermen?
- Intentamos dormir, pero siempre vienen a joder.
- Dale José, levantáte que son las ocho. ¿Rodri también duerme?
- Sí, bah, ahora no. Ya me despertaste con todo ese ruido que hiciste.
- No encontraba la luz, esta muy oscuro acá adentro. Dale rodri levantáte.
- Vení vos, todavía estoy medio dormido y no tengo ganas de levantarme.
- Bueno, pero tengo que preguntarte una cosa. – Dijo mientras iba hacia la habitación.
- Ah bueno si molestamos nos vamos nosotros, ¿no José?. Lo único que faltaba, que te hagás el misterioso delante de tus amigos. – Expuso el sueco.
- Claro, como anoche la pasó bomba, ahora viene y le cuenta todo al confidente. – Se burló José.
- No me hables de lo de anoche, que me descompongo. Además quede bastante mal.
- Si ya nos contó jorgito. Y estaba muy enojado por como trataste a la atorranta esa.
- No me jodás José, seguro que si la agarrabas vos era la chica ideal para casarte, pero como la agarré yo es la peor de todas.
- Te informo que ya estuvo conmigo y si no me equivoco con todos los que dormimos en esta casita.
- Con todos no, José, jorgito no estuvo con ella.
- Decime sueco ¿con cuántas estuvo jorgito?. Con ninguna así que no es novedad lo que decís.
- Tenés razón, no se por que lo conté a jorgito.
- Hablando de jorgito, ¿donde esta?.
- No sé, vino de tu casa muy enojado, molestó un rato, le dimos una paliza y se fue. Debe andar paseando por ahí. – Le contestó Rodrigo.
- Bueno rodri decime, ¿sabés algo de Esmeralda y de Estrella? ¿Llegaron ya?.
- Ah, para eso venís. Ya me parecía muy raro que vengas dos días seguido por acá. – Le recriminó José.
- Cuando hable con vos te aviso, mientras tanto mantenéte callado por favor. Y, ¿sabés algo rodri?.
- No, nada. Después voy a ver. – Le dijo en un bostezo.
- ¿Vos me vas a hacer callar a mi? ¿Quién te crees que sos? – Y amagó a levantarse para ir a agarrarlo, pero se dio cuenta que no vale la pena y que tiene mucho sueño todavía.
- Bueno, cualquier cosa me avisás rodri. Voy a estar en casa, si quieren ir vayan. Chau chicos, nos vemos.
- Chau idiota. – Le dijo José despidiéndolo. – Ahora si podríamos levantarnos, ¿no chicos?
Salió de la casa de sus amigos con menos ganas que cuando entró, pero no fue derecho a la suya. Pasó por la calle de la casita verde para ver algo que lo ilusione y lo vió. La luz que salía desde adentro de la casita lo ilusionó, al menos por un rato, con tener la ansiada y cansadora revancha.
Llegó a su casa y se dio cuenta que tiene hambre. Lógico, no había comido nada sólido en todo el día, solo utopía y amargura. Puso algo en la hornalla y después comió, tarareando una vieja canción sin recordar cual era.


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Capítulo 12

La noche ya cayó sobre ellos y la brisa, oscura y la cálida, los envuelve obligándolos a buscar la separación y airear la sed lubricante de sus cuerpos. La luna es el centro de atracción del cuadro nocturno, que se les regala, y las estrellas comienzan a contarse por millones. Uno de los dos soñó que esta era su noche especial, en que dejaría de estar solo, pero se equivocó porque los sueños pronostican el futuro que uno quiere imaginar y no la realidad, que funciona a voluntad del que la quiera hacer funcionar. Tal vez la vida es injusta con todos, pero no se conoce, todavía, otra forma de vida diferente, tal vez en alguno de los millones de sitiecitos nocturnos del cielo la haya, pero eso es muy dudoso.
Lo miró, como lo había hecho toda la tarde, sin prestar atención a nada más. Después lo acarició en la cara, en el mentón, en sus labios, en la nariz, en los párpados y luego en sus cabellos, a los que apretó con mucha firmeza como queriendo arrancárselos para poder mimarlos mejor una vez en sus manos. Él sintió el dolor pero no dijo nada, ni un quejido, tal vez hoy transformó el dolor en placer. El también rozó su cuerpo con caricias, y ella exclamó un placer que a jorgito le pareció propio, porque cree que, por fin, está haciendo las cosas bien. La besó como ya la habían besado tantas otras veces en ese mismo lugar, bajo la misma luna y las mismas estrellas que la habían visto llorar.
Débora miró su reloj y con un gesto dio por entendido que ya es demasiado tarde, quien sabe para que lo es. Jorgito la sigue tocando suavemente mientras ella se coloca su remera, la sigue acariciando mientras le pregunta, mientras ella le contesta.
- ¿A qué hora nos vemos?
- No sé. ¿Qué te parece si no nos vemos más?
Se quedó mudo y sorprendido, sin comprender lo que escuchó. Débora también se sorprendió de lo que dijo, fue una respuesta que no pensó pero que tampoco engañó a su pensamiento. Tanto trabajo y tanto llanto buscando lo que quería para perderlo tan fácil. Es obvio que quien no sabe lo que quiere, sabe lo que no quiere y Débora se olvidó de todos sus pensamientos y de todas sus lágrimas y eligió no seguir dándole alegrías a jorgito.

