El presente blog que viene abajo no tiene nada que no haya en otros blogs literarios, simplemente retomo eso que le dio de comer a tantos otros escritores fracasados, hablar de las mujeres que no consiguen o de las otras, las que se fueron. Como capitán, que huye, en franca retirada de las relaciones, me permito contar secretos de diván, escabrosos relatos de cama y de hoteles para que sucumban de pavor esas otras desconocidas que supieron ser garabato de mi muñeca, bueno, no son todas las que yo hubiera querido así que voy evitar nombrarlas para que no quede en evidencia mi falla. Pero no sólo de mujeres vivimos, así que también hay otros temas y otros formatos, tenemos cortometrajes, tenemos novelas, tenemos cuentos, bueno, cuentos no, chinos tampoco, pero hay intersecciones y cartas, fotografías re contra artísticas y otras en la que sólo aparece mi cara. Bueno, el resto del blog es mejor que el prólogo, no lo prometo pero créame.

14 de octubre de 2008

golpes certeros


El presagia que algo presiente
agudiza hasta el cansancio
sus sentidos,
sus reflejos
dormidos
quieren mejorar,
pero no es buen boxeador.

Aquellos golpes son certeros
y ella sólo le habla
en ese idioma que nunca se comprende.

Ponte en guardia,
Escribidor lento,
que sobran palabras
y faltan golpes
en estos últimos siete segundos.

Como en un sueño,
como en esa pelea que no se puede ganar,
todo lo que sirve es perder,
ante esas palabras
impecablemente asestadas.

Él, derrotado,
cae,
sin esperar
que cuente hasta diez.

Ella, precisa, certera, matemática,
no concede revancha,
no vale la pena.
Por eso, vomita golpes,
al vacío,
a esa imagen que devuelve el espejo
antes de estallar,
sin vendas que lo cubran
las suturas
no dejan de sangrar.

Los incisivos
desvían,
los molares
caen,
el pómulo vuelve a hinchar
cuando el párpado duele.

Las cuerdas lo maniatan sin dejarlo caer,
que mas da,
perder en el asalto que sea,
al concluir sólo será derrota,
otra mas.

El combate, un tramite,
una pérdida de tiempo,
fortuna de médicos
y psicólogos,
sanando para volver a destrozar,
quizás
convenga cambiar de deporte.
Correr,
correr sin mirar atrás,
como antes,
siempre.

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