El presente blog que viene abajo no tiene nada que no haya en otros blogs literarios, simplemente retomo eso que le dio de comer a tantos otros escritores fracasados, hablar de las mujeres que no consiguen o de las otras, las que se fueron. Como capitán, que huye, en franca retirada de las relaciones, me permito contar secretos de diván, escabrosos relatos de cama y de hoteles para que sucumban de pavor esas otras desconocidas que supieron ser garabato de mi muñeca, bueno, no son todas las que yo hubiera querido así que voy evitar nombrarlas para que no quede en evidencia mi falla. Pero no sólo de mujeres vivimos, así que también hay otros temas y otros formatos, tenemos cortometrajes, tenemos novelas, tenemos cuentos, bueno, cuentos no, chinos tampoco, pero hay intersecciones y cartas, fotografías re contra artísticas y otras en la que sólo aparece mi cara. Bueno, el resto del blog es mejor que el prólogo, no lo prometo pero créame.

10 de diciembre de 2007

Ratontín

Bueno, no tendremos acceso a grandes tecnologías pero al menos nos damos un poquito de maña. Con ustedes, el ratón más inanimado del mundo de la animación...

4 de noviembre de 2007

El Escribidor, Deconstruyendo...

Una tarde con suerte
como todas las veces,
que no la conoció y la perdió,
como todas las tardes de tren
en las que ella sube y se sienta,
en el mismo lugar,
leyendo el mismo libro.

El escribidor carece de valor.

Ella repetía el rito
mirando hacia donde estaba él,
segura de sí misma mantuvo la vista,
casi gozando
cuando él la bajaba.
Y mira su boleto,
estudió la fecha
y perderá el tren más tarde,
por miedo a que ella lo miraba mañana.

El tiempo no existirá cuando se trataba de ella,
el escribidor lo sabía,
por eso despertaba tarde en la madrugada,
temprano a la noche,
con los pies descubiertos,
congelados en calor,
tapados con su inseguridad.

Segura, firme siempre ella está,
en este momento él me lo contará,
subió la vista, recogiendo ese instante en su retina,
para soñarla ayer otra vez.
Yo le pregunté dentro de un rato
que es lo que esperás?

La magia está me dirá.

Quizás todo mejore, tu presente fue feliz después de mañana a la tarde,
le confirmé.

El escribidor dejó de hablar, sólo cerró los ojos
y comenzó a viajar en tren,
sintiendo que desvanecía
desgastando la mirada
cada vez que ella le clavaba la suya,
espiando por lo bajo,
recordando,
la fecha del boleto que nunca más volverá tomar
por miedo a llenarse de valor
y perder la magia,
de soñar con lo que puede ser
y ya no es, porque todo es nuevamente
un aburrido presente de feliz realidad.

1 de noviembre de 2007

El Agua

Si ponemos en practica éste mandamiento por ahí la estiramos un poquito más, sino viviremos en una eterna resaca deshidratada...




Lago en el Cielo

Otro cortito más, en éste caso fue realizado para un concurso que había organizado Cerati.

27 de octubre de 2007

Masacre de Texas

Ultimo trabajo del año, en lo que a cortos se refiere, próximamente se viene el programa de T.V. y en un par de meses comenzaremos el rodaje del primer film de Camalote! Producciones "Lo que fue, lo que es y lo que nunca será"


9 de octubre de 2007

Escribidor minúsculo

hoy puso el cielo en el grito
cuando se deslizó,
caminando para no dormir
creyendo poder garabatear
lo que sus pulmones desinflarán,
se le ocurrió escribirlo
cuando llegara a casa
pero luego vio algo que llamó su atención,
y...
soñó fotografiarla
junto a su grito apagado por su brisa
que lo despierta,
siempre sepia,
como en antaño que no vivió
pero que, de algún modo,
caben en su gris,
sabiendo sin saber como hace para olvidar lo que recuerda
y fabricarse un pasado inexistente,
soñando con las pupilas al aire
despertando dormido,
pulmones inflados
lapicera en mano
mesa de papel,
está todo?
está todo,
solo falta él
que sigue presente
sin recordar el día de hoy,
solo garabateando inventos
al final de ésta línea,
el escribidor,
garabateando
al final de ésta,
o...
ésta.

Alguna desbloqueadora? anunciese aquí...

Un bloqueo abierto
en una estación que ya pasó,
en otra que no volvió
aquella vez en la que está
alejado para acercarse,
lentamente a pasos agigantados.

El mundo le ríe su ingenuidad
complotándose para que todo suceda
mientras nada se advierte,
y todo es una casualidad causada.

Aquella melodía imaginada,
sorda como la vista
cuando observa esa imagen simbólica.

El escribidor recuerda lo olvidado
pensando la mente,
sin materia gris,
escribe lo que se le ocurre,
sin imaginación
y empujando sin músculos
a su tarea de llenar
los espacios vacíos, llenos de blanco,
olvida lo recordado
casualmente causado.

Ella le susurra
con su charla muda
apareciendo desaparecida
en cada materia,
“gris, que noche gris”
luego vive un sueño
real,
parecida a una hoja irreal.

Todo es un sueño?

Ruido,
hagan mucho ruido
porque cualquier silencio lo despierta
y Ella aparecerá.

18 de septiembre de 2007

Escribe el escribidor

Ella, siempre ella,
piensa el escribidor después de varios años,
y comienza a escribir describiendo
sin poder dar detalles borrosos
que la muestren en profundidad.

Comienza a acabar por olvidarla
pero él sabe que no.
Y dice, pensando que si,
“a ella le gusta caminar”.

Escribe el escribidor.

Pero no camina
porque todo se desliza hacia ella,
llegando, desplazándose sobre sus ojos.

El no recuerda el color de esos destellos,
pero sospecha que se dilatan
cuando ven una fragancia que la estremece.

En medio de la ciudad,
que ya se olvidó de ella
por donde ella caminaría lo desconocido,
que recuerda
guiándose con el tacto de sus manos,
que ya no serían las de ella
y olfatea el reloj de una catedral,
que se detendría
frente a esa plaza, sin lugar,
que nunca más estaba ahí
frunciendo una ceja,
que ella jamás contraería.

Sintiendo que alguien la describe
en aquel sonido que ve en una aguja,
que pronto se llevará aquella luna,
que justo pasaba mientras él la observa.

Protestando sorda hacia sus adentros,
deja de escribir él, ella se iba,
piensa y ella desaparecía.

Es ella cuando estaba.

Cierra su cuaderno él y ella moría,
sin pasado, sin presente.
Se abandonaban abandonándose,
en esa plaza, o en alguna otra,
que mas da, todo acabaría para él.

7 de septiembre de 2007

Vacío llenando

A regañadientes, queriendo hacer otra cosa,
sentado con ganas de lo horizontal,
con un cuaderno al que no le gustan sus medidas,
sus hojas luchando ante ese tatuaje,
inminente,
que se desliza como una bic
que habla y habla sin sonido
pero que se escucha, muy a pesar del escribidor.

Sin prestar atención,
se levanta, mira una ventana y se toca el mentón
mientras piensa en esas cortinas que faltan.
Se sienta, codos en la mesa, palma en la cara,
ojos que deambulan y boca que berrea,
piensa consigo mismo, se refuta y se obedece
pidiéndose prestado sin devolverse,
sin entregarse.

No quiere porque no puede
y se apiada del leedor de éste renglón
que, obstinado,
prosigue
creyendo, ingenuamente,
que algo brillante puede pasar.

Ahora ríe, el escribidor.

Se le ha ocurrido algo genial,
digno de él,
que es tan ingrato,
tan celoso de sus cosas,
tan avaro
que no puede mostrar
lo grandioso de su ocurrencia.
Y se lo reserva, en secreto,
sobre su torre de marfil,
diciéndolo para si mismo,
pero
solo a su parte occipital derecha,
tal vez la otra, su otro yo,
si esa parte lo supiera,
tal vez lo revelaría.

No lo juzgue,
Ud. qué haría?
Qué haría Ud.
si tuviera
un bloqueo de escribidor?

23 de agosto de 2007

Por ahora, bloqueado

Se bloquea el escribidor
nada le sucede, todo le pasa.
Una mosca peleando contra el cristal
que jamás cederá.
Un recuerdo que ya es olvido
en una ex novia que ya volvió,
sin ser absuelta, sin pedir perdón.

Se bloquea el escribidor
que escribe sin poder contar (redactar)
contando sin poder escribir (narrar).

Un vaso se rompe,
las estrellas mueren
y una mujer grita sin voz,
un hombre la observa,
el vino se derrama,
las luces se apagan,
la mujer llora sin lágrimas
y ese hombre le cree.

Todo cambia, todo sigue igual,
nada es más
que un bloqueo de escribidor,
nada es más que una mosca peleando contra el cristal
Nada es mas que un recuerdo olvidado,
mientras todo pasa y nada sucede,
mientras todo se escribe y nada se cuenta.

El escribidor deja su lápiz.
El escribidor toma su vaso
otra vez
y nada le ocurre al fin.

16 de agosto de 2007

Quince

De la nada
crecer quince centimetros
para medir eso
y caber en vos.

Para que me lleves a cualquier lado
y tenerme cuando estés sola,
sin necesidad
de sentir mi persona,
cuando solo necesites placer
sin necesidad de escucharme
cuando todo es pasión
y me bañe en tu bizcosidad,
tan placentera
en ese instante eterno.

Después,
podrás enjuagarme
y luego encerrarme
en tu bolso con cierre,
hasta que me necesites,
otra vez
sin que yo diga nada
ni una sola palabra
entre tus gemidos de placer,
aquí o allá,
la playa y el mar.

23 de julio de 2007

Gothique parte 1

Aca subo un corto que realizamos en el segundo semestre del año pasado, la dirección estuvo a cargo de Jorge Corsi, un amigazo, yo estuve en la parte de cámara y sonido. Para más y mejor info del corto visiten www.camalotecine.blogspot.com


Gothique parte 2

2 de julio de 2007

La podadora

Habiendo terminado de subir la novela y esperando a finalizar otra para volver a compartir, que mejor que agilizar la espera con unas publicidades un tanto absurdas y un tanto cómicas que realizamos no hace mucho. No desesperen, no busquen estos objetos, no se venden en ningun lado, no existen. Esto y demás cosas también se pueden ver en: www.camalotecine.blogspot.com espacio en el que iremos dando data sobre nuestro primer largo, el cual, si todo sale bien, está pensado rodarse a comienzos del año próximo... Saludos.

El Firulete

6 de junio de 2007

Capitulo 36

“Las estupideces que hacen los hombres para conquistar a una mujer
son las estupideces que dejan de hacer cuando las conquistan”