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Capítulo 13

Después de tantos intentos por dormir fracasados se levantaron, fueron uno a uno al baño para luego acomodarse en alguna silla de la cocina esperando que alguien se digne y prepare mate. Discutieron y sacaron cuentas, hasta que se pusieron de acuerdo en que José debía cebarlos. Los cálculos se dieron por la división de yerba que había en el pote, en el que cabía exactamente un kilo, por cada día que llevaban en el lugar. Al obtener este resultado lo dividen por la cantidad de mate que se toma por día, este dígito es estimativo. A este número se lo cuenta de tres en tres, teniendo en cuenta que Rodrigo había cebado el primer mate el primer día y que jorgito no estaba en ese momento en la casa, que de haber estado hubiera cebado sin chistar. No es una forma sencilla de averiguar quien debe cebar mate, pero nos le quedaba otra teniendo en cuenta que su memoria es frágil por estos días, debido a sus largas resacas. Después de ejecutar estas absurdas formulas votaron unánimemente dos puntos. El primero es que no debían echar nunca más a jorgito de la casa y el segundo es que si por una de esas casualidades lo echaban dejarían un papel con el nombre del último que cebó pegado en la heladera.
Rodrigo se bañó primero, puso como excusa que tenía que salir rápido, después José que no puso ninguna tesis, simplemente entró corriendo y metió llave a la puerta, y último el sueco a quien le daba lo mismo bañarse primero, segundo, ultimo o no bañarse. Una vez cambiado, Rodrigo, salió en dirección a la casa de Esmeralda. No sabe si tiene muchas ganas de verla, pero si que tiene que cumplir con el protocolo y con Juan Pablo. Llegó a la casita azul y tocó la puerta de la casa, de ella salió Esmeralda.
- Hola bombón, ¿cómo estás?
- ¿Bien y vos?
- Bien, ¡extrañándote un montón!
- ¡Si, me imagino cuanto!
- ¿No me creés?, preguntále a los chicos.
- No, no te creo. Y no necesito preguntarle a nadie.
- ¡Uy, que humor que tenemos hoy!. ¿Qué te pasa conmigo?
- Nada, eso me pasa con vos.
- ¿Sí?, mirá vos que directa resultaste. ¿Y te diste cuenta sola de eso? – Preguntó con cierto aire a sarcasmo.
- Aja, no me ayudo nadie. ¿Por qué?. – Le preguntó con tonito tonto.
- No, por nada. Pero me parece que alguien te dijo algo. Es medio raro de un día para el otro.
- Pasaron varios días, no uno.
- Esta bien. Che, ¿sabes si Estrella está en la casa?
- Podrías esperar un tiempo antes de tirártele encima.
- ¿Quién te dijo que yo la quiero ver?
- Entonces, ¿para qué querés saber?
- Eso no te importa a vos.
- Igual me voy a enterar.
- Cómo quieras, ¿está o no está?
- Si, creo que sí.
- Bueno, gracias. Chau.
- ¿No me vas a decir nada mas?
- A ver, a ver, no. Nos vemos.
- Sabia que yo no te importaba nada.
- Ni nada ni mucho, pero ya hablaste y me parece bien lo que decís.
- Chau estúpido, ya podes salir a buscar otra. – Y dio un portazo desarmador.
- Chau bombón. – Le dijo burlándose con el tono.
Aunque salió con el orgullo sano por fuera, por dentro lo tenia quebrado en varias partes. Está contento porque el papel de desinteresado le salió perfecto, pero como todo actor no interpretó lo que sentía. Mal día para los afectos, pensó.
Caminaba para su casa, pero se acordó que tenia que llevarle la noticia obvia a Juan Pablo. Pasó por el frente de la casa y vió luz adentro, se acercó y golpeó la puerta.
Giró el picaporte y entró. No sabe porque pero en ese momento se sintió extraño y vacío, como si hubiera perdido parte del corazón. En ese momento se dio cuenta que está solo, y casi nunca está solo. Por eso la soledad es una sensación rara para él, y no esta acostumbrado.

