El presente blog que viene abajo no tiene nada que no haya en otros blogs literarios, simplemente retomo eso que le dio de comer a tantos otros escritores fracasados, hablar de las mujeres que no consiguen o de las otras, las que se fueron. Como capitán, que huye, en franca retirada de las relaciones, me permito contar secretos de diván, escabrosos relatos de cama y de hoteles para que sucumban de pavor esas otras desconocidas que supieron ser garabato de mi muñeca, bueno, no son todas las que yo hubiera querido así que voy evitar nombrarlas para que no quede en evidencia mi falla. Pero no sólo de mujeres vivimos, así que también hay otros temas y otros formatos, tenemos cortometrajes, tenemos novelas, tenemos cuentos, bueno, cuentos no, chinos tampoco, pero hay intersecciones y cartas, fotografías re contra artísticas y otras en la que sólo aparece mi cara. Bueno, el resto del blog es mejor que el prólogo, no lo prometo pero créame.

19 de febrero de 2007

Capítulo 2




Bajó del colectivo y lo recibió una brisa con perfume a mar y un sol con ganas de calentar la Tierra, como para fundirla y comérsela untada en pan. El día perfecto para Juan Pablo que pensó en encontrar la casa alquilada y a sus amigos para después revolcarse en agua salada y arena.
No fue difícil encontrar la casa, apenas a unas cuadras de la terminal, como todo en el pueblito, que goza, ahora, de la vida de gente que elige renovarse ahí. Llegan de todas partes estos extranjeros que se despojan de sus bienes por unas semanas, un mes si tienen suerte, y se internan en el balneario que solo tiene el mar y algún que otro divertimento en sus diez cuadras a la redonda.
Iba a meter la llave en la cerradura para abrir la puerta y le vino un recuerdo de una película en el que hacían un largo viaje para vacacionar y al llegar se daban cuenta de que se habían olvidado o equivocado de llaves, metió la llave en la puerta y esta se abrió, no podía ser de otra forma pensó.
No era lo suficientemente grande para cuando se juntara con sus amigos pero si para cuando estuviera solo. Acomodó sus cosas por ahí y fue al baño después de horas negándose al placer fisiológico, no había terminado cuando golpearon la puerta, simplemente inoportuno pensó. Se apuro y se limpió todo lo que pudo y corrió a abrir antes que se vaya quien quiera que sea, pero no se fue y el fulano golpeó mas fuerte justo antes que le abrieran. Juan Pablo abrió por fin la puerta.
- ¡Ha, llegaste!. ¡Vo` no sabes la fiesta que te perdistes anoche! ¡No sabes! Como habrá sido que son las dos de la tarde y nadie amaga siquiera con levantarse. Yo me tome como dos litros de vodka, na, un poco meno` y termine desparramado, Rodrigo se agarró una mina en el boliche, no sabés lo que es esto, está lleno de mujeres...
- ¡Para jorgito, para!. Recién llego loco, pasá y después me contás. – Dijo mientras lo agarraba del brazo y lo empujaba hacia adentro de su casa.
- ¡Bueno che, hola!. ¿Malo el viaje?.
- No tanto, pude dormir un poco. Fue largo, eso si.
- Vistes, tendrías que haber venido con nosotros en el auto del sueco. Tardamo` siete horas, tardamo`. Veníamos a full, salimos y José y Rodrigo ya estaban borrachísimos, yo los alcance a mitad de camino. El sueco está re caliente porque tuvo que manejar todo el viaje y nadie le cambió, lo peor es que no pudo tomar nada. Podría haber manejado José, pero dice que no sabe aunque yo lo he visto manejar la camioneta del laburo. – Dijo jorgito emocionado.
- Si yo también lo vi un par de veces. No vine con ustedes porque tuve que arreglar unas cosas y tarde un par de días más.
- ¿Que paso?. ¿No te dejaba venir Roxy?. Yo por eso no tengo novia, así no me joden. Me quedo soltero, total con las minas que hay acá para que quiero más, agarro la que quiero y listo.
- Bueno no te me hagás el Brad Pitt, que se te conocen pocas mujeres. Y si, fue Roxy el problema.
- Ah, ya sabia, sos un pollerudo, estuvistes dos días pidiéndole permiso, perdonáme, pero ¡qué yegua tu novia!. Yo que vos le grito unas cuantas a esa.
- No hace falta, ya me pegó ella unos gritos y por fin me dejó. Además renuncié al laburo.
- ¡Andá!. Vo`, el tipo mas centrado y rutinario del mundo hicistes eso. No te creo nada, si vos sos el tipo más correcto, por no decir aburrido, que conozco.