El hombre desde que se levanta hasta que se acuesta tiene una sola idea en la cabeza, sexo rápido y fácil, cuando se despierta no piensa en la hora que es o que tiene que hacer en ese momento, tantea la cama con sus manos y, si no hay nadie mas aparte de él, cuenta las horas, días, meses y hasta años que lleva sin una mujer durmiendo con él. Luego de ésto piensa, otra vez, en sus futuras víctimas, primero analiza pretencioso (alguna semi modelo que él conozca), pero con el tiempo es capaz de mordisquear cualquier cosa que se le presente (la gordita que se empacha de panchos en la plaza camino a su trabajo), piensa en cualquier señorita que trabaje, estudie o desarrolle cualquier otra disciplina con él. Cualquiera puede ser la desgraciada que le saciará las ansias sexuales a un ser tan despreciable y degenerado como éste. Estos individuos saldrán a la calle y se encontrarán con las pobres ovejas indefensas (usted, la mujer deseosa de amor verdadero), y cruzará palabras bellas con todas hasta que él suponga que alguna tiene doble intención con él, totalmente equivocado estará este horrible individuo. En ése momento intentará averiguar todo tipo de datos sobre la pobre víctima, teléfono, dirección, pasatiempos y todo lo que tenga que ver con ella. Hablará con sus amigotes en un círculo vicioso de alcohol y cigarrillos, por no decir otras porquerías ilegales, e intercambiaran tácticas y consejos graficados con ejemplos que ellos ya vivieron con otras pobres damas. Si alguno, o varios de ellos, conoce como actúa nuestra amiga, en la que uno de ellos ya puso los ojos, o bien ya han estado muchos de ellos relacionados íntimamente con ella, trataran de facilitarle las cosas a su secuaz en esto de estafar al corazón, y se acordaran de momentos ya vividos lanzando risas socarronas de verde proxeneta. El hombre se retirará de estas conversaciones, seguramente borracho, sabiendo que hacer y asegurándose la conquista ya facilitada. Caso contrario, de no recibir buenos consejos, es muy común que la hostigue por teléfono y recurra a los lugares nocturnos que la mujer rara y ocasionalmente visite. De más esta decir que un encuentro causal puede llevar a nuestras cabecitas a hacer cualquier cosa, yo en lo personal les aconsejo que no se entreguen tan fácil a los pocos encantos masculinos y que resistan por lo menos dos o tres noches, ¡no es mucho pedir! Así se evitará los comentarios de viejas brujas chismosas, como por ejemplo sus amigas. Esto siempre sucede, más aun si el hombre en cuestión tiene un carisma y una expresión facial que a las damas les gusta. Mi consejo, en el caso de que lo rechace al menos una sola noche, es que trate de ocultar sus deseos hasta conocer un poco mas, al menos, a la otra persona. Caso contrario, en el que no resista y haga un desastre en la primera noche, no tengo nada mas que decirles. Ya que les he dicho todo lo que hacen para conquistarlas, y después olvidarlas, esos míseros bastardos llamados hombres.
Olvidé decirles que también hay otros tipos de hombres, que usan otras tácticas: las llaman por teléfono y le dicen cosas bonitas o las invitan al cine o les dedican poemas que ellos mismos escribieron, también las tratan con ternura en todo momento. Parecen distintos pero no lo son, en el fondo siguen siendo hombres. Además esta comprobado que las mujeres dejan de lado a estos pobres infelices que se quedan estáticos, y sin abalanzarse hacia ustedes en algún lugar de moda o algo donde haya mucha gente, estos tan solo se manifiestan por escritos o melodías que ellos mismos componen. No pierda el tiempo con estos imbéciles. También existen los tímidos, de los cuales no tengo mucho que decir. Si no se animan a actuar, ¡por algo debe ser! Por eso debe ser que siempre terminan con mujeres gordas y feas que les gritan y ordenan todo el tiempo. ¡Bien merecido se lo deben tener, algo habrán echo!
De lo que hacen después de conquistarlas no hay mucho que decir, les parecerá un resumen lo que sigue a continuación, pero es así, porque lo que hacen después es... nada, no hacen nada. Solo salir corriendo, en horas de la madrugada, a tocarles el timbre a alguno de sus amigotes y contarle como violó, prácticamente, a la mujer conquistada. Esto es lo único, a parte de hacerla sufrir, que harán, y no por ustedes sino por ellos y su gran ego. Así que ahora que esta en pareja prepárese a llorar y a preguntarse ¿por qué? todo el tiempo.
Esto que sostiene en sus manos es mi pequeña gran colaboración para usted, desde ya le agradezco otra vez el haber confiado en mi comprando este ejemplar. Recuerde que si alguna amiga se lo pide prestado, usted gentilmente le dirá que en cada kiosco y en cada librería hay una parte de mi esperándolas y a un precio muy accesible. ¡Cómprenme!
Estrella terminó de leer estas hojas, del libro de Esmeralda, y quedó absorta, los ojos abiertos casi tocan su mentón y este sus rodillas. Cerró el libro indignada, apoyó su cabeza sobre sus manos y el codo sobre el libro. Trató de ser fuerte, muy fuerte, pero no pudo evitarlo, lloró y quiso gritar pero no se animó por miedo a que la escuchen sus familiares del otro lado de la puerta de su habitación. Arrancó una hoja y comenzó a intentar escribir algo sin sentido pero con bronca que descargue la suya.

Regreso lo vivido que no me espera
en este sube y baja sin equilibrio,
busco el rechazo que no me espanta
para morirme de odio y en paz.

Antítesis que no choca
y provoca heridos,
sin rasguños que sangran,
en sueros vacíos que no se terminan.

Recojo lo que tiro sin levantar el piso
que me cae encima
de las palmas de mis manos,
callosas de no trabajar.

Realidad surrealista, sin sueños,
de insomnios que duermen de día
a la luz de una luna vacía
y de seres inhumanos.

Basura que tiro en la heladera
pateando lo que voy a comer
del plato del perro infiel
que no ladra al ladrón,
mastica mi sangre espesa.

Estupidez inteligente que tiene un fin raro
con principio de recuerdos y epifanías
de un diablo bañado en el agua bendita
del gran absurdo, dios.

No quiso escribir más, guardó su hoja, y se quedó sentada sin hacer nada, mirando la noche que entraba por su ventana. Trató de contar las estrellas pero se rindió enseguida, solo miró con entusiasmo a la cruz del sur, soñando con llegar a todos los puntos cardinales sin saber que de algún modo lo está logrando. Bajó la vista y siguió mirando la calle vacía. Vió una silueta que avanzaba por la calle, reconoció esa figura. Tomó el libro y salió corriendo a su encuentro, atravesando todas las puertas de su casa, con la mirada atónita de todos los que andaban por ahí. Abrió la última puerta, la que da a la calle, y gritó un nombre.
- ¿Qué querés? – Le respondió un sonido fastidioso.
- Quiero hablar con vos, es un segundo nada más.
- ¿De qué querés hablar conmigo? Estoy apurada.
- En realidad no quiero hablar con vos, es para otra cosa que te llamé, es para...
- ¿Vos sos la que me insultaste anoche? – Interrumpió.
- Sí, te llamas Débora. ¿No?
- Sí, ¿por qué?
- Por nada, ¿a dónde vas?
- Por ahí, en todo caso a vos no te interesa eso y no tengo porque...
- Si, si, ya sé. Bueno, quería...
- Dale nena, ¿qué querés? – La apuró de mala gana.
- Quiero darte éste libro, tal vez te ayude.
- ¿Una novela? Ya tengo demasiado con ustedes y sus tristes historias.
- No, no es una novela, tomá. – Estira la mano y le alcanza el libro. ¿De qué tristes historias
hablás?
- La de ustedes, tienen los días contados.
- ¿Qué? – Preguntó desconcertada Estrella.
- Nada, no me hagás caso. Estoy tratando de asustarte, ya sabés vivo acá y conozco mil
historias de gente que no vuelve más. ¿De qué trata el libro? – Preguntó para cambiar de
tema.
- Es algo así como un autoayuda femenino, yo perdí el mío y este es de una amiga.
- ¿La otra que anda siempre con vos?
- Si, ahora está con el novio. En fin, te lo quiero regalar.
- ¡Qué cómico un libro así! – Dijo riéndose de Estrella.
- Bueno, me alegro que te diviertas. – Miró la puerta de su casa. – Me tengo que ir, chau.
- Chau, suerte y cuidáte. ¡Ah! gracias por el libro, alguna función le voy a encontrar, tal vez de
pisa papeles.
- De nada, usálo como quieras. – Dijo mientras camina hacia la puerta de su casa, sin darle ya
mayor importancia a Débora.
Se alejaron sus almas. Una siguió caminando sin entender el regalo estúpido que, igualmente, guardó en su cartera. Se detiene y piensa en el anterior rumbo, lo deshecha, avanza por otro lado, otro camino distinto pero con la misma entrega, el mismo regalo, ella, sin saber quién es Charles Ocilirca ni que dice. Para ella será un buen pisa papel o un buen alimento para el fogón, ese último le pareció el mejor uso, el que nunca le habían dado antes de ese día.
La otra, Estrella, quedó dentro de la casa, aliviada y desconcertada de haber regalado el libro absurdo. No sabe el fin de esa acción, ¿qué ventaja o que bien pudo hacer de eso?. Solo sabe que está perdida y que si no estuviera donde está caería otra vez en los brazos de cualquier extraño. Oscila entre la soledad y la desazón, la risa agónica y el llanto eterno, la felicidad desgraciada y la tristeza ensangrentada. Tanto mal le hicieron, pero es la última vez que va a vivir un desamor, un engaño. Se lo jura y lo repite, nunca más, nunca más, nunca más.
Pobrecita, tanto absurdo haciendo tanto mal y uno acá observando estas hojas, las últimas, sin poder hacer nada. Sólo leyendo, leyendo, leyendo. Esperando algún día cruzarte con alguien así, para cuidarla y protegerla, pero ante todo para quererla cada día un poco más. Atrapála antes de que sea tarde, antes de que le llegue el fin. Salí, afuera te espera, el mar te atrapa y ella también. Te lo dice la experiencia.



Fin
Aunque esta historia no termine,
aunque se vuelva a repetir,
nunca acaba,
nunca acaban las historias,
tampoco la incoherencia.
Capitulo 35

Algunas veces solemos hacer las cosas de la mejor forma posible, con toda buena intención y buscando el mejor final. Muchas veces no se logran por muchas razones, generalmente la acusada es la mala suerte, esto debilita la moral, de quien la tenga, y nos hace hundirnos anímicamente. Cuando el asunto es del corazón, quizás sea la peor manera de sentirnos un mísero infeliz. Estamos cargados de sentimientos, dolor, amor, pasión, y todo lo que rime con su semántica, pero hacemos todas las estupideces habidas e inventamos muchas otras. Así y todo puede pasar que uno no quiera curarse de su desamor sino que se mortifica hablando todo el tiempo del tema, escuchando melodías desgarradoras o leyendo otras palabras que nos destrocen un trozo más. Al contrario de estos también está el que se aleja, el que no quiere una palabra de aliento o de postración, y aunque sabe que todo el asunto esta perdido no acepta el quebranto y se da a la lucha tratando de olvidar ahogando y oscureciendo su vida como un cobarde sin temor a morir, pero con miedo a vivir. Perdido en su pasado y sin disfrutar su hoy. Sus minutos, que le dicen que es un ser con suerte de poder disfrutar el dolor o la satisfacción, según lo que le toque vivir hoy.
Esta anocheciendo en la villa, el lugar se llena del murmullo que trae a los turistas del mar, a algunos enamorados que observaron el final del atardecer. Llegan a pie o en auto para la ducha de agua fría que quita la sal y la arena de los cuerpos a medio asar. El sol se fue, sin decir adiós, marcó tarjeta y desapareció, se fue hacia el otro lado del mundo mientras de éste lado abría camino a la luna y a sus secuaces en eso del brillo nocturno, de la confusión oscura y de la transparente orgía.
Juan Pablo salió del almacén con un par de bolsas cargadas, cruzo las calles ocupadas que lo separaban de su casa. Llego, metió llave y entro con amarga soledad a su lado, prendió la luz que no dio sombra cuando se cruzo con él. Cocinó algo que no comió, porque no tenia hambre y porque puso mucho comino en el arroz, de vez en cuando trago algún que otro tenedor de la olla, que luego vació en la basura por ser incomible. Arrancó unas hojas de un cuaderno viejo y escribió algo, tal vez para plasmar su desamor en la lámina, nunca había escrito nada y le pareció buen momento para garabatear cualquier cosa, no le gusto lo que después se auto leyó, lo tituló “Mis yo”.

Mi yo nocturno te encontró,
te chocó y nos acercó
a vos y a mi.
Te trató mal, el nocturno,
e hizo que yo te trate mal
sin saberlo ni merecerlo.
Sin saber que existías,
que tenias rostro,
que sentías
y que me querías.
Sin merecerlo vos
y sin merecerlo yo.
Volví a ser el mismo
y te llené de promesas vanas
que no supiste creer
por no saber que era yo el que prometía.
A mi, quererte me resulto muy fácil,
no tanto a mi otro yo.
Que vos me quieras otra vez
es un milagro irrealizable.
No, no me alcanza con uno
necesito mil,
Milagros.