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2 de marzo de 2007

Capítulo 5





Estrella tiene veinte años y vive con sus padres y su hermano mayor, aunque quisiera vivir sola en otra ciudad para poder disfrutar de la juventud que le queda tal como lo disfrutan sus amigos que estudian en su ciudad y vienen de pueblos remotos y cercanos. Siempre quiso tirarse a la aventura, como en las infinitas historias que escuchó de viajeros que llegaban de ningún lado e iban hacia la nada que les regalaba el destino de una soledad inhóspita y placentera. Se imaginaba sola y con una mochila recorriendo pueblos salidos de cuentos encontrados pero nunca tuvo el valor para hacer realidad sus sueños, solo llego a empacar un poco de voluntad derrocada por el arrepentimiento. Nadie podía negar que eligió su destino, aunque haya sido una triste elección que le carcome la conciencia mientras se pregunta millones de veces ¿por qué no?, si parece tan fácil. Se consolaba un poco pensando que no lo hacia por el amor que le tiene a sus padres que soñaban con su futuro como si eso arreglara lo que ya habían hecho con el de ellos, no podría defraudarlos por mas que se estafase ella misma, negándose a su presente.
Aunque era portadora de una belleza digna de ser alabada únicamente por los mejores poetas románticos (desgraciadamente en este momento no hay ninguno que pueda estampar un poema en su honor), nunca pudo tener un gran amor. Solo tuvo, no hace mucho tiempo, buitres rapaces que violaron la seguridad de su ingenuidad, dejándola con un vacío en el corazón y sin lugar a ningún otro sentimiento. Como si esto fuera poco recibió ayuda de Esmeralda, su amiga que conoce por ser hija de un amigo de su papá, que le regaló un libro llamado “Las estupideces que hacen los hombres para conquistar a una mujer son las estupideces que dejan de hacer cuando la conquistan” escrito por un tal Charles Ocilirca quien se ganó la antipatía de millones de hombres, y el dinero y la confianza de otras tantas mujeres.
Con el remordimiento de tanto amor fallido y con la ayuda del librito, al que colocó de guía, se fue haciendo inalcanzable para el amor y fue llenando el vacío con aburrida y reprimida soledad, que ella sentía como un escudo y la única forma de no sufrir era haciendo sufrir a los demás. Pero hubo personas que la quisieron y nunca se animaron a confesárselo por temor a la nueva Estrella, y personas que terminaron con la existencia rota en mil pedazos por satisfacer sus ganas de demostrar todo lo que sentían, pobres infelices equivocaron el momento de conocerla, justo en esa etapa de transformación. Quizás esto no fue su culpa, sino una mala evolución en su personalidad, tan malgastada por los abusos de quienes no tuvieron piedad con su ser. Estrella ahora, al igual que el mar, juega con los hombres levantándolos en olas gigantes pero dejándolos caer al vacío de una dura y fría playa de invierno.
Estrella llegó a este pueblo, perdido y bañado de sal, y fue gracias a una ocurrencia de su padre que buscaba un buen lugar y a la vez barato para descansar de la rutina esclava que es el trabajo de todo el año con el cual asegura, piensa él, la felicidad de sus hijos sin tener en cuenta que algún día ellos tendrán que asegurar la felicidad de sus propios hijos, trabajando en un empleo aburrido de ocho a dieciséis, echando a perder todo el trabajo de sus padres y hasta el de ellos mismos como pasen las generaciones. Los padres están destinados a sufrir por y para sus hijos siempre, hasta lloran de felicidad cuando nace una pequeña tortura a la que llamaran nieto y la que seguro tendrá la nariz del padre, la boca de la abuela y los ojitos de algún tío.Estrella llegó y no solo a este pueblo, sino también a un rincón del corazón de Juan Pablo, cambiándole la vida de una forma que ni sus peores pesadilla se animaron a mostrar.