- Debes conocer poca gente. Si querés conocer más gente anda a un museo y no a esas bailantas de tu barrio a donde vas vos con el sueco.
- ¡Eh, ¿qué te pasa conmigo loco?! Metete con cualquier cosa menos con las bailantas del barrio
- No te ofendas jorgito, es un chiste. – Dijo Juan Pablo riendo.
- Bueno, te perdono eso que dijistes, pero no te metas mas con las bailantas
- Está bien, nunca más, te lo prometo – Dijo Juan Pablo sonriendo.
- Decime ahora, ¿qué vas a hacer? Porque va a estar medio jodido cuando volvás.
- No sé, hablaré con ella para que no se eno...
- No, tarao. Con el laburo, digo yo, te van a matar tus viejos.
- Aja, se me complica un poco. En fin, ¿vamos a la playa?
- Esperá que voy despierto a los chicos, comemo` algo, me baño, me cambio, porque creo que anoche me vomité, y te pasamo` a buscar.
- Sucio, ¿así viniste a buscarme?, andá me voy solo. ¿Para dónde está el mar?
- Después te digo, esperános. Nos vemos.
Juan Pablo terminó de acomodar las pocas cosas que había traído y ni pensó en la posibilidad de quedarse a esperar a sus amigos resacosos, menos después de una noche como la que había intentado contar jorgito, él quería la playa y nada más. ¿Qué tan lejos podía estar para ir caminando?, además, seguro que todo el mundo sabe donde está. Así que solo había que preguntar.
La playa era de las más linda que había visto, se sentó en la arena después de haber estado casi una hora jugando con el mar y contempló el horizonte como lo había hecho desde chico. Jugaba con él sintiendo que volaba y aterrizaba en el medio soplando las nubes mientras tiraba litros de mar hacia el sol, formando un enorme arco iris en el que se deslizaba para salir nuevamente volando. A diferencia de su niñez estaba vez imaginaba que tiraba a su familia, a su novia y a su trabajo hacia el fondo del mar donde termina el arco iris, y reinan furiosos duendes cuidadores de tesoros, para después empujar el sol y borrar el arco iris que podría ayudarlos a salir. Pensó en el color rojo, entonces, pero luego le pareció mas adecuado el negro. Después le dio un poco de vergüenza pensar en todo eso, nunca había pensado en cosas así.
Un rato después de sus juegos y sus pensamientos malignos llegaron sus amigos y lo encontraron tirado en la orilla mirando quien sabe que cosa en el mar, mirando la nada les pareció a ellos.
- ¿Qué hacés idiota?, te estuvimos buscando en tu casa. No nos esperaste. – Dijo José pegándole un coscorrón en la cabeza.
- Hola chicos, perdónenme tenia muchas ganas de ver el mar.
- ¿Que miras?. Las minas están para el otro lado.
- Ya sé, ya las vi, pero yo quiero ver el mar, jorgito.
- Seguí mirándolo que va a ser lo único que vas a ver esta noche. Lo que tenés que mirar son las chicas no el mar, pavote. – Dijo el sueco.
- Dejálo sueco, capaz que él quiere otra cosa, ¿viste? – Dijo jorgito para burlarse, mientras hacia poses y caminaba como afeminado.
- Si, seguro que por eso dejó a Roxy. – Dijo José.
- ¿Ya te contaron?. – Dijo mirando de reojo a jorgito que se hacía el desentendido – Me dejó por otras cosas. Y no sigan jodiendo porque me voy a levantar y a más de uno se le va a terminar las vacaciones hoy mismo y en el hospital.
- Escucharon, che. – Dijo jorgito – No lo hagan levantar al patova. Mira Juan, el miedo que te tengo. – se burló jorgito y se puso a hacer que temblaba mezclado con un baile que les pareció raro pero no menos divertido.
- Bueno, basta jorgito. Deja de hacer pavadas y decime ¿dónde esta Rodrigo?.
- No sé, no estaba con nosotros. Se debe haber quedado en lo de la minita que conoció anoche. Vamo` a buscarlo, así de paso conocemo` a las demás chicas.
- ¡Sí, vamos! - dijeron todos a coro. José se frotaba las manos de la ansiedad y a jorgito no le entraba la sonrisa en la cara..
- ¿Pero estarán en la casa? – Preguntó Juan Pablo – Quizás estén por acá en la playa.
- Y que sé yo, amargo, vamos a ver, cualquier cosa si no esta ahí volvemos. –Dijo José
- Denle, vamos en el auto. – Dijo el sueco.
Caminaron unos metros hasta donde estaba el auto, un Renault 12 gris, y subieron. Tarde, como siempre, se dieron cuenta que era muy doloroso dejarlo al sol, se quejaron un rato hasta que ya fue posible acomodarse y sentarse. Arrancaron y fueron a buscar a las chicas.

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