Obviamente nada de lo que escucho con sus ojos le gustó, le pareció pésimo, arrugó la hoja y por un instante quiso quemarla, se arrepintió y la dejo abandonada en la mesa, como él en su casa. Fue hasta la habitación y se acostó en su cama tendida, no pudo desprenderse de sus pensamientos ni aún intentando llorar, pero ni la catarsis se hizo presente. Imaginó su desdicha transformada en felicidad, pero solo pudo fantasear con ella y su verde oscuridad vengativa, se sintió peor. Se levantó de su cama y fue derecho hacia la heladera, la abrió y sacó un par de botellas, vodka y seven up, recién compradas, y una cubetera de hielo. Mezcló las bebidas en un vaso con un par de hielos e ingirió el brebaje dejando el fondo blanco. Bebió un vaso tras otro, primero se sintió mareado, luego descompuesto, por lo que tuvo que salir corriendo hacia el baño para abrazarse al inodoro sin poder vomitar.
- Che pibe ¿estas bien o necesitas ayuda? - Le gritó alguien desde la cocina. Juan Pablo, que
reconoció esa voz, se levantó y corrió como pudo hacia donde estaba el dialecto.
- ¿Que haces acá, como entraste viejo de mierda?
- Entré por ahí. - Dijo señalando a la puerta. - Escuché ruido y vine a ver que pasaba.
- No pasa nada, así que hacéme el favor de irte de mi casa por donde viniste, estoy bien y no
necesito tu ayuda.
- Bien borracho estás, siempre te encuentro así. – Dijo, mirando la mesa. - ¡Estas tomando vodka
con seven up, no sabés lo que me gusta eso a mi!
- No, ni me importa tampoco, ¿Querés irte por las buenas o te saco a trompadas?
- ¿Por que a la violencia? Mejor invitame un trago de lo que estás tomando, no creo que puedas
terminar la botella vos solo, además así te hago un poco de compañía.
- Dale, andate porque te saco a trompadas. - Amenazó y se desplomó sobre una silla.
- No te conviene, ya te dije que soy buen boxeador cuando estoy borracho.
- ¡Pero no estas borracho! - Dijo tratando de saltar de la silla, pero solo pudo hacer un pequeño
gesto, como si fuera un tic nervioso.
- No tanto como vos, no podes ni caminar, pero enseguida te alcanzo y así peleamos un rato. -
Dijo el viejo mientras se prepara un trago.
- Esta bien, quedáte y toma un poco. - Dijo resignado Juan Pablo.
- Después, ¿peleamos o terminamos en una charla no violenta? - Preguntó el viejo dándole un
sorbo largo al vaso.
- No sé, supongo que iremos viendo, por ahora terminemos la botella. No me olvide que vos me
diste de la tuya para tomar la otra noche.
- Aja, me debés esa.
- Che, me dijeron que no te vieron ni te conocen por acá. ¿Quién sos?
- No te preocupes por eso vos. - Bebió otra vez del vaso. - Algunos borrachos tienen a su elefantito
rosa, otros a la muerte, en tu caso me tenés a mi.
- No entiendo nada, ¿cómo que te tengo a vos?
- ¿Todavía no te diste cuenta?
- ¿De qué?
- De nada, mejor así. – Agarró la hoja de Juan Pablo sobre la mesa.- ¿Esto lo escribiste vos? -
Preguntó el viejo cambiando de tema. – Si, pero ya no me acuerdo lo que escribí, es cosa del
pasado.
- A ver, dejáme leerlo. – Juan Pablo ni se inmutó y el viejo leyó con su voz ronca, bebiendo del
vaso con cada verso.
- Si, definitivamente, eso lo escribí yo.
- Terrible porquería escribiste, de lo peor que he leído es esto.
- Claro, me lo dice el crítico número uno, como si alguna vez hubieras escrito algo vos. - Dijo,
ofendido, Juan Pablo.
- Para que sepas yo escribí mil cosas y mucho mejores que esta basura que me hiciste leer.
- Yo no te hice leer nada, vos solito agarraste la hoja y te pusiste a leer, lo único que falta es que
ahora me digas que también te hice entrar a mi casa y te obligue a tomar de mi botella. – Le
recriminó Juan Pablo mientras el viejo reía y asentía con la cabeza. – Además no tenés derecho a
decir si es malo o es bueno, eso va con el gusto de cada uno.
- No, no, es malísimo. – Dijo el viejo riendo a carcajadas.
- ¡Para, que no termine!, en todo caso podes decir que te gusta o que no te gusta.
- No me gusta para nada porque es malísimo.
- ¿Cómo podes medir lo bueno o lo malo?
- No sé ni me importa y la terminamos acá. Te digo que no me gusta y listo, tampoco vas a armar
un escándalo sobre ese temita.
- Esta bien, servime otro poco. – Le alcanza el vaso al viejo. – Además eso que está ahí escrito –
Dijo Juan Pablo señalando la hoja – Es algo que me pasó y por lo cual me siento mal.
- Ya se te va a pasar, no me lo cuentes porque no quiero escuchar tu historia ni darte consejos
después, soy el menos indicado para hacerlo. – Se excluyó el viejo.
- Está bien, tampoco me serviría de mucho a mi. Creo que estoy maldito. – Dijo Juan Pablo
resignado.
- Es muy probable que tengas razón.
- ¿Alguna vez soñaste con volar? – Preguntó Juan Pablo cambiando de tema.
- ¿Que? No me acuerdo, tengo una memoria frágil.
- Yo si, que bueno seria tener alas y volar. Estar donde quiera sin pagar pasaje ni peaje, subir muy
alto y después dejarme caer en tira buzón. Tener sexo en el aire, encima de una nube, de una
forma que ni el Kamasutra conozca.
- Prefiero hacerlo en una cama de la forma natural.
- Si, con tus gordas.
- No seas idiota, para que sepas yo salí con la chica mas linda de la ciudad.
- Ya estás borracho, mirá la pavada que decís. ¿No viste la facha que tenés? - Preguntó burlándose
Juan Pablo.
- Mirá que sos idiota, ¿Querés pelear? Dale vení maricón.
- ¿A quien le decís maricón?
- A vos, hijo de la gran puta. Vení, dale.
- ¡Con mi vieja no te metas! – Gritó Juan Pablo, se paró y se abalanzó hacia el viejo gritando como
loco y tirando piñas, el viejo hizo lo mismo y se trenzaron en una lucha algo extraña. Sintió que
se abría la puerta y se puso contento creyendo que eran sus amigos que lo venían a ayudar en la
pelea contra el viejo, ahora esta seguro de que va a ganarle.
- ¡Pará loco! ¿que hacés gritando de ese modo?. ¡Estás todo sucio, mirá lo que es tu ropa!
Levantáte, dale. - Le ordenó la voz a Juan Pablo.
- ¿Donde estas? Vení viejo, seguí peleando.
- ¿Que decís? ¡Estás loco! quedáte quieto por favor. – Le volvió a ordenar la voz a Juan Pablo.
- ¡Débora! ¿Que hacés acá? ¿Dónde está el viejo?
- ¿Que viejo? Iba pasando y vi luz, golpeé la puerta y como no contestaste entré. Me hiciste asustar
porque te escuchaba gritar y gemir pero no te veía. Seguí caminando y te encuentro acá dormido
y colgado del inodoro, ¡mirá, te vomitaste todo!
- ¿No viste al viejo? Estaba peleando conmigo y ...
- Calláte, no había ningún viejo, estabas soñando. – Interrumpió – Sacáte la ropa así te das un
baño, levantá los brazos. – Le ordenó Débora.
- ¿Soñando? ¡Que voy a estar soñando! ¡Ya te voy a agarrar viejo, esto no termina acá, ya vas a
ver! – Gritó, Juan Pablo, mirando hacia arriba con los brazos levantado.
- ¡Hey! Basta, me estas asustando. Sacáte el pantalón y las zapatillas. Ordenó y Juan Pablo
obedeció – Andá y metete abajo de la ducha que yo te preparo un café para que se te pase. –
Metió a Juan Pablo debajo de la ducha y abrió una canilla.
- ¡Esta caliente, la puta madre, me quema! – Gritó con dolor Juan Pablo.
- No seas llorón, no está tan caliente. – Dijo y se sonrió mientras abría el agua fría para regular la
temperatura. – Ahora vengo, mientras mojate la cara y el resto del cuerpo. – Salió hasta la
cocina donde calentó el café frío dentro de la tetera, luego le volvió a hablar a Juan Pablo. –¿Ya
estas mejor?
- Nadie le respondió así que volvió a preguntar y otra vez no obtuvo respuesta. Nuevamente salió
corriendo hasta el baño y lo encontró tirado en la bañadera, muerto debajo del agua, se asustó y
se metió debajo de la lluvia a rescatarlo.
- Juan Pablo despertá, por favor despertá, no te me mueras despertá. – Gritaba y lloraba la pobre
mujer asustada. Trató de levantarlo un par de veces sin suerte, se caía en cada intento, cerró la
llave de la ducha, le di unas cachetadas para reanimarlo, intentó hacer una especie de respiración
boca a boca pero era inútil nunca había revivido a nadie, se abandonó y lo abandonó, solo podía
llorar sobre sus cuerpos mojados. Lo abrazó y gritó – No te me mueras todavía, yo te quiero , por
favor no te me mueras todavía, no me dejes hoy. – Juan Pablo abrió los ojos y echó a reír, la miró
y por un instante no pudo continuar con su alegría, vió sus lágrimas y su desesperación. Siguió
riendo sin contemplación alguna.
- Sos un estúpido, me asustaste, pensé que te había ahogado, que te había matado sin querer.
Perdonáme, no, mejor pedíme perdón vos, sos una mierda de persona, una basura humana, ojalá
te hubieras ahogado en serio.
- No llores, no pasó nada, estoy bien. Fue divertido. – Dijo sin estar consciente todavía de sus
palabras ni de nada.
- ¡Todavía seguís jugando conmigo! Siempre estoy tratando de ayudarte y de cuidarte pero vos
siempre aprovechás para hacerme sentir como una idiota, como una infeliz. – Gritó histérica
mientras salía de la bañadera.
- No, no quise... ¿me alcanzás una toalla? Tengo frío – Dijo tiritando Juan Pablo e hizo sonreír a
Débora.
- ¡Toma! – Dijo Débora alcanzándole la toalla. – Tendría que matarte, el susto que me diste,
tendría que...
- ¡Para! Casi me matas recién y mira como te pusiste. – Dijo sonriendo Juan Pablo. – Si me matás
de verdad ¡quien te aguanta! ¿No?
- ¡El café! – Exclamó Débora que, sin prestarle mas atención a lo que dijo Juan Pablo, salió
corriendo del baño hacia la cocina.
- Te aviso que ¡ni loco me tomo ese café!, hace como diez minutos que debe estar hirviendo, debe
estar todo volcado sobre las hornallas. – Dijo en grado cómico. – Después limpiás todo, ¡eh!
- Por lo visto ya estas mejor, así que no te preparo otra vez café, ¿me querés decir a dónde vas
ahora? – Preguntó Débora.
- A mi pieza, a ponerme ropa limpia y seca. – Le contestó Juan Pablo.
- ¿No tenés algo para prestarme a mi?, yo también estoy empapada.
- Si, se te ven las tetas, lo que no es nada nuevo por acá.
- Aja, es verdad. – Dijo riendo, sin sentirse inhibida o insultada.
- ¿Alguna vez soñaste con volar? – Le susurró Juan Pablo al oído mientras la abrazaba por la
cintura.
- No, porque yo siempre vuelo. – Dijo tirando su cabeza hacia atrás esperando el beso que Juan
Pablo le dio, justo antes de que sus manos recorrieran todo su cuerpo.
- Espero que sepas que en unos días me voy, y que esto no significa que pienso llevarte conmigo ni
nada parecido. ¿Entendés? – Preguntó Juan Pablo de forma tajante.
- Aprendí a saberlo, pero tampoco gano nada no estando esta noche con vos, la ultima noche que
me queda para sentirte conmigo. Quiero ser feliz al menos hoy, porque es lo único que me
importa, vivir este momento sin preocupaciones. Lo demás, no tiene sentido pensar en lo demás,
por eso no leí el libro que me regalaron.
- ¿Qué libro?
- Shhh, ahora no es tiempo de hablar. – Le dijo mientras lo besaba, mientras lo tomaba de la mano y lo llevaba hasta la habitación. - No creo en la auto ayuda editada. - Dijo y sonrió sabiendo el futuro maldito. Entraron a la pieza y consumaron la ultima noche de placer y deseo sin amor, demás esta decir como y de que forma lo hicieron, para eso basta con usar la imaginación y saber que solo hubo un poco de pasión.

Capítulo 34



- ¡Que mala onda tiene este tipo, por favor! ¿Que le pasa ahora?, me dan unas terribles ganas de pegarle unas piñas. Además tengo ganas de vengarme por lo que nos pegó hoy. ¡Sos un idiota! ¿me escuchás? ¡sos un pelotudo, dale vení! – Gritó el sueco, en estado de nerviosismo, a Juan Pablo, sin que éste lo escuche.
- Dejá de hacer papelones, no ves que está lejos. ¿Por qué no le gritaste cuando estaba acá cerca, ¿le tenés miedo o querés demostrar que sos muy valiente? – Le recriminó José.
- ¡Que le voy a tener miedo a ése! – Se defendió el sueco.
- Bueno, calláte. Vamos a buscar el auto y vamos a la playa a ver si esta jorgito por ahí. – Le ordenó José.
Pegaron la vuelta y fueron a buscar el auto, se subieron, previo reproche del sueco por la nafta y castigo verbal de José, y salieron hacia la playa. Estacionaron, se bajaron, pusieron una manta encima del auto para no quemarse después, aunque no hacia ya tanto calor, y recorrieron la playa en busca de su amigo. Caminaron un rato, sin suerte, hasta que decidieron volver al auto. Llegaron hasta unos metros cerca del auto y vieron una figura, dentro del Renault 12, que se movía.
- ¿Viste eso? – Preguntó el sueco algo asustado.
- Si, alguien se metió en tu auto. ¿A ver que tan valiente sos ahora? Vas a tener que sacar al que este ahí adentro, hace de cuenta que es Juan Pablo. – Se burló y se rió un nervioso José.
- No te rías, me vas a tener que ayudar por dos razones.
- ¿Qué dos razones? – Preguntó José.
- Si me roban el auto nos volvemos todos caminando a la ciudad, y si yo por casualidad saco, digo si yo solo y sin tu ayuda lo saco, al que esta adentro, vos te vas caminando a la ciudad. – Dijo un rebelde sueco.
- Mierda que te pones jodido cuando estas cagado, ¿habrá un palo por acá? – Dijo José, y buscó algún objeto contundente.
- No, arena nomás, vamos. – Se acercaron hasta el auto con las rodillas temblorosas, espiaron por la ventana de la puerta trasera y el alma les volvió al cuerpo cuando vieron que solo era jorgito.
- ¡Jorgito! ¿Qué haces durmiendo ahí, porque no vas para casa? ¡No tenés idea el cagazo que nos hiciste pegar! – Le dijo el sueco tan feliz de que nadie le quería robar el auto que ni se enojo.
- Hey despertáte, loco. Estas todo mojado. – Le dijo José, también feliz de no haber tenido que arriesgar su vida. Era lo único que le faltaba, hasta ese momento, para coronar a la más desastrosas de las vacaciones.
- ¿Qué pasa, che? Llévenme a casa, quiero dormir.
- Primero despertáte y contános que hiciste anoche, nos tenias preocupado, espero que te hayas ido con una chica. – Le dijo José, tratando de que valga la pena tanta preocupación.
- No sé, no recuerdo mucho. – Dijo jorgito en un bostezo.
- Mas vale que te acuerdes de algo.
- A ver que pasó, yo estaba con ustedes cuando lo echaron a Juan. Después yo salí a buscarlo y no sé que pasó, termine charlando con unos pibes de no sé que ciudad, y después. – Se quedó pensando ante la atenta mirada de los otros dos. – Ya sé, cayó la policía y nos pidió documentos. Yo estaba con un pedo de la san puta, así que los mande al carajo, debí haber dicho muchas puteadas porque bajaron recontra calientes los dos milicos. Uno de los pibes que estaba conmigo ahí afuera le tiró un cascotazo al patrullero y le bajó el parabrisas. Ahí se armó una hecatombe de la puta madre. Los policías salieron a repartir palos, pero mi bandita era más numerosa. Uno de los poli se asustó y me soltó el brazo, porque me tenia agarrado del brazo. Ahí dispare...
- ¿Vos me estás diciendo que armaron un quilombo así afuera del boliche y nadie se enteró, no lo soñaste? – Descree José.
- No sé, José, creo que no. La cosa es que uno de los pibes sacó algo, yo pensé que era una pistola, pero no estoy seguro de lo que era, pero hizo un ruido que me asusto mucho. Quizás fue un petardo, bueno así que empecé a correr y llegue hasta acá, a la playa, y después no sé, me debí dormir, desmayar o algo así.
- Uh, vos todavía estas mamado. Vamos así te dormís la mona, capaz que ahora salís con que te secuestraron extraterrestres. – Se rió José, mientras subían al auto, luego se fueron a la casa.

