Fin de las luces
percibidas
en ultimo aleteo de pestañas,
no hay más temor,
el miedo llega.
La última llama
la roba Prometeo,
con alaridos
felices y escalofriantes.
El conocimiento lúgubre
es pérdida de tiempo,
el viaje y el placer también.
Robar lo imposible
es el sueño eterno,
dejar un legado no gratifica.
Entrar en los pechos apaciguados,
de
mujeres ardientes,
sólo perdura
lo que se subsiste un sueño,
al igual que la vida,
termina al despertar.
Aberrante la aceptación,
de ser partículas del presente,
una gran masa,
raza que en vida
mata,
temiendo a la muerte,
esquiva y certera,
eterna y fugaz,
cuál primer instante de amor.
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