El presente blog que viene abajo no tiene nada que no haya en otros blogs literarios, simplemente retomo eso que le dio de comer a tantos otros escritores fracasados, hablar de las mujeres que no consiguen o de las otras, las que se fueron. Como capitán, que huye, en franca retirada de las relaciones, me permito contar secretos de diván, escabrosos relatos de cama y de hoteles para que sucumban de pavor esas otras desconocidas que supieron ser garabato de mi muñeca, bueno, no son todas las que yo hubiera querido así que voy evitar nombrarlas para que no quede en evidencia mi falla. Pero no sólo de mujeres vivimos, así que también hay otros temas y otros formatos, tenemos cortometrajes, tenemos novelas, tenemos cuentos, bueno, cuentos no, chinos tampoco, pero hay intersecciones y cartas, fotografías re contra artísticas y otras en la que sólo aparece mi cara. Bueno, el resto del blog es mejor que el prólogo, no lo prometo pero créame.

6 de junio de 2007

Capítulo 34



- ¡Que mala onda tiene este tipo, por favor! ¿Que le pasa ahora?, me dan unas terribles ganas de pegarle unas piñas. Además tengo ganas de vengarme por lo que nos pegó hoy. ¡Sos un idiota! ¿me escuchás? ¡sos un pelotudo, dale vení! – Gritó el sueco, en estado de nerviosismo, a Juan Pablo, sin que éste lo escuche.
- Dejá de hacer papelones, no ves que está lejos. ¿Por qué no le gritaste cuando estaba acá cerca, ¿le tenés miedo o querés demostrar que sos muy valiente? – Le recriminó José.
- ¡Que le voy a tener miedo a ése! – Se defendió el sueco.
- Bueno, calláte. Vamos a buscar el auto y vamos a la playa a ver si esta jorgito por ahí. – Le ordenó José.
Pegaron la vuelta y fueron a buscar el auto, se subieron, previo reproche del sueco por la nafta y castigo verbal de José, y salieron hacia la playa. Estacionaron, se bajaron, pusieron una manta encima del auto para no quemarse después, aunque no hacia ya tanto calor, y recorrieron la playa en busca de su amigo. Caminaron un rato, sin suerte, hasta que decidieron volver al auto. Llegaron hasta unos metros cerca del auto y vieron una figura, dentro del Renault 12, que se movía.
- ¿Viste eso? – Preguntó el sueco algo asustado.
- Si, alguien se metió en tu auto. ¿A ver que tan valiente sos ahora? Vas a tener que sacar al que este ahí adentro, hace de cuenta que es Juan Pablo. – Se burló y se rió un nervioso José.
- No te rías, me vas a tener que ayudar por dos razones.
- ¿Qué dos razones? – Preguntó José.
- Si me roban el auto nos volvemos todos caminando a la ciudad, y si yo por casualidad saco, digo si yo solo y sin tu ayuda lo saco, al que esta adentro, vos te vas caminando a la ciudad. – Dijo un rebelde sueco.
- Mierda que te pones jodido cuando estas cagado, ¿habrá un palo por acá? – Dijo José, y buscó algún objeto contundente.
- No, arena nomás, vamos. – Se acercaron hasta el auto con las rodillas temblorosas, espiaron por la ventana de la puerta trasera y el alma les volvió al cuerpo cuando vieron que solo era jorgito.
- ¡Jorgito! ¿Qué haces durmiendo ahí, porque no vas para casa? ¡No tenés idea el cagazo que nos hiciste pegar! – Le dijo el sueco tan feliz de que nadie le quería robar el auto que ni se enojo.
- Hey despertáte, loco. Estas todo mojado. – Le dijo José, también feliz de no haber tenido que arriesgar su vida. Era lo único que le faltaba, hasta ese momento, para coronar a la más desastrosas de las vacaciones.
- ¿Qué pasa, che? Llévenme a casa, quiero dormir.
- Primero despertáte y contános que hiciste anoche, nos tenias preocupado, espero que te hayas ido con una chica. – Le dijo José, tratando de que valga la pena tanta preocupación.
- No sé, no recuerdo mucho. – Dijo jorgito en un bostezo.
- Mas vale que te acuerdes de algo.
- A ver que pasó, yo estaba con ustedes cuando lo echaron a Juan. Después yo salí a buscarlo y no sé que pasó, termine charlando con unos pibes de no sé que ciudad, y después. – Se quedó pensando ante la atenta mirada de los otros dos. – Ya sé, cayó la policía y nos pidió documentos. Yo estaba con un pedo de la san puta, así que los mande al carajo, debí haber dicho muchas puteadas porque bajaron recontra calientes los dos milicos. Uno de los pibes que estaba conmigo ahí afuera le tiró un cascotazo al patrullero y le bajó el parabrisas. Ahí se armó una hecatombe de la puta madre. Los policías salieron a repartir palos, pero mi bandita era más numerosa. Uno de los poli se asustó y me soltó el brazo, porque me tenia agarrado del brazo. Ahí dispare...
- ¿Vos me estás diciendo que armaron un quilombo así afuera del boliche y nadie se enteró, no lo soñaste? – Descree José.
- No sé, José, creo que no. La cosa es que uno de los pibes sacó algo, yo pensé que era una pistola, pero no estoy seguro de lo que era, pero hizo un ruido que me asusto mucho. Quizás fue un petardo, bueno así que empecé a correr y llegue hasta acá, a la playa, y después no sé, me debí dormir, desmayar o algo así.
- Uh, vos todavía estas mamado. Vamos así te dormís la mona, capaz que ahora salís con que te secuestraron extraterrestres. – Se rió José, mientras subían al auto, luego se fueron a la casa.

No hay comentarios.:

Donde andás?