En la
perenne
oscuridad,
el rayo
hace
la luz,
algún
dios se asoma
y
exhorta,
la
vida,
descanso
del universo,
materia
en muerte otra vez.
La
rutina es más allá,
todo
resume
en
tres oportunidades,
deshechas,
volver
jamás,
quizás mañana.
Rumbos
añejos.
Los
besos no son otra vez,
siempre
los últimos
sobre
novedosos
labios
exteriores en cualquier madrugada
en taxi,
la excusa
para amar,
volver
a viajar.
Cumplir
con el exhorto,
en palabras
barrocas,
encriptadas.
Estallidos,
ruidos,
finales de comienzos.
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