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Capítulo 6



El día amaneció amarillo y silencioso como casi todas las mañanas de ese verano, siempre es así con muchos días de calor estorbados por unos pocos llenos de agua, la naturaleza hacia sus cosas y eso parecía estar bien. Juan Pablo, lleno de un nuevo optimismo que parecía no tener explicación, salió de su casa en busca de la chispa que encendió su corazón en llamas la otra noche. Habían pasado dos noches y un día desde la única vez que la vió, eso lo preocupaba un poco, temía que se hubiera ido. De que otra forma se podía explicar que no la haya visto en ese tiempo en un lugar tan pequeño y con tan poca gente como ese pueblo en el que ya se había aprendido los nombres de casi todos los habitantes. Miles de veces pasó por la calle San Martín, la de la casita verde, esperando que Ella saliera pero nada ocurría. Ni siquiera en el bolichito, donde esperaba sentado en la barra mientras todos bailaban y se divertían, ni siquiera ahí la pudo ver para que ilumine el lugar tan oscuro e insignificante.
Había venido al mar para distenderse y olvidarse del mundo, pero solo consiguió obsesionarse con la belleza que él creía que le daría felicidad. Casi no veía a sus amigos, tampoco estos se preocuparon por lo que le estaba pasando, vagabundeaba de su casa al mar y del mar a su casa con intercalados viajecitos a la casa de Estrella o al boliche.
En ese ocaso se le ocurrió ir a preguntarle a Esmeralda, ella tendría que saber algo de su amiga. Se bañó y salió en busca de la casita, esta vez azul, por un camino insoportablemente conocido para él. Iba caminando sus pisadas cuando escuchó unos gritos que venían desde sus espaldas.
- ¡Juan!
- Sí, ¿qué pasa? ¿Quién sos? – Dijo dando media vuelta.
- ¿No me conoces, tarado?. Soy Rodrigo.
- Ah, Hola Rodri. ¿Qué paso?
- Nada, fuí a tu casa y no había nadie. Así que salí a ver si te encontraba, ¿tenés destapador? perdimos el nuestro.
- Si debo tener, me esperas unos minutos que ya vuelvo.
- ¿A donde vas?
- Voy a la casa de Esmeralda, vos la conoces bien.
- Sí, claro. Pero no te gastes en ir porque no está.
- ¿Cómo sabés eso?
- Se fueron con Estrella y su familia a pasar unos días a las sierras que están por acá a veinte kilómetros.
- ¿¡En serio me lo decís!?
- Aja. Me lo dijo ella, sino me mintió la guacha, vuelven mañana.
- ¿Estrella también?
- También. ¿Te gusta la negra, no?. Esta linda esa también.
- Y si, me cautivo, amor a primera vista creo que le dicen.
- Desde ya te digo que elegiste la más difícil, de todas las chicas que hay acá, es casi la única que se quedó sola. Y no porque le falten oportunidades, sino porque fracasamos todos con ella.
- ¿Vos también?
- Aja. Pero tuve mejor suerte con Esmeralda. No le dije que al principio quería estar con Estrella, igual lo sabe pero no le importa nada. Ahora dejémonos de joder y vamos a buscar el destapador que se nos va a calentar el vino. ¿Querés venir?
- No, me voy a quedar en casa.
- Pero no seas pelotudo, querés. Vamos a tomar algo y después nos vamos al boliche a bailar.
- Esta bien, si me lo pedís así, vamos. Tengo unas cervezas en casa.
- Buenísimo, vas a ver como te olvidas de todo hoy.
- Lo veo difícil, pero bueno. ¿Che, no te dijo a que hora vienen mañana?.
- No, calculo que a la mañana. Dale, vamos.
Esa noche por fin se divirtió, aunque no se olvido de las pupilas inmaduras que lo invitaban a jugar en su cabeza. La borrachera alegre lo distrajo gran parte de la noche, en la que desapareció su intranquilidad y se despertó, nuevamente, el deseo de jugar con fuego.

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Túpac




Tan solo simples palabras, tan solo eso pero que encierran una gran emoción en mi y me averguenza no poder decir mucho más...

Un grito de libertad,
un llamado a la multitud,
a los desposeídos
que solo poseen sus manos
y su esperanza de libertad...
poseen más que todos, Túpac,
que andás descabezado,
buscando a tú hijo,
Fernando,
único en no ser descuartizado
y uno de los pocos
en ser llevado, en esos tiempo,
a la tierra negra,
gritando ensordecedoramente
la matanza de su familia,
la desmembración sus cuerpos
y su seguida exhibición.
Acá seguimos sordos,
y me da vergüenza decirlo, Túpac,
aunque lloré en esa plaza,
descrita con palabras
que te dibujan en mi imaginación,
nunca podría salvarte, aunque quisiera
solo soy digno de recordar lo que nadie puede,
lo que no sé decir.

Tu ansiada libertad
llegó con el tiempo,
gracias Túpac...

Donde andás?