Intersección Décimoctava
Conserváte como la mujer de mis sueños,
la que tanto anhelo al despertar
cuando ya no estás,
la que tanto te pide un deseo
olvidado de esperar
un cumplido perdido.
Pasan las horas y yo siempre te espero
recordando rostros, tan parecidos al tuyo,
que se acercan y huyen
como esos insectos de la noche
a los que no les gusta mi sangre
y se conforman con dejarme el sonido insomne
que no deja soñar.
Te quiero rubia y también morocha,
con el corazón herido
o con él conquistado
por otro como yo,
abrazada o, tal vez, abandonada,
llorando o, simplemente, feliz.
Te quiero de cualquier forma,
de la que puedas quedarte
y jugar a ser siempre eterna
en mis sueños sin dormir.
Te quiero donde no pueda tocarte
pero si librarte de la realidad
que no obedecés por ser la irrealidad
aunque estés existiendo solo dentro de mi.
Te quiero con tu risa untada en mi cara
dando besos en carcajadas
cada vez que te vas,
prometiendo empalagar
siempre un poco más.
La próxima vez a la hora de andar
espero que vuelvas,
sola o en compañía,
para arrebatarme las horas que paso despierto
luchando contra el viento que despeina la mirada
que siempre te busca.
Te quiero y, si no te dicen nada,
voy a seguir esperando
un rato para soñar
y contarte todas estas cosas
que surgen cuando no estas,
cuando estoy yo
pensando en no despertar,
esperando en un instante que no avance
dándote tiempo para llegar
a esa cita que nadie confirmo
pero que tanto se pide
entre sueño y sueño,
entre despertar y despertar.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario