Capítulo 25
Carta a Anémona
Buenos Aires 22 de Mayo de 1982
Querida Ángela
¿Cómo estas?. Hace mucho tiempo que no te escribo, desde que íbamos a la escuela, y si lo hago esta vez no es por ninguna ocasión especial. Solo me acorde de vos y automáticamente comencé a escribir, me es difícil ya que me tiemblan las manos (te fijaste que rara me salen las palabras, que movidas, como con frío) de la ansiedad y del miedo. Miedo igual al que convive noche y día conmigo, se niega a abandonarme desde que llegue a esta ciudad en busca de un futuro que me obligaron a encontrar, ¿dónde estará?. Dijeron que era por mi bien, para sacarme las ideas locas de mi cabeza, pero no me hace ningún bien, nadie me acompaña ni me ayuda y si pueden te abandonan. No es como en el pueblo, donde todos te conocen y te ayudan, acá apenas pude conseguir trabajo sirviendo café doce horas por día.
Es muy fea la ciudad, es muy sucia y hace mucho frío aun sin haber llegado al invierno (no me quiero imaginar cuando llegue) voy a tener que comprarme mucho abrigo, lo que traje no sirve de mucho, si es que me alcanza primero la plata para el alquiler, con lo caro que es.
Cómo extraño estar ahí junto a esa gente que me saludaba todos los días, todas las veces que me veían, contame, ¿siguen saludándote?. Y extraño caminar por la plaza llena de árboles semi pelados, ¿están así? ¿el otoño llovió de hojas este año también?. ¡Que lindo es mi pueblo!. Quisiera estar ahí para volver a trabajar en la administración del campo de papá o ayudando a mamá, ¿cómo están? ¿se olvidaron de mi?. Y ¿mis hermanos? ¿quién los lleva a la escuela?. Perdona que te llene así de preguntas es que los extraño tanto a todos, y me es imposible no recordarlos y no llorar hasta casi convulsionarme, si me cuesta seguir escribiendo. Pero sigo, porque se que te debe estar matando la curiosidad, tanto como a mi, porque quiero que me escribas y me cuentes todo
Espero que puedas leerme antes que tu papá encuentre la carta. No quiero que te pegue otra vez como el día en que nos descubrió debajo de los arbustos. Es tan feo y tan lindo cada vez que me acuerdo de ese día, tan feo por tu papá y tan lindo porque te bese por primera vez. Lo pude haber hecho antes, pero no sabia como ibas a reaccionar. De haber sabido que me amabas, tanto como yo a vos, no hubiera malgastado el tiempo en esperar una oportunidad. Pero que iba a hacer, eras mi mejor y mi única amiga, en la que más podía confiar y lo hice tarde, en un beso eterno. Si pudieras sentir mis labios ahora, todavía están tibios por tus besos, mi boca todavía se emociona cuando recuerda el gusto de tu saliva y mis sueños jamás olvidaran tus ojos clavándose en los míos.
Pensar que sos y fuiste la primer mujer en mi corta vida y me duele saber que no sos la última. Te debo tanto y tantas noches con mil estrellas y otras tantas lunas por el campo rubio como tu pelo, que me dan ganas de volver. Pero no puedo, me matarían y a vos también, si se enteran.
Puedo esperar, si vos también podes esperarme, algún día te voy a amar de verdad y construiremos nuestro refugio, pero no en el campo que nos conoció ayer. Vamos a ir a buscar el mar, dicen que es hermoso, tan lleno de cielo y algas, con arena tan fina y suave, imagino, como tu piel. Al mar donde las olas, me contaron, te abanican tanto que por las noches en los sueños siguen hamacándote y despeinándote con la brisa llena de sal. Pienso en todo ese paraíso, que se me hace tan artificial, y no puedo quitarme la ilusión de perder algún día la soledad que me tortura. Por ahora solo me dedico a acostumbrarme y a soportarla, a esta tregua con la felicidad, con todo su dolor.
Ya estoy terminando, ya me esta llegando mi turno y hay que servir café. Tal vez hoy ya no hace tanto frío, pero solo hoy te puedo escribir.
Te mando un beso enorme y muchas caricias, no olvides que te quiero y que te extraño.
Alicia
PD: Dale saludos a mis hermanos y por favor podrías decirles que estoy feliz. No los hagas llorar diciendo que estoy sola y triste.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario