Minúsculas partículas
riegan el sol por la ventana,
sobre la cama yace
lo que fue un recuerdo,
recordado,
poco antes de olvidar,
en esas sabanas
el llanto seca el sudor,
de noches ajenas
prestadas por Morfeo,
robadas, ya en tú imaginación
que brinda por esas imágenes,
ya dejaron de existir.
El susurro anticipa
la atroz noche que está por llegar,
recoge uno a una
a esas estrellas desterradas,
encendiéndolas
para ser un mártir,
el único en la habitación.
Ya sólo queda el amanecer,
imborrable y auténtico,
innegable,
el día cobra vida,
lo demás
no lo podremos comprobar