
Maestros de nuestros maestros
hermanos de nuestros padres,
padres nuestros,
amigos sentados en sus mesas,
absorbidos, todos,
por América Latina
y sus años modernos
regados de ideas
para matar otras
de nuestros padres,
América Latina,
nuestra eterna puta amante,
la que nos engaña cuando se emborracha de poder,
América Latina,
la que cuidamos, nuestra patria,
con la que peleamos
y con la que añoramos unirnos,
muchos aún en el desarraigo,
llorando las lágrimas
de sus madres,
esperando en sus casas
que regresen sus maduros jóvenes hijos,
regresen para besar a los suyos
que, ya adultos,
esperan por un partido que acabó sin comenzar.
Se llevaron a nuestros mayores,
a nuestras ideas,
la que debíamos recibir
para aprehender lo que decían sus voces
en aquellos años setenta.
Hoy nos hacen falta, mucha,
no tenemos voz, no sabemos por donde comenzar
a empujar esta triste modernidad posmodernizada
que nos estanca
sin poder salir, sin poder quedarnos,
inmersos en la nada,
no hay nada,
se llevaron a los mejores,
se llevaron a nuestros maestros.
Nuestros desaparecidos.
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