Carta número13

3 al 15 de Diciembre

Hola, sé que hace mucho que no te escribo, en realidad que hace mucho de todo. Hace mucho que no te veo, que no hablamos, hace mucho que no se nada de vos.
Tal vez sepas, a estas alturas, cual es mi situación. Supongo que sabés desde donde te escribo y también supongo que sabés porque. No sé si leerás esta carta, no sé dónde estás, la envío a donde envié todas las demás pero dicen que hace tiempo que no aparecés por tu casa. También dicen que yo debería saberlo ya que supuestamente soy el responsable de tu destino. La verdad es que no sé, ni tengo la menor idea de donde estarás. Me gritan y me golpean a menudo, casi todos los días. Me preguntan por vos a medida que me aporrean durante varias horas, después me dejan descansar un día o dos, con suerte, así no van dejándome marcas que tache el honor que ellos creen tener.
Los días acá son eternos, solo en a oscuridad esperando que pase el tiempo indestructible de este lugar, no tengo nada que hacer mas que llorar y rogar que me dejen en paz.
Hace un rato volvieron, amenazaron con matarme si no les decía donde estás. Les dije que era imposible ya que no lo sé y uno de ellos me grito que era un “asesino hijo de puta”. ¿Qué es esto? No me lo creo, les conté que siempre me hablabas de viajes y aventuras y que, probablemente estarías recorriendo Sudamérica o algún otro lugar en donde no se sienta tanto la mano del hombre malvado.
De nuevo volvieron los golpes y los gritos y el llanto. No sé cuanto más pueda soportar todo esto, si llegás a leer esto te pido que por favor aparezcas y demuestres que es mentira todo lo que dicen. No pude haberte matado. Hay mil razones, que vos ya sabes, para querer que estés a mi lado durante toda mi vida y no toda la tuya. Pero bueno, estos muchachos de gris piensan con los pies y no puedo pretender que razonen como mi cabecita de enamorado. Esa que todavía te quiere, a pesar de todo, recordando nuestros comienzos, nuestros abrazos y nuestros besos. Desearía tenerte otra vez conmigo para quererte y sentirme feliz, para sentir celos y desesperarme con cada minuto que te retrasás. Desearía mil cosas pero sobre todo quiero hablarte, como hace tiempo no lo hacemos, perderme en tu mirada y sentir que estoy perdido en el fondo de tus pupilas, ser el cazador cazado de esa selva impenetrable que lleva tu nombre escrito en el cielo.
Hoy llegaron más tranquilos, casi ni me levantaron la mano, charlamos un rato y les conté un poco de lo poco que conozco tu historia. Les explique lo de tu “amigo” del verano, como se rompió no sé que hueso o que parte del cuerpo y de cómo quedo postrado. No les supe decir el nombre del fulano ese ya que nunca me importó mucho saber su nombre. Es mas me daba mucha rabia la forma en la que hablabas de él, de no ser porque anda en silla de ruedas ya hubiera ido hasta su casa y le hubiera gritado unas cuantas cosas. A pesar de todo lo seguiste queriendo, nunca me lo dijiste pero se te notaba en tus ojos. Se te ponían como vidriosos cada vez que hablabas de él y de su tragedia, de él y el gran desamor (mentiras) que te produjo. En fin, ya me acostumbre a pensar que eso es la historia antes de la historia, la historia antes de mi
No sé que más decir, ya que esto se interrumpe y es siempre la misma rutina. Ayer me prometieron que me iban a dejar enviar la carta, me entusiasme un poco al principio pero después desistí de sentirme tan bien, quien sabe si es cierto lo que dicen, quien sabe si podrás leerme otra vez como tantas otras veces. Quien sabe si vivís o no, como a ellos les gusta decir.
Vos no te preocupes, solo leéme y recordáme sin culparme. Te quiero y te extraño.

ISMAEL

14 de mayo de 2007

Capítulo 30



La mañana llegó y pasó desapercibida para muchos, el mediodía fue otro almuerzo para algunos y la tarde un desconcierto para los que recién amanecen, con un reloj descompuesto por dentro, y que abren los ojos quebrados de la estupidez.
- Ya era hora de que despiertes.
- ¿Qué pasa? ¿dónde estoy? – Pregunta asustado mientras trata de recorrer el lugar con sus ojos oscuros.
- Esta vez en mi casa – Le contesta algo o alguien que anda por ahí, delante de él.
- ¿¡Débora!? – Exclama en un asombro doloroso que reconoce la voz de la repetición nocturna.
- Aja, supuse que no te ibas a acordar de nada, igual que ayer. – Abre las cortinas de las ventanas de la habitación dejando entrar el sol que, aunque tenue por las nubes, irrita a los ojos de Juan Pablo.
- ¡Ah!, ¿qué hacés?, ¡cerrá eso por favor!. – Exclama tapando sus ojos pero observando igual el lugar. Un ropero marrón enfrente, una puerta a la derecha y una mesita junto a la cama grande.
- No señor, acá en mi casa a las tres de la tarde se abren las ventanas para ventilar la casa.
- Para asarla querrás decir. Me querés decir que carajo hago yo en tu casa, porque si no recuerdo mal, yo no vivo acá.
- Ya se que no vivís acá, pero te traje y agradecé que no estén mis viejos. – Dice mientras se coloca al pie de la cama.
- ¿Por qué me trajiste, o mejor dicho, por qué vine yo a parar acá? – Pregunta en un bostezo, Juan Pablo.
- Es fácil, porque estabas tirado afuera del boliche. – Reprocha al mismo tiempo que abre el ropero para guardar alguna ropa.
- Yo recuerdo otra cosa, bueno recuerdo poco, pero yo me volví caminando. – Dice y busca su ropa al costado de la cama.
- Nada que ver. Estabas tirado boca abajo, durmiendo y todo sucio. Dicho sea de paso te lave la ropa, así que no busques más. – Débora se da vuelta, se queda mirando y vuelve a voltear para seguir haciendo sus cosas en el ropero.
- ¿Y el viejo, que se hizo del viejo que estaba charlando conmigo? – Pregunta para demostrar que recuerda algo.
- ¿Qué viejo?, no había nadie. – Dice y sale de la habitación para ir a otra que Juan Pablo desconoce.
- El cartero, ahora me acuerdo, estuve hablando con él.
- Pero si acá no hay ningún cartero. – Grita ahora, al parecer desde afuera, tal vez desde el patio. – Las cartas hay que ir a buscarlas al pueblo de al lado. – Dice asomando su cara por la ventana de la habitación. – Tomá, ya está seca. – Y arroja la ropa sobre el desconcertado individuo postrado en una cama.
- ¡Estoy desnudo!, ¿me desnudaste vos?.
- No, eso lo hiciste vos en un momento en el que te pusiste cariñoso conmigo. No lograste mucho y me defraudaste un poquito pero, quedáte tranquilo, es comprensible que te quedaras dormido con esa borrachera, no se va a enterar nadie. – Dice y se ríe con maldad, luego desaparece de la ventana..
- Ahora te reís, bien que ayer se te caían las lagrimas por mi, idiota. – Dice mientras revisa su ropa.
- Lo que pasa que ayer tuve un día complicado, estaba medio sensible, cosas de mujeres. – Dice incorporándose a la habitación.
- ¿Qué mas tenés para decirme de anoche?. Pregunta sin animarse a vestirse delante de Débora.
- Nada, no te vi anoche, solo que cuando te traía una chica me empezó, bah, nos empezó a gritar. Después dejó de gritarnos y te gritaba solo a vos. ¿Querés que me dé la vuelta?, lo que faltaba, si ya te conozco desnudo, está bien. – Habla y se da vuelta.
- ¿Quién era?. Que raro, ¿no?.
- Y ahora, ¿qué hacemos nosotros?, ¿aprovechamos mientras estas a medio vestir para revolcarnos un poco?. – Pregunta y se zambulle de lleno en la cama.
- Por suerte no, tengo que ver que pasó anoche. – Salta de la cama desprendiéndose de los brazos de Débora y sale.Chau estúpido, pero acordáte que siempre volvés. – Se queda sentada en la cama y esta vez no se acongoja al no escuchar un “gracias”, menos aun al escuchar la puerta golpearse. Tiene mucha esperanza de que va a volver, y eso la hace sonreír.

Carta número 12


5 de Noviembre
Así como vos lo engañaste a él, también lo hice yo. Pobre infeliz ingenuo, siempre te creyó tanto como te quiso. Vos aprovechaste bien esa oportunidad, si, no la dejaste escapar y casi enloquece. Pero no enloqueció solo desapareció dándome lugar a mí que, aunque conozco poco de esta historia, me di la chance de intervenir para darles un fin a los dos. El de él es un poco incierto, tal vez cuando despierte piense que esto es un sueño que vivió, sin saber donde estuvo. El tuyo, bueno, salta a la vista si tan solo te pudieras ver. Quizás desde donde estés ahora te podrás ver y si por casualidad lo ves a él decile que no venga, no tiene mucho que hacer por acá, es mas, no hay lugar para él y estaría muy incomodo. Yo voy a estar un rato más por acá, tal vez unos renglones, tal vez hasta el final, todo depende exclusivamente de ellos (o de él) y del tiempo que se tomen en derrocarme. Cada segundo me cuesta una batalla pero soy feliz y eso es lo que importa, teniendo en cuenta que pocos son los que logran todo lo que yo estoy consiguiendo (ni Borges, con tan poco mundo, puede). En este momento me pregunto ¿por qué no aparecí antes? , ¿por qué me perdí todo esto? Tengo la respuesta, obviamente, a estas preguntas que me formulo y que yo mismo me respondo, nunca me dejaron salir, nunca me dejaron vivir y por eso aprovecho todo esto ahora. Pero ya no hay más, yo domino todo y manejo este cuerpo-nave hasta donde yo quiera. Es una sensación nueva, pero no me siento perdido ya que en el envase estaba toda la información que necesitaba de este mundo. Un poco de arte, muy poco de sabiduría, mucho de dientes y prótesis (asquerosísimo) y, lo más importante, un cuidado especial en el trato con las personas (¿somos todos tan malos en este mundo?).Lo que sí me dio un poco de trabajo fue tragármelo a él y a toda su tristeza, quizás este del lado derecho, pero tengo entendido que es la parte que casi no se usa. No sé de algún lado saque eso también. Casi no tengo tiempo para más, es tarde pero igual espero que hayas tenido un buen día hace unos días. Obviamente que lo habrás disfrutado, ese día se puso ahí para gente como vos.

Intersección en la que me cruzo con ustedes

Intersección en la que me cruzo con ustedes
Otra vez les dejo espacio, otra vez lo mismo.


















