Ella murió, pensó
el día que no la vio,
otra vez, sin falta,
el escribidor
se llenó de recuerdos
al imaginar ver
aquella contrastada imagen
subexpuesta en el papel,
recuerda no recordar la imagen de ella,
pálida y rubia,
con una sonrisa lisa y liviana,
con mueca de sentirse a gusto,
él conoce las descripciones
pero no logra ver esa figura,
negó con su cabeza,
pensó imposibles,
buscó en su memoria desprolija,
y nuevamente no hubo nada más
que esa pictórica imagen en palabras,
ningún movimiento de ella,
siempre fija en su mente,
estática,
sonriente,
feliz con él
que destilaba sus engaños,
ella murió en él
que rebusca
en cajones,
armarios
y discos
tratando de hallar
ese recuerdo en celuloide,
nada,
se fue,
no hay más,
y por eso resulta difícil recordar,
escribidor desmemoriado,
amante de los tiempos
ajenos al ayer
y al mañana,
favoritista del hoy,
ese hoy que,
escribidor querido,
te cubre de luto
el deseo de volver a transformar
esas palabras en imágenes que te cubran de sufrimiento
El escribidor lloró
por el destierro fotográfico
del recuerdo de ella.
Ella.