Amarla,
difícil,
presenciarla
pone a prueba los nervios,
las palabras
en su boca generan odio,
desespera
quedar a las cinco,
y
verla aparecer al anochecer.
Su
inocencia invade en un abrazo,
cabeza
en el pecho.
Pasión,
sus
lágrimas liberales
con
miedo a un dedo acusador,
su
sexo
define
nuevas fragancias.
Llegar
a Ella
con
sólo dejarla partir,
olvidarla
en su ausencia,
extrañarla
a la vuelta,
desafiar
a todos sus deseos,
maldecir
los ojos de Cristo,
celar
al mar, al sol
y a
toda Ipanema.
Amarla,
novedad
y tedio,
canciones
repetidas,
casitas
de colores
por
dónde baila.
Su
amor con alas
busca
soñadores
que la inviten a soñar,
lunas
de madrugada,
la casa
en cualquier lado,
la ruta
sin rutina.
Amarla,
es odiarla,
gritar
sin sentido,
planear
vida de artistas,
poeta
maldito,
le da
vida
para
buscarla en todas las pieles,
en cada
aleteo de pestañas
en la
nariz del continente.
Amarla
es no tenerla,
amarla
es añorarla,
amarla
es retratarla,
describirla
confusamente.
Si pasa
por tu vida un día,
y no
es poesía,
entonces,
no sabés nada de amor,
no
sabés ni mierda
de
poesía.
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