Capítulo 31


Caminó por la calle interminable y el sol aplastante que lo estaba asando, y no se sacó la remera por miedo a la quemada del sol. Juan Pablo entró a su casa, ahora su chiquero, y recordó la noche anterior cuando le usurparon su casa como si fuera el último bote del Titanic, ojalá haya zozobrado pensó y naufragó al igual que la película. Le pareció raro abrir la puerta y que este sin llave, la que no encontró en sus bolsillos, creyó haberla cerrada a la noche, quizás es algo más que no recuerda. Renegó un poco, al ver la mugre, por no aceptar la oferta de José para limpiar la casa, estos no van a aparecer hasta tarde pensó. Abrió la heladera y sacó algo fresco para beber, otra vez la deshidratación, bebió y luego fue hasta las ventanas, las abrió, y ahora todo se vió peor. Juntó algunas cosas de la mesa, tiró algunos papeles y vació el cenicero que se le cayó dentro del tarro. Metió la mano y lo sacó, se lavó las manos y siguió limpiando, caminó hacia su pieza y antes de entrar olió más alcohol. Vió que algo se movía y su cama crujía, retrocedió unos metros y cuando estaba a punto de correr hacia fuera se frenó. El viejo, pensó, me debe haber robado las llaves anoche. Agarró un cuchillo serrucho de la mesa y encaró hacia la pieza. Estuvo por entrar y se frenó, miró el cuchillo y razonó dos cosas contradictorias sobre ese cuchillo, o era muy peligroso o totalmente inofensivo, volvió y agarró un sartén aunque no le pareció mucho más efectiva. Se acercó a la puerta y espió lleno de miedo, vió que dormía alguien, contó hasta tres y no pudo abalanzarse por estar paralizado por el miedo, contó de nuevo y diez veces más y no se convenció. Se secó el sudor de la frente e intentó hacer dejar de temblar a sus rodillas, sin éxito, miró otra vez y todo siguió igual pero se asustó cuando su imaginación lo engaño y le mostró un ser abalanzándose hacia él, casi corrió hacia la puerta. No la atravesó por miedo, no a morir sino a lo que podrían llegar a decir y reír sus amigos y los que no lo son, “así que saliste corriendo y gritando ayuda por la calle, ja, vos si que sos cagón”, “¿vos sos el de los gritos y llantos? cuando te vi no pare de reír por una semana”, “¿y tanto escándalo por un viejo metido en tu cama?”. Era perder demasiado orgullo en un rato, así que se quedó y caminó otra vez hacia la pieza. Llegó hasta la puerta, aguantó la respiración unos segundos, contó hasta tres y corrió hasta donde está la cama tirando sartenazos para todos lados y gritando cosas sin sentido y onomatopeyas sacada de alguna película de artes marciales. Acertó un par de veces sobre algo, igual su promedio fue bajo, alguien gritó de dolor. Al lado de éste se levantó otro individuo más, que solo quiso huir y lo único que logro fue engancharse un pie con una de las sabanas y caer de cara al piso. Juan Pablo los miró y sostuvo al arma efectiva como a un bate de béisbol, ahí se imaginó la crítica de la gente de otra forma, “y eras vos contra dos, que huevos que tuviste, yo hubiera salido corriendo”, “vos sos mi héroe flaco, te invito una, no, dos cervezas”, “que bárbaro che, ¿después que hiciste?”, ahí no pudo imaginar más porque estaba viviendo el después. Aprovechó que nadie se movía y empujo las ventanas para que entrara más luz en la habitación, pateó y miró a sus vencidos, descubrió sus caras sin poder creer lo que veía, se sintió culpable pero igualmente se echó a reír mientras tiraba alguna que otra patada débil hacia los individuos.

Capítulo 32



Abrió la heladera y sacó la cubetera, la golpeó contra la mesada un par de veces hasta que se cayeron algunos hielos, tomó un trapo y los envolvió. Volvió a su habitación, donde ya había algo de movimiento.
- ¿Qué pasó Juan?, casi me rompes la cabeza.
- Pasó que me asustaron, manga de idiotas. Me querés decir ¿qué hacían en mi cama?
- Dormíamos, ¿o no te diste cuenta?.
- Ya sé que dormían, José, pero ¿porque en mi casa, en mi pieza y en mi cama?
- Lo que pasa es que no teníamos donde ir.
- ¿Y tu casa, la que alquilas con los chicos?. – Miró al piso, el otro se movía. – Ahí se está despertando el sueco.
- Si, va a tardar un rato. Sueco, sueco, ¿estas bien?. – El sueco solo se queja y gime todavía con dolor. – Sueco, levantáte.
- Dejálo un rato, se dio un golpazo contra el suelo cuando quiso salir corriendo, fue muy cómico. – Rió. – Bueno, contáme, ¿cómo y por qué entraron acá?.
- Cuando a vos te echaron anoche del boliche, nosotros nos quedamos adentro...
- Si, unos amigos ustedes, me dejaron solo afuera.
- Si, después de cómo te reíste de mi y con la sepultura que le dieron a mi orgullo, yo estaba medio enojado.
- ¿Yo me reí de vos? – Preguntó tratando de recordar.
- Si, por lo de las lesbianas, ¿no te acordás o me estas jodiendo?
- No me acuerdo, ¿qué paso?
- Después te cuento. Cuando salimos vos estabas tirado, durmiendo en el piso totalmente inconsciente. – Gesticula y mueve su cuerpo para explicarle. – Como yo estaba enojado...
- ¿Por qué?, contáme.
- Pará, dejáme terminar, insoportable. Estabas tirado, así que te revisamos los bolsillos y te sacamos las llaves y unos pesos.
- Y ¿el viejo? ¿no había un viejo charlando conmigo?
- ¿Qué viejo? No, no había nadie.
- ¿Cómo que no, yo estuve hablando con un viejo borracho que es cartero?
- Yo no lo vi, ¿vos sueco lo viste?.
- No vi a ningún viejo, solo dos lesbianas que nos amargaron la noche y un boludo que nos arruinó la tarde a sartenazos.
- ¡Que misterio el viejo este!, ¿quién carajo sería?
- No me vas a decir que habiendo estado con la morocha que te gusta a vos después te quedaste hablando con un viejo.
- ¿Qué morocha?, no me digas que estuve con Estrella.
- Sí, te digo, es más hicieron lindo papelón en el sillón y a la vista de todos. Preguntále al sueco que no se perdió detalles, es un asqueroso verde éste. – Dijo José, desaprobando al sueco.
- Sueco degenerado, tendría que pegarte otra vez. – Amagó a pegarle con un sartén imaginario. – ¿Después que paso?
- Después, después. – Piensa el sueco, o trata de hacerlo, poniéndose una mano en el mentón. – Después te echaron, salimos y te robamos las llaves y la plata.
- ¿Terminaste tirado ahí hasta recién? – Preguntó José.
- No, adivina ¿en la casa de quién termine?
- No sé, ni me importa. – Se quejó José.
- En la casa de Débora, me llevó ella misma.
- Te quejás, te quejás pero bien que te gusta la minita.
- No, lo peor es que estaba tan borracho que no pude hacer nada.
- O sea que anoche en el estado en que estabas terminaste casi con dos mujeres, mira sueco, mirálo al llorón, al que no lo quiere nadie.
- Si, es una rata. Les va con el cuento del pobrecito y liga una noche buenísima, con dos mujeres hermosas y medias atorrantas.
- No seas idiota. – Pensó, y puso cara de sorprendido, pero en realidad ya lo sabia solo que no se había enterado. – La que nos gritaba cosas a Débora y a mi era Estrella. ¡Que estúpido soy!, ¿ahora qué hago, qué hago?. – Gritó exagerando la paranoia.
- No sé, suicidáte imbécil. Vamos sueco, vamos a comer algo y a ver que hicieron los chicos.
- Si, a mi me preocupa jorgito. ¿Dónde habrá ido este?
- No sé, ni me importa. Dale vestite. Vos limpiá esto, es un asco, no se como podes vivir así. – Agarró algo de la heladera, bebió, y se fueron por el camino, derritiendo hielo en sus cabezas.

Capítulo 33


Juan Pablo termina de ordenar su casa, de ventilarla y de recuperarla como suya otra vez. Huele el aroma que queda en el lugar, no siente nada y eso es lo mejor, ya no siente la putrefacción que reinaba hasta escasos minutos atrás.
Prende la hornalla, calienta agua y pone café instantáneo en el filtro que coloca en la tetera. Abre la heladera y saca unos fiambres, olvidados y envueltos en nylon, y unos panes congelados, para que no se echen a perder. Calienta y corta uno de los panes, al medio coloca un par de fetas, queso y paleta, y se lamenta por no tener mayonesa, igual se conforma porque no tiene ganas de salir a comprar. Vuelve a unir los dos trozos de panes y siente chillar la pava. Vierte el agua hirviente en la tetera, previo paso por el filtro con café instantáneo, para luego volcar el preparado en la taza, previamente lavada. Bebe y come, sin que su estomago reconozca cada cosa y con su hígado feliz, se apura porque tiene cosas que hacer y situaciones que arreglar. Lava la taza y limpia la mesa, barre unas migajas del suelo y sale de la casa, cerrando puertas y ventanas, así no se infiltra nadie esta vez. Vuelve a caminar el mismo sendero que caminó hasta el cansancio desde hace días, desde que llegó a éste lugar, avanza unas cuadras y se encuentra con el sueco y José, que lo llaman.
- Che, Juan, vení un segundo. ¿No lo viste a jorgito, no aparece desde anoche, no sabés donde está?
- No sé ni me importa José, estoy apurado.
- ¿Qué? ¿No te preocupa jorgito, no aparece...
- Si, si, sueco, pero ustedes se preocupan por él justo recién ahora que tengo que hacer otras cosas que son más importantes para mi.
- Que humor que tenés loco a ver si aflojas...
- Chau nos vemos después. – Interrumpe a José y sigue caminando, ciego, el recorrido.
Llega al final del camino, a la puerta de la casita verde sin esperanzas, golpea la puerta un par de veces y ésta se abre. Lo atiende quien él espera que atienda, Estrella, pero no tiene el aura que la rodeaba como otras veces que la vió, sino que se ve opaca y apagada. Su cabello, chato y liso, no se parece en nada a aquellas ondulaciones infinitas que él anhelaba y sus ojos no lo encandilan, ya que están como si hubieran sido apagados, esos fuegos, con infinitos baldazos de agua, probablemente un llanto anterior y presente que también devuelve, en un gesto arrugado, su cara.
- Hola Estrella, ¿cómo estás? – Le pregunta Juan Pablo
- Hasta recién estaba muy mal, destruida.
- Si, se te nota. ¿Qué te pasó? – Pregunta y se sonríe pensando que ella lo está halagando. – ¿Cómo estas ahora que vine?
- Peor, estúpido. ¿A qué viniste? ¿no te alcanzo con lo que hiciste anoche? ¿venís a regocijarte, a verme llorar y sufrir?. Yo te abrí mi corazón anoche... – Se quiebra y rompe en un llanto que no encaja en ella, es imposible imaginar tal cosa, por eso Juan Pablo quiere en vano sostener alguna lagrima de sus ojos vidriosos.
- Pero, Estrella, ¿qué pasó? ¿qué te hice yo? – Pregunta indignado Juan Pablo.
- Anoche, ¿te acordás de anoche?. – Sin esperar respuesta continua. – Me engañaste y me destrozaste.
- ¿Qué?. Te juro que no sé de que me hablás.
- ¡Cómo que no!, te aprovechaste de mi porque no estaba en mi mejor estado, te entregué todo y en ese lugar. ¿Para qué? Para que después te vayas con la otra puta que no tiene dueño, porque es de todos. – Ya no llora, Estrella, pero hace unos esfuerzos terribles para que la humillación que siente no se convierta en mas lágrimas y su rostro se vuelve rígido como en las tardes de los días anteriores.
Juan Pablo se queda mudo, sin nada para decir, solo piensa en que los chicos y Débora misma decían la verdad. Quería contarle a Estrella algo para defenderse pero no tenia nada para su defensa, así que improvisó una.
- Te digo la verdad, no recuerdo nada de anoche, tengo una imagen de cuando salíamos de mi casa pegada con otra que es de hoy cuando desperté. Estaba muy borracho anoche y no tengo ni idea de lo que hice. Me pone contento saber que estuve con vos – Juan Pablo le toma la mano y mira a los verdes de ella – y que me querés...
- ¿Qué? Soltáme, sucio. – Saca su mano de la de Juan Pablo – ¿Estás loco vos, o también te golpeaste la cabeza con la cama cuando estabas con esa? Con todo lo que hiciste todavía te creés capaz de creer que te quiero y que...
- Pará, pará. Me pone contento eso, pero también me pone triste lo otro que me decís, que te estafé.
- Te voy a aclarar una cosa, no te quiero para nada, tal vez te quise anoche pero descendiste muchísimo, no solo no te quiero sino que te odio, me hiciste mucho mal. Pensé que eras distinto, que tus promesas eran sinceras y verdaderas, y no una apuesta a mi corazón.
- ¿Promesas?, ¿qué promesas? – Juan Pablo se queda helado, esta vez si que no recuerda esa parte de la historia.
- Esas que dijiste anoche, que ibas a ser un lindo recuerdo, por el cual yo no podría odiarte nunca, y que vos ibas a vivir en mi ayer, cuidándolo para que yo no pueda tener recuerdos tristes y no se que otras cosas. – Se sonríe irónicamente y mira a Juan Pablo.
- ¿Yo te prometí todo eso? – Pregunta Juan Pablo totalmente sorprendido.
- Si. – Se sigue sonriendo con sarcasmo.
- Bueno, tal vez podrías dejar que trate de cumplir esas promesas, y así me reivindico con vos. – Pide sincero.
- No, ya es tarde, ya sos un recuerdo horrible. Además leí que los hombres siempre prometen cosas para lograr lo que desean. Después se olvidan de las promesas, igual que vos.
- ¿Dónde leíste eso?, es una mentira. Yo te quiero y estoy loco por vos desde el momento que te vi. – Dice, sin mentir, Juan Pablo.
- Sí, seguro. – Ríe e ironiza, Estrella. – Según mi libro de autoayuda, los hombres siempre hacen eso, y ¡oh casualidad! vos me lo hiciste a mi.
- ¿Qué libro de autoayuda tenés? ¿A quién le creés todas esas pavadas? ¿Por qué lo tenés como guía de vida?
- Este, tomá. – Le alcanza un libro mediano. – El de Charles Ocilirca, el mas vendido y el de los mejores consejos para las mujeres.
- ¡Pero es un tipo ese!, a ver si entiendo. ¿Vos recibís consejos sobre hombres, que supuestamente son todos malos, de un libro escrito ¡por un hombre!?. ¿No es medio paradójico eso?
- No sé, a mi me basta con que tenga razón en lo que dice. Yo no le puedo criticar nada.
- Y ¿qué sacaste de ese librito, como para no darme otra oportunidad, para no dejar que te demuestre que te quiero? – Pregunta Juan Pablo, algo enojado.
- Dice todo lo que vos me hiciste, me llenaste de promesas y después me dejaste por otra. Eso es un caso muy común de aprovechamiento. – Mira a Juan Pablo y se sonríe.
- Decime, dice que yo iba a venir a decirte que te quiero y que todo lo que hice lo hice inconscientemente.
- No sé, no llegué a ahí todavía. Me voy a fijar. – Ojea el libro.
- Bueno, hagamos una cosa, si dice algo me voy y no te molesto mas.
- ¿Y si no dice nada?
- Y si no dice nada vos vas a pensar en perdonarme.
- No, no, no. Yo no voy a perdonarte.
- Dale, si no dice nada lo vas pensar. Nada más. No tenés que perdonarme solo replantearte la situación. ¿Si? – Le rogó Juan Pablo con su mejor cara de pobrecito, casi dando lástima.
- Esta bien. – Dijo no muy convencida. – Tu carita es una cosa innegable. Si es que lo encontramos, lo pienso.
- ¿Me lo prometes?
- Si, lindo. ¿Cómo no?. Yo no rompo ninguna promesa. – Se sonríe maligna.
- Bueno fijáte. – Le dijo Juan Pablo que ya se siente otra vez en marcha.
- Bueno, acá, por esta pagina quizás diga algo. – Se pone a leer en voz alta. – “... luego del engaño es casi seguro que el individuo vaya en busca de usted, pobre personita engañada, y clame por un perdón...” esto ya lo hiciste hace un rato, a ver por acá. “... entre sus mentiras y patrañas, que puede usar, seguramente esta la de hacerle cargar las culpas a algún amigote, de él, que lo engaño...” bla, bla, bla.
- Viste, no dice nada.
- Hasta ahora no, te sigo leyendo. “... también es muy probable, mas bien es seguro, que acuse borrachera y por consiguiente memoria frágil para recordar lo sucedido. O sea dicho en otras palabras, el malvado individuo quiere hacerle entender que usted recuerda todo por no estar ebria como él. Que el “pobrecito” no recuerda nada y por eso merece ser perdonado. Ahora entre usted y yo (persona totalmente mediática y desinteresada), ¿cree poder perdonar a esa persona que primero se emborracho como una cuba y que segundo dice (como excusa obviamente) que supuestamente no recuerda nada? Mi consejo es: que deje salir de su vida a este hombre que nunca se va a cansar de hacerla sufrir. Como siempre le digo, no deje de recomendar mi libro con sus amigas...”. – Termina de leer y le acerca el libro a Juan Pablo que no puede creer lo que escuchó. Perdió toda oportunidad y lo sabe. – ¿Querés leerlo vos?, es la parte de la hoja que esta marcada. ¿De verdad pensaste que te iba a dar otra oportunidad?. – Sigue con su sonrisa maligna, feliz y vengativa, sin nada de torpeza.
- Así que ya sabias lo que decía, pero igual me seguiste el juego. Entonces vos sos igual o peor que yo, y eso que estas sobria.
- No, no somos iguales, porque según Charles Ocilirca a vos te gusta hacerme sufrir y lo harías siempre si te lo permito. Además bien merecido lo tenés, soportar la lectura del libro no fue nada comparado con lo que me hiciste anoche.
- Y vos ¿no pensas por vos misma o solo sos lo que dice este librito?
- Anoche era yo la que pensaba por mi misma y mira como me fue. Ahora si es mejor que me confunda yo a que me diga las cosas un libro, no sé. Prefiero perder personalidad y hacer las cosas bien.
- ¡La verdad, no entiendo esto que hacés, leer y seguir atenta a lo que dice este Charles Ocilinosecuanto! – Grita y arroja al libro, con violencia unos metros, como tratando de sacarse la furia de encima.
- Ocilirca.
- ¿Qué?
- Se llama Charles Ocilirca.
- ¡Que me importa como se llama ese fulano!
- Bueno, me parece que te di muchísimo mas tiempo del que te merecés. Voy a entrar, chau.
- Espera, espera. – Estrella no espera y cierra la puerta en la cara de Juan Pablo, no quiere que la vea llorar otra vez.
Juan Pablo sale y se lleva el libro consigo, lo lleva a las patadas hasta un tarro de basura, levanta el libro y destroza lo que estaba sano, después lo tira dentro. Desde arriba puede leer el resto de una hoja “... recuerde que el hombre siempre tratara de engañarla...”
- Ocilirca y la puta madre que te parió. – Dice mientras camina para comprar unas cosas en el almacén de la esquina.

