Las luces del día
despiertan al turbado
sumiso nuevamente
a las piernas,
largas y extensas
que lo alcanzan
cual tragedia griega, bendita Elena,
shakesperiana y flaubertiana,
Bovary cerró la puerta.
Lapsos pequeños,
amores atroces,
le dicen al poeta todo,
lo soñado,
lo esperado,
es una eterna mentira.
El amor se sucede,
cursi y letal,
los cuerpos se enfrían.
Todo acaba sin comenzar
en un punto de giro
sin trama.
Las palabras no dicen nada,
el sentimiento profundo
el amor
cual una
comida en Constitución.
Analogías,
condimentos y sales
de cualquier continente,
el mundo se expande pese a todo.
En él se encuentran
el secreto,
la mentira que pide
ser hallada,
aquí o allá,
Bolivia o Bangkok,
en cualquier sitio,
un poeta grita
y se convierte,
se vuelve escéptico.
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