El presente blog que viene abajo no tiene nada que no haya en otros blogs literarios, simplemente retomo eso que le dio de comer a tantos otros escritores fracasados, hablar de las mujeres que no consiguen o de las otras, las que se fueron. Como capitán, que huye, en franca retirada de las relaciones, me permito contar secretos de diván, escabrosos relatos de cama y de hoteles para que sucumban de pavor esas otras desconocidas que supieron ser garabato de mi muñeca, bueno, no son todas las que yo hubiera querido así que voy evitar nombrarlas para que no quede en evidencia mi falla. Pero no sólo de mujeres vivimos, así que también hay otros temas y otros formatos, tenemos cortometrajes, tenemos novelas, tenemos cuentos, bueno, cuentos no, chinos tampoco, pero hay intersecciones y cartas, fotografías re contra artísticas y otras en la que sólo aparece mi cara. Bueno, el resto del blog es mejor que el prólogo, no lo prometo pero créame.

26 de febrero de 2007

Capítulo 4





No pudo dormir en casi toda la noche, la delicia del día anterior le robo todos sus sueños animando sus deseos de ir por mas, de conseguirla para él y contemplarla siempre que quisiera. Era una obsesión, un delirio que alimentaba su insomnio y carcomía su cordura, era evidente que había descubierto nuevos sentimientos que turbaban sus pensamientos. Estaba dispuesto a hacer realidad los sueños que no tuvo, sabía que tenia que ir despacio y tratar de no ser avasallado por los impulsos, pero también sabia que no tenia tiempo, tan solo días. Ahora tendría que buscar la forma de tratar de lograr lo que quiere, de conquistar la inmortalidad sentimental o morir buscándola.
Ya que era inútil seguir acostado en la cama en busca de alguna forma de dormir, y de olvidarla por un instante, se levantó y puso el agua a calentar para poder tomar un café, fue hasta el baño, se lavó la cara y volvió a la cocina para beber el liquido oscuro. Su rostro decía que eran las cuatro de la mañana, aunque ya eran las nueve y la infusión no adelanto mucho mas la hora de su cuerpo. Juan Pablo seguía pensando en ella y en como la suerte, en forma de un palillo un poco mas largo que los demás, lo había llevado a ver la maravilla que le alargaba las horas y la desesperación. Recordó, otra vez, sus ojos intensamente cautivadores que seguían su mirada sin dejar lugar a escaparse de ellos, cosa que el no hubiera querido sino todo lo contrario, quería sumergirse en esa esperanza en forma de pupilas.
Terminó su café y se preparo otro mientras habría las ventanas esperando encontrar del otro lado un azul libre que no estuviera preso de la blancura que amenace con lavar su segundo día de vacaciones y su primer día de ilusión renovada. La luz del sol le garantizaba el cielo que esperaba y él bebió otra vez sentado en la mesa sin alejarla de su mente. Rió recordando el golpe que le dio a José, para que se fuera, y rió con la expresión de la cara que este le devolvió, ella fue la excusa perfecta para hacer algo que siempre quiso y nunca pudo hacer, José se lo merecía de todas formas. Nunca se habían llevado del todo bien, aunque lo disimularan delante de los demás, siempre había una pequeña disputa entre ellos, era algo personal, pero siempre que se necesitaban se ayudaban ya sea aconsejándose o defendiéndose de ataques externos.
Ordenó un poco su cuarto y estiró su cama, que le había servido de poco esa noche, como tratando de no pensar más en lo que lo estaba asfixiando mentalmente, puso algo de música y deambulo por la casa y luego por el pueblo. De repente encontró buscando la casa verde, solo que no recordaba en donde estaba. Sintiéndose algo perdido prefirió regresar a su casa, la que encontró envuelta en tristes melodías, entro y fue hacia su cuarto, se recostó y no pudo evitar volver a recordarla y a escucharla.
La escuchó una y otra vez mientras la veía y la alcanzaba, la abrazaba y finalmente la besaba, pero ella lo alejaba con sus manos y le pedía que la escuche y que él la entendiera. De pronto ella, sus manos, sus brazos, sus ojos, sus labios, su cabello, desaparecían y solo quedaba una oscuridad profunda donde comenzaban a brillar infinitas lucecitas que titilaban desordenadamente para luego por fin desaparecer. Juan Pablo dio un salto fuera de la cama, había soñado unos segundos que le parecieron la eternidad, se llevo las manos a la cara, sorprendido por su estupidez, se hecho a reír.
- ¡Que estúpido soy!. – Gritó. – ¡Se llama Estrella!, y me lo dijo anoche. – Y rió con muchas mas fuerzas al repetir esas palabras.


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