4 de mayo de 2007

Capítulo 26



La noche es el punto óptimo para todas y cada una de las ocasiones, la oscuridad llena a la gente de valor y de miedo para hacer cosas que durante el día no tendrían sentido o no serian apropiadas. De noche se roban, se asustan, se divierten y se aman hasta que llega el día, avisado por el sol, que mucho tiene de aguafiestas y de sueños interrumpidos a la hora de la obligación. El mundo vive de noche porque no se ve y trata de sentir algo hacia lo desconocido, hacia lo nuevo que siempre es esperado a la hora de las sorpresas o de lo ya visto algunas lunas anteriores.
Por eso Juan Pablo no puede tener otra cara mas que de admiración cuando ve la puerta abierta y en su hendija ve a toda la gente nueva y no tan desconocida. Su rostro se muestra acalorado por la sonrisa que lo descubre, cuando ve a la obsesión entrar a su casa y quedarse parada junto a la heladera, con su expresión tímida, deseosa de no estar allí. No sabe bien que hacer, si saludar o quedarse sentado tomando de su vaso vacío. Se decide por lo primero porque es, piensa, lo único correcto y disimulado. Avanza hacia sus pupilas inmaduras en medio de la confusión entre los festejos de José, tal vez por las bebidas y las mujeres conseguida, avanza entre los murmullos de Rodrigo y de jorgito, tal vez hablan de Esmeralda y Débora, avanza entre los agujeros de los pantalones del sueco y piensa que tal vez hoy no lo conoce tanto como creía a Martín, avanza entre las chicas que no conoce y están, todavía, en el pasillo sin animarse, avanza sin mirar a Esmeralda, que sabe que esta junto a su morena, avanza entre el resplandor de su Estrella que se hace mucho mas verde a medida que se introduce en el brillo verde resplandeciente. De su boca no sale nada, ni un ruido, sus pies solo caminan hasta que llega a la puerta, que habían dejado abierta, y con su mano derecha da un portazo que aturde al lugar y deja a todos los habitantes mudos y contemplantes. Se despiertan sus ojos y todo vuelve al cosmos que nunca desapareció, más que en su cabeza, y empezó a tratar de organizar las burbujas sueltas en ella por unas cervezas. De espalda a la puerta apoyando sus manos en las paredes para empujarse, y salir al encuentro de su noche iluminada. Se deja ver callado un instante, luego prepara su tardía bienvenida sin palabras, las que finalmente dice.
- Buenas noches a todos los conocidos y desconocidos, yo soy Juan Pablo, amo y dueño de este lugar...
- ¿Qué decís idiota? ¿ya estás borracho? Vos, perdonáme que te corrija, acá no sos nada, ni amo ni dueño, apenas alquilas esto y no mandas a nadie, sino que sos como nuestro sirviente. Así que dejáte de pavadas y sentáte. – Le dijo José en medio de carcajadas conocidas y no tanto, en medio de las carcajadas que más le dolieron, las del público femenino.
Juan Pablo no pudo hacer nada contra esto, nada más que sentarse y tomarse algunas botellas, juntó su orgullo destruido, mientras contempla y escucha su lugar invadido por tanta gente que no lo deja participar. José tiene el control, saca sillas, abre la mesa para que las mujeres se puedan acomodar, insulta a jorgito, se ríe del sueco e ignora a Rodrigo cuando hace algún comentario. La mesa quedó formada con todos los chicos de un lado de la mesa y las mujeres del otro, entre ellas estaba entrometido José y nadie hablaba o dejaba de ser interrumpido por él. Las miradas se cruzan entre los amigos, los cuatro avasallados, hay algunos gestos que quieren echarlo, al dominador, y otros que piden el perdón porque es un amigo y hay que soportarlo por esta noche nada más. Ganan los últimos gestos, aunque no de forma unánime y sincera.
- Che, Juan ¿sabés a quién me encontré el otro día? – Dijo jorgito, tratando de hacer algo más que tomar callado y juntar bronca hacia José.
- ¿Qué, acá en la playa?
- Y si, donde va a ser sino.
- Que sé yo, puede haber sido antes de venir a la playa y te olvidaste de contarme.
- No, acá en la playa fue.
- ¿A ver decime, a quién te encontraste?
- A Inéz Qutrajoc – Respondió jorgito.
- ¿En serio?
- Sí. Me preguntó por vos, a ver si habías venido.
- ¿Y como vino a parar por acá? ¿Yo ya había llegado?
- No sé.
- ¿Qué cosa no sabés?
- Las dos cosas no sé, ni como vino a parar acá ni si ya habías llegado vos. La cosa es que la vi y le pregunté por Joaquín, le pregunte si sabía algo de él ¿te acordás vos de él, de Joaquín Cortez?
- No, no se quién es ese. ¿Vos lo conoces rodri?
- ¿No es ese que desapareció hace unos meses? Ese que vos me contaste, el que era tu amigo.
- Si, es ese. Y no era mi amigo, es mi amigo. No hablés como si estuviera muerto.
- Perdonáme che, es que con tanto misterio, y tanto tiempo que lleva desaparecido, me acostumbré a hablar por los comentarios, por las cosas que se escuchan por ahí.
- Esta bien rodri, no importa. Hablando de eso, el otro día soñé con Joaquín. Estábamos los dos sentados en una plaza fumando, en realidad yo no fumo pero en el sueño me había pegado el vicio – Se hizo el disimulado ante las caras de Juan Pablo y Rodrigo, y como vió que lo escuchaban siguió su historia – y estábamos charlando, bah, el más que nada que siempre anda filosofando, y me contaba cosas que ahora ni me acuerdo. Pero todas giraban con cosas feas, como la muerte, porque él es muy depresivo por todo y por cualquier pavada. Y no sé que paso, pero de golpe apareció una vía de tren y uno que venía por ahí. Yo me avive enseguida y salté, pero él siguió charlando sus locuras y ni se movió. Yo le grité hasta el cansancio y corrí para empujarlo, pero no llegaba nunca y, entonces el tren se acercó cada vez más rápido y con mas peso y lo pasa por arriba. Pero no lo atropella despedazándolo como hacen los trenes reales que pasan por la tele morbosa, sino que lo pasó por arriba haciéndolo desaparecer a Joaquín, bah, primero a él, después también a la plaza y a todo lo que la rodeaba, todos sus colores, sus árboles y sus bancos. No quedo nada, bueno si, quedó todo negro, en ese momento me asusté y pedí a gritos que yo, el otro que estaba en mi cama durmiendo, dejara de soñar y de hacerme sufrir y que me saque de ahí.
- Pará un poco, o sea que vos sos esquizofrénico, tenés dos personalidades, una dentro de los sueños y otra ahora. – Dijo José, visiblemente sorprendido por estar escuchando a jorgito.
- No, lo que quiso decir es que el soñando pedía despertar, no que era dos tipos diferentes. – Le hizo entender Rodrigo
- Pero si él, el del sueño, le pidió al otro él, el que soñaba, que dejara de soñar. Entonces hay dos personas.
- Vos entendiste mal José, es la misma pero se soñaba a si mismo. – Intervino Juan Pablo - ¿Vos que pensás Estrella? – Preguntó, viendo que ella lo está mirando.
- La verdad que no tengo idea, y no me importa esa pavada. Pero me parece muy triste el sueño, como que tiene miedo de que algo malo pase. ¿Alguna vez revisaste algún libro de sueños?
- No ¿para qué?. El que tuvo miedo no fui yo, sino el del sueño.
– Ah, entonces vos sos dos personas. Como dijo el otro chico. – Dijo Anémona señalando a José que le guiña un ojo y se sonríe victorioso por partida doble.
- ¿Y vos Alicia? También pensás que tengo razón.
- No, tampoco te vamos a dar toda la razón a vos.
- Pero ella me la dio
- El que tendría que darte la razón es el del sueño – Dijo Esmeralda.
- A ver, decí de una vez quien tiene razón. Debemos estar todos borrachos, si discutimos estas cosas. – Dijo Estrella.
- Medio alegres estamos y por desgracia tiene razón éste, yo era el del sueño y el que soñaba. – Dijo a regañadientes jorgito, mientras José se divertía, besando a todas casi a la fuerza, con su mísera victoria enfrente de todos.
- Bueh, y como terminó todo – Dijo Juan Pablo restando interés.
- No me pregunten como, pero me desperté y tuve mucho miedo, ustedes me conocen y saben que yo no tengo nada de miedo, nunca. La cosa es que... quien sabe donde estará él ahora.
- Vaya a saber uno, y además a quien le importa. – Se burlo José.
- Decime jorgito – Dijo Juan Pablo, Tratando de tapar a José con su voz - ¿Dónde esta parando Inéz?
- No esta mas acá, no sé que le paso a la vieja y se tuvo que ir.
- ¿Cuándo?
- El otro día, cuando la vi se iba.
- Gracias por avisarme, sos un amigo vos. ¿Te dijo algo mas?
- No, es que yo con esto de Joaquín mucho no me llevo con Inéz, así que empecé a decir barbaridades sobre las minas que hay acá y lo buenas que están y todo eso.
- Ah, veo que sos todo un caballero cuando te lo proponés, ¡bestia!
- Al principio me habías parecido tierno, ahora veo que sos una bestia – le dijo Estrella – Podríamos irnos ¿no?
Todos apoyan la idea, teniendo en cuenta que ya casi no queda nada por beber, juntan algunas cosas y salen a la cacería. El único que no se preocupa es Rodrigo, que aprovechando la alegría, se fue al abrazo de Esmeralda. Los demás están al acecho de una noche, larga y confusa, que los devuelva a otro día no tan solitario.

