El cuerpo,
tan prestado,
un auto viejo sin papeles.
El dolor en la carne son los años,
pasando ante ojos de niño,
asustado que mira desde adentro.
Se deteriora
la piel,
el reloj suena,
es la hora de la tierra.
Para que esperar que se marchite,
cortémoslo de raíz.
El cuerpo,
envejece
mientras aún hay razón,
pensamiento.
Adentro,
no hay instrucciones
sólo tiempo
a menor velocidad.
Afuera
envejece rápido,
se reseca
en el verano de los albores.
El cuerpo,
muere de golpe,
sin fotografías sincrónicas ni diacrónicas,
inexistente
nunca llegó y se fue.