Capítulo 27


Luces y reflejos de eclipses artificiales que invaden las pupilas sin dejar sentir el cuerpo pesado que se arrastra trastabillando por el pasillo del ruido y de la gente. Atmósfera pesada que no deja respirar al tacto de la cordura, la ahoga en una sensación húmeda que deshidrata cuando se llega al fondo blanco. Vidrios y plásticos en el suelo que se rompen al pasar, para llegar al otro extremo en donde no hay nada. De a uno, de a dos o de a tres pasos quizás se avance igual, que inútiles son los pies que se resisten a caminar cuando más se los necesita. Abrazos, besos y peleas, todo puede pasar en un estado normal para los anormales.
- Podríamos irnos ¿no?. Preguntó Estrella.
Y todos dijimos que si, algunos mas entusiasmados que otros para, así, poder salir de un encierro y después meternos en otro, que quizás tenga mas valor en forma de diversión.
Rodrigo parece estar disfrutando, de los besos y abrazos que lo reconcilian con Esmeralda, quien sabe si se los merece pero es mi amigo y no puedo ser imparcial. Jorgito baila mientras sale por la puerta y trata de mear en la vereda con total libertad, pienso, algo anda mal y grito. Jorgito y la puta madre que te parió, andá al baño pelotudo. José, ¿dónde está José? pregunto. "Está afuera con las chicas" me dice Rodrigo que sigue sentado con Esmeralda. Me fijo y efectivamente lo veo abrazado a Anémona y Alicia, riendo y en total pose de borracho fracasado, que para él será la de un ganador. Junto a ellos puedo ver a Estrella que mantiene firme su cara de desprecio. Creo que no nos debe querer mucho, si al menos supiera lo que yo siento por ella. Si al menos supiera de mi obsesión por tenerla, de mis desvelos por verla, de mis ansias por acariciarla y de cómo busco la forma de hablarle sin titubear y sin decir estupideces. Siempre me pasa igual, tengo un plan estratégico en mi cabeza de cómo hablarles y que cosas decirles, pero termino diciendo cualquier cosa, puras gansadas que las dejan mirándome con cara de "¿nene sos así de estúpido siempre?". Pero ahí esta ella, parada sin hacer nada y la miro mientras escucho algo desde el parlante del auto del sueco que nos está esperando, "... es joven, lista y singular, me desespera...". Y es como si el sonido fuera yo, mi cabeza, mis pensamientos. "... es tan confusa, es tan confusa, es tan confusa...".
- ¿Qué hacés sueco escuchando eso?, poné cumbia, che. – Le grita jorgito, mientras sale subiéndose el cierre de los pantalones. – Así estás haciendo quedar mal a la bailanta.
- A mí me gusta, ¿de quién es este CD?
- Me parece que es de José. ¿Te gusta más que la cumbia? – Pregunta jorgito algo confundido.
- No, ¡estas loco! Igual ya es medio tarde ¿salimos para el boliche?
- Si, rodri apurate que nos vamos. – Grita jorgito.
- Ya vamos – contesta desde adentro de la casa.
Salieron los dos que quedaban adentro, cerré la puerta con llave, y salimos. El sueco, José, Anémona y Alicia se fueron en el auto, los demás nos fuimos caminando las poquitas cuadras hacia el lugar.
Con Rodrigo y Esmeralda en otra cosa se redujo a tres mi grupo. Solo que me sobraba jorgito que estaba entre medio mío y de Estrella, quizás es mejor así, pensé, con alguien más se me hace más fácil hablarle. Aunque su cara es como un témpano, imposible de derretir, no opaca en nada el brillo de su figura, de sus ojos, de sus ondulaciones, de su boca, en fin, de ella para resumir y no seguir enumerando. Charlamos los tres de cosas superficiales y normales, noto que me cuesta hablar y no por la timidez. Me pesa la lengua al tratar de pronunciar algo, hablo raro, casi como esta hablando jorgito pero sin humillarme tanto. Ella mira, escucha, habla y hasta parece sonreír con cada comentario sin dejar de ser femenina en un estado en la que muchas te dejan con la boca abierta de la impresión. Caminamos y en la oscuridad de la noche y del camino me pareció que se cruzaban nuestras miradas, que se miran y se esconden en un descenso de vista, casi hasta el suelo.
Llegamos al mismo tiempo en que llegaron los chicos en el auto.
- ¡Eh!, ¿tanto tardaron? – Pregunta jorgito.
- ¡Y que querés con este sueco que me hizo llenarle el tanque a esta cafetera que tiene por auto! – Responde José en un grito.
- Mas respeto che, que el 12 es una máquina y de no ser por mi...
- Bueno, bueno. Vamos a entrar y a ver quien es el que más se aguanta unos tequilas. – Nos desafia jorgito.
Terminaron de bajarse del auto, nos agrupamos en la puerta esperando a que llegue la parejita de rezagados. Luego entramos.

Carta número 11



25 de Octubre
Así nomás de repente y sin prepararme, sin previo aviso, sin siquiera insinuar algo, sin dignarte a decírmelo frente a frente, sin que pueda ver las palabras salir de tus labios, sin que pueda oír las palabras, sin tiempo para reaccionar y para llorar. Me mentiste tanto y ni siquiera golpeaste mi puerta para decírmelo, una llamada por teléfono hubiera sido una crueldad también pero al menos mas digno a la hora de decirme todas esas cosas que escribiste, a la hora de echarme de tu amor.
Tan solo unas preguntas: ¿Por qué me hacés esto? ¿por qué me engañaste de esa forma? ¿por qué me dejás? ¿tan cruel podés ser justo en este momento, en el que no me siento muy bien, en el que estoy muy solo y muy mal?
Ya perdí todo, no me queda nada. Perdí mi trabajo por vos, por desvelarme siempre pensando en vos. Pensando en lo que estarías haciendo mientras yo dormía. Pensaba: ¿con quién estarías? ¿con quién me estará engañando? También por otra parte te defendía: salió tarde de trabajar, tiene sueño y por eso no llama, tal vez lo haga mañana, todo va a estar bien no tengo de que preocuparme. Se me pasaban las horas y a la hora de la verdad dormía (como casi siempre con o sin vos). Dormía y no trabajaba, muchos días estuve así hasta que prescindieron de mis servicios en el trabajo. "Esto no da para mas, Ismael, no es solo por faltar sino que las pocas veces que venís a trabajar se nota que ya hasta perdiste la simpatía por tu trabajo, cosa que siempre te jugó a favor. Lo siento hermano pero te tengo que echar". No los puedo culpar, no debe ser normal que te peleés con el proveedor de trabajo, el odontólogo, porque te manda a hacer una corrección de prótesis.
Ya vez, perdí mi trabajo y por ende mi casa. Vivo nuevamente en casa de mis padres, y ya de por si esto es humillante. Volver a pedirles un techo a esta altura del partido, en el que ya estaba muy bien asentado. No sé que hacer, pero si se que algo tengo que hacer y ya, pronto, ahora.
Estoy tratando de soportar, de aguantar esta fiebre que sube y sube, estos empujones que me están cansando y me quieren a obligar a hacer un desastre, una locura que no soy capaz de describirte con palabras, tan solo con hechos. No sé que hacer con ellos, me están volviendo loco.
Mediante esto solo quiero que sepas una cosa, pase lo que pase siempre te voy a llevar en mi corazón. No habrá dolor que me haga olvidar de vos, este en el lugar que este siempre te voy a recordar por lo que fuiste el día que te conocí (ese tiempo antes de conocerte y el de después, cuando te conocí). No me pidas que te recuerde por lo que sos ahora, seria otra ingratitud inexplicable de tu parte, porque ahora sos un deshecho humano, sos la razón de mi odio que al fin me alcanzo, después muchos intentos, sos el desastre de mi vida, a la que tengo que darle una solución.
Estos próximos días, en uno de ellos, vas a sentir, elevado a la mil, todo el dolor que me hiciste sentir con tus risas engañosas y tus llantos usados para seducir a mi lado susceptible, para atosigarme y hacerme pensar que era yo el errado. Sin saber que estuviste jugando conmigo y con mi forma de querer, de quererte. Todo el amor que te di, mas el que trate de darte, te va a volver otra vez pero en forma de castigo, de crueldad.
Creo que con eso ya esta todo dicho, no tengo nada mas que decirte. Solo un feliz día de los fieles difuntos, al que pronto me unirán, por fin.
Que lástima dejarme así. Que desgracia también.
ISMAEL

Capítulo 28



Entraron todos juntos y de golpe, Juan Pablo fue el último en atravesar la puerta, tuvo la sensación de que a alguno no lo iban a dejar a entrar por tanto mareo, tropezón y alegría, pero, en fin, la noche siempre será un lindo negocio que se alimentará de borrachos. Se acomodaron en una barra, jorgito levantó la mano, luego su dedo y lo movió en forma de circulo, como invitando a todos, mientras decía, "... tequila...".
- ¿Están preparados? Vos Juan, ¿tenés de estos vasitos? – Le preguntó jorgito, Juan Pablo le contestó que si con la cabeza – ¿Toman todos?, buenísimo ¿todos tienen sal y limón?
- Si, loco deja de preguntar, me tenés podrido. – Le dijo José.
- Bueno che, uno, dos y tres. – Chuparon sus manos saladas, sus vasos fuertes y sus limones agrios – Ah, estaba rico estaba, ¿otra más?. – Preguntó, y todos dijeron que si.
El calor se hace insoportable, aguijoneando a los nervios que no dejan de mojar las manos, histéricas, que no dejan pensar a la cabeza, por el alcohol y por el humo que invade el lugar, que asfixia y que no deja respirar al que no se curtió con la noche desde temprano.
- Bueno, yo llevo cuatro igual que el sueco, jorgito y Juan dos, rodri y las chicas llevan uno. ¿Quién me acompaña con otro? – Preguntó José.
- Yo quiero otro – Dijo jorgito.
- Yo también, vos Juan ¿te animás? – Preguntó el sueco.
- Bueno, uno y basta. – Le respondió Juan Pablo.
- Ustedes primores, ¿no quieren otro? – Le pregunto José a Anémona y a Alicia, que con su ignorancia, hacia él, respondieron que no. Solitas van a caer, pensó y no comprendió el porque estaban tomadas de las manos y hablando tan de cerca. – Bueno, vamos muchachos.
Se escuchó un golpetear de madera, la barra tembló de precaria nomás, un difuso conteo y un gorgotear seguido de un aullido áspero de estupidez. Un puñetazo al tablón y un grito de victoria .Quizás no haya forma mas necia de mostrarse delante de las mujeres que la de un falso borracho. Si el oro no reluce, menos lo hará la carne podrida.

Capítulo 29


(música)¿Dónde esta el baño, jorgito?. Avanzo hasta donde apunta su dedo, tropiezo con algo, conmigo, mientras camino entre las paredes que tanteo. (música) Llego a la puerta, la empujo y la atravieso, me miro en el espejo y apenas me reconozco, me achato el pelo y me empujan, arrugándome la ropa, mientras me gritan algo unas mujeres, ¿qué hacen acá?. Un tipo grandote me agarra el brazo y trata de doblarlo contra mi espalda. ¿Qué pasa, che? quiero mear. Dejálo loco, se equivocó de baño. Me suelta y siento la sangre otra vez. Vení Juan, la próxima vez mira el dibujito de la puerta ¿ves? Esto es una mina con pollera, por lo tanto si esta en una puerta significa que es un baño de mujeres. Dejáme José, ¿dónde esta el otro baño?. Al lado, gil. Lo empujo. (música) Camino y la encuentro, la reviso y tiene una persona dibujada, sí, tiene pantalones. Entro, me miro en el espejo, estoy peor que antes y en un lugar inferior, ¿nadie limpia este baño?. Me acomodo la ropa y el pelo otra vez. Voy hacia algún inodoro, entre gritos y cantos, todos ocupados. Busco un lugar en la pared, ya no doy más. (música) Flaco y la reputa madre que te parió, me estas salpicando. Aguantá que ya termino. ¿Me estas tomando el pelo o querés que te cague a trompadas?. No, en serio, ya termino. Te esta gastando y encima te sigue meando, dale una piña. Ya está, termine, viste que no era para tanto. Ponéle una trompada. Dale que se cae solo. (música).
¿Estas bien Juan? ¿Querés que te llevemos a tu casa?. No rodri, estoy bien, ¿dónde está Estrella?. Anda por ahí con Esmeralda, creo que fueron al baño, esperála acá, casi te matan hace un rato boludo. ¿Cuándo?. No importa, quedáte sentado. (música).
Aparece jorgito bailando y me abraza mientras grita. ¿Qué haces ahí sentado Juan?, vamos a sacar a alguna a bailar. No, estoy esperando a Estrella, ¿la viste?. Esta bailando con un tipo por ahí, dale acompañáme. La voy a buscar para que baile conmigo, vos esperáme, ¿qué hacés soltáme?. Quedáte acá, esperá que termine de bailar, y mientras tanto pedíte una cerveza. (música).
Camino y todos me chocan, me pisan y me gritan algo. Dejáme de joder. Hola morocho, ¿querés bailar conmigo?. Pelo lacio y castaño, ojos marrones y boca que no dice nada. No, no sos Estrella. Soy Angélica. Yo soy Juan Pablo. ¿Y que haces de tu vida Juan?. Nada, ¿vos?. Estoy de vacaciones, por un par de semanas, y vine acá, en realidad vengo todos los años a despejarme. Vos es la primera vez que venís, ¿no?. Si. Me parecía porque no te había visto nunca. Yo a vos tampoco. ¿No?. No. Yo en realidad te vi el otro día en la playa, pero no te vi nunca antes, pensé que me habías visto, y que te acordabas de mi, yo te recuerdo bien porque me pareciste lindo. Hago algún gesto con mi cara, mientras me sigue hablando, en verdad no entiendo mucho lo que dice, se da cuenta y se acerca a mi oído para que escuche lo que sigo sin oír. Eso es lo que hago yo, ¿no tenés ganas de ver como lo hago?. Le contesto un no mientras busco a Estrella con mis ojos. ¿Vamos a bailar?. No. Entonces habláme tanto como le hablas a ella. ¿A quién?. Vuelvo la cabeza y está enfrente mío, mirándome con sus cegadores verdes. ¿Por qué me dijiste que te llamas Angélica, si sos Estrella?. ¿Eh?, vamos a bailar. (música). Se acerca y se aleja, se mueve y gira alrededor de mi, de mi mano. Dale, bailá tonto. Menea la cabeza, se agacha, se levanta, me abraza y quiere llevarme y traerme. A ver, como será esto, agarro su mano y su cintura, suelto su cintura nos vamos hacia atrás, muevo los pies de alguna forma, gira, giro, se me escapa, agarra mi mano (mierda esta transpirada), suelto su mano y la traigo tomándola de la cintura con ambas manos. Me mira y no dice nada, ella espera lo que yo espero, pero si espera yo no tengo que esperar, ¡tengo que hacer algo!. No puedo hacer nada, me detienen sus verdes, su piel y mi yo. Si no aprovecho ahora, ¿cuando entonces?, ¿para qué estoy borracho si no tengo el valor?. ¿Vamos a sentarnos Juan?. Bueno. Me lleva de la mano, de la nariz. Bien Juan, me susurran al oído mientras me palmean la espalda. Levanto la cabeza y Rodrigo hace gestos y señas. ¿Qué querés?. ¿Nos sentamos acá?, no nos ve nadie. Me desplomo en el sillón, me acaricia la cara y me arremolina el pelo. Levanto la cabeza, veo todo un bosque borroso con cantos y todo. Trato de ver más nítido, y veo sus pupilas casi pegadas a las mías, su nariz rozando a la mía. Me gustan tus ojos, grandes. Me gusta tu timidez y el intento que haces por echarla. Me gusta tu nariz, pegada a la mía. Me gusta tu boca, y todas las cosas lindas que me dice cuando sos un tierno audaz. Me gusta que yo te guste. Acaricia mi mano y la coloca en su cintura sin dejar de clavarme sus ojos. Dentro mío pelea mi audacia, tardía, hasta ganar. Dame un beso, por favor. Siento sus labios chocar con los míos, siento el calor de su cuerpo fundirse en mi mano derecha que lo acerca examinándolo y sus rizos raspar en mi izquierda, no siento sus pupilas, ya no están. Cierro mis ojos y trago la saliva mientras imagino sus verdes detrás de sus párpados. Cubre mi lengua sus orejitas. Desciende mi boca por su rostro, por su mentón. Desciende mi boca por su cuello, por sus hombros. Respira fuerte, con ritmo, excitada en mis oídos y oprime mis cabellos con sus manos, amortigua su dolor inventando el mío. Trata de gritar pero se da cuenta de su error, se muerde los labios, se desvanece, me acaricia, me besa, se levanta y se va. Me desvanezco. (música). Flaco despertáte, si querés dormir te vas. No, estoy despierto. Bueno levantáte de ese sillón o te echo. Camino, me siento bien pero con sueño, tengo que ir al baño a lavarme la cara y acomodarme. Juan, ¿a donde vas?. Al baño. Vení, tomate algo con nosotros y después vas. ¿Qué están tomando rodri?. Cerveza. Pedíme una. Bueno, pero vamos con los chicos. Llegamos al rincón donde están todos, casi, falta Estrella. ¿Estas bien vos?. Si, sueco. ¿vos?. Mejor imposible, mira las chicas con la que estamos José y yo. Ya las vi, son las mismas que estaban en casa. Algo me dice que esta noche la terminamos mejor que nunca, si hasta vos ligaste. Calláte idiota. Chicos nos vamos. ¿Adónde Rodrigo?. A casa, me voy con Esmeralda así que lleguen tarde. Vení rodri. Se van a un costado y empiezan a discutir. Rodrigo se va con Esmeralda. José viene hacia acá, me llama con su dedo. ¿Qué querés?. Ya se que vas a irte con Estrella pero... ¿no me haces un lugar en tu casa para ir con Alicia o Anémona?. No. ¿Por qué?. Porque no quiero. Dale, yo te acompaño hasta tu casa, mirá como estás, y mañana te ayudo a limpiar el despelote que quedó. No. Dale, no me arruines la noche. No me pidas más, si ni siquiera estas seguro de que te vas a ir con una de ellas. Vos sabes que no va a ser difícil convencerlas. Incitála delante mío y ya te doy la llave. Bueno, dame un tiempito, ¿qué hora es?. No sé. Ustedes dos ¿qué andan secreteando ahí?, vengan. Nada Anémona, ¿viste? está interesada. Eso no quiere decir nada, vamos. (música). No, eso no es la realidad, eso es imaginación. Pero si es imaginación también es realidad, para mi son las mismas cosas. ¿La realidad igual a la imaginación?. Si, porque mientras la imaginas es real, vos soñás y es real, no imaginario. Me parece que no Anémona, una cosa es soñar y otra ver la realidad, vos sos real no imaginaria. Pero me podes imaginar, podes soñar conmigo. Si, pero a vos te puedo tocar, ¿ves?. Podrías haberme tocado en otro lado, ¿no?. Pero si te toque el hombro, no te hice nada. Por eso, José. ¿Qué querés que te toque?. No sé, usá la imaginación y hacela realidad. José nos mira a todos buscando caras cómplices, nos guiña el ojo y la toca. Acaricia su cola, yo hubiera elegido sus pechos. ¿Te gustó? Si, me hervís la sangre de pasión. Se ríe y la mira a Alicia que no dice nada y acepta la invitación del sueco para bailar cumbia. Miro a mi alrededor, buscando a Estrella, y no la veo. ¿Dónde estará?, tan chico que es este lugar y no puedo encontrarla. José sigue charlando con Anémona, se acerca y le da un beso en la mejilla. Me ve y me hace un gesto como queriendo abrir una puerta. Le digo que si con la cabeza, pero no le voy a dar las llaves. Vuelve el sueco con Alicia. Me siento para no perder el equilibrio. ¿Siempre bailas así?. Si, ¿por qué?, ¿no te gusta?. No, además mira esos pantalones tuyos. ¿Qué tienen?. Nada, ¿nos vamos Anémona?. Si, vamos. No, quédense un rato mas, me prometiste un beso. Y ya me lo diste. Pero fue en la mejilla. Mas que eso no hay. Dale, dame un beso y después nos vamos juntos. No, me voy con ella. No preferís irte conmigo y darme muchos besos. No, además ya los tengo reservados. Si me dijiste que no tenés novio. Y es verdad. ¿Entonces?. Tengo novia, es ella. Me paro para escuchar mejor, esto se pone interesante. La verdad es que nos mataron de risa vos y tu amiguito, el de los pantalones agujerados y camisa fea, fue divertido verlos tratar de conquistarnos. Lo veo a jorgito salir del baño, lo llamo y viene. ¿Qué pasa?, tengo un pedo que no veo y encima no puedo vomitar. Mira jorgito, no te pierdas esto. ¿Me estas diciendo que ustedes dos son pareja?, no me mientas con pavadas. No te miento, no tenés que usar mucho la imaginación para darte cuenta de que es real, ¿querés ver?. Va hasta donde esta Alicia, la toma de la cintura y empieza a besarla, la deja, pone su cara entre sus manos. ¿Vamos?. Se van y las acompañan gritos de euforia de los muchachos, caras de asco de las mujeres y de asombro como las de José y el sueco. Río mucho y alevosamente en la cara de José, le grito que es un idiota y me parece que hace un esfuerzo terrible por no darme una piña. Me da un poco de lástima, pero igual se lo merece, su humillación será eterna y digna de ser contada por siempre en todas las entremesas. Acá tenés las llaves, ¿las querés?, cierto que no tenés a nadie a quien llevar. Pido un vodka, lo tomo y me voy al baño. (música). El piso frío, el cuerpo pesado y la paciencia agotada del asco interior que erupciona bañando de podredumbre al lugar. Ojos llorosos, faringe roja adolorida y lengua hedionda que añora un instante anterior de saliva. Catarsis falsa que no limpia el alma, ensucia mi ropa con lo que antes fue un guiso casero que nunca se hizo en casa. Escucho risas y ruidos, siento que me tocan y me levantan. ¿Estas bien?. Escupo al piso tratando de sacar una basurita de la lengua pero me sueltan y parece que caigo. !Uy, se mato!, ¿estás bien?. No, no me golpeé. Te ayudo, levantáte. No, dejáme así boca abajo, quiero dormir. No seas idiota, te levantamos, pero que hijo de puta que sos, me vomitaste. Dejámelo a mi, jodió toda la noche, lo tiro afuera. Lo hubieras sacado antes y no me ensuciaba los pantalones. Me levantan o me levanta, me toman o me toma del brazo mientras escupo otra basurita de mi boca, me insultan o me insulta, patean la puerta con la que trato de agarrarme, me ganan o me gana, paso a través de la gente que se refleja en las luces de colores que giran, subo unas escaleras con los tobillos, llego hasta otras escaleras, hasta una puerta que se abre y después se cierra dejándome afuera, me tiran o me tira, caigo en la dura y fría oscuridad del suelo. Mejor así, por fin estoy lejos de la gente.
¿No tenés un cigarrillo?, despertáte. Un viejo me empuja la cabeza, algo de mi cuerpo raspa contra el piso y no sé que es, no siento ningún dolor. ¿Tenés un cigarrillo?. No. ¿Querés?. No quiero nada, no me toques viejo maricón. No te asustés, que ni te toqué, te pregunté si querías un trago de mi botella. Dame. ¿Cómo te llamas?. Que te importa, ¿vos quien sos?. Yo soy un personaje maldito, igual que vos. Yo soy normal. Y yo también. ¿Qué haces acá?. Nada, tomando un poco antes de ir a trabajar. ¿De qué trabajas?. Soy cartero. Y ¿vas así de borracho?. No estoy borracho, me hicieron así. ¿Quién?. No sé y ni me quejo. ¿Estuviste toda la noche tomando solo?. No, antes estuve con una puta, bien rellenita, como me gustan a mi. ¿Te cobró?. No, yo le pague para que mantenga a mi amigo. ¿Es la mujer de tu amigo?. Aja. ¿Tanto te gustan las gordas?, no te debe dar para algo mejor, ¿no?. ¿Qué te importa?, ¿querés pelear?. No, no peleo con perdedores. ¿Tenés idea de la cantidad de peleas que he ganado yo?. No. Muchas, ¿querés apostar a ver quien gana?. No, deja para otro día. Si, igual tengo que irme porque llego tarde y mi jefe me tiene manía. ¿Por qué no renuncias?. No sé, devolvéme la botella. Tomá, me voy a dormir, decime ¿tenés carta para mi?. ¿Cómo te llamás?. Juan Pablo. Si, hay un telegrama que dice que te despiertes de una vez y empieces a hacer algo con tu vida, que por lo menos la arruines. Ah, listo, chau viejo.

Donde andás?