El presente blog que viene abajo no tiene nada que no haya en otros blogs literarios, simplemente retomo eso que le dio de comer a tantos otros escritores fracasados, hablar de las mujeres que no consiguen o de las otras, las que se fueron. Como capitán, que huye, en franca retirada de las relaciones, me permito contar secretos de diván, escabrosos relatos de cama y de hoteles para que sucumban de pavor esas otras desconocidas que supieron ser garabato de mi muñeca, bueno, no son todas las que yo hubiera querido así que voy evitar nombrarlas para que no quede en evidencia mi falla. Pero no sólo de mujeres vivimos, así que también hay otros temas y otros formatos, tenemos cortometrajes, tenemos novelas, tenemos cuentos, bueno, cuentos no, chinos tampoco, pero hay intersecciones y cartas, fotografías re contra artísticas y otras en la que sólo aparece mi cara. Bueno, el resto del blog es mejor que el prólogo, no lo prometo pero créame.

6 de junio de 2007

Capitulo 35

Algunas veces solemos hacer las cosas de la mejor forma posible, con toda buena intención y buscando el mejor final. Muchas veces no se logran por muchas razones, generalmente la acusada es la mala suerte, esto debilita la moral, de quien la tenga, y nos hace hundirnos anímicamente. Cuando el asunto es del corazón, quizás sea la peor manera de sentirnos un mísero infeliz. Estamos cargados de sentimientos, dolor, amor, pasión, y todo lo que rime con su semántica, pero hacemos todas las estupideces habidas e inventamos muchas otras. Así y todo puede pasar que uno no quiera curarse de su desamor sino que se mortifica hablando todo el tiempo del tema, escuchando melodías desgarradoras o leyendo otras palabras que nos destrocen un trozo más. Al contrario de estos también está el que se aleja, el que no quiere una palabra de aliento o de postración, y aunque sabe que todo el asunto esta perdido no acepta el quebranto y se da a la lucha tratando de olvidar ahogando y oscureciendo su vida como un cobarde sin temor a morir, pero con miedo a vivir. Perdido en su pasado y sin disfrutar su hoy. Sus minutos, que le dicen que es un ser con suerte de poder disfrutar el dolor o la satisfacción, según lo que le toque vivir hoy.
Esta anocheciendo en la villa, el lugar se llena del murmullo que trae a los turistas del mar, a algunos enamorados que observaron el final del atardecer. Llegan a pie o en auto para la ducha de agua fría que quita la sal y la arena de los cuerpos a medio asar. El sol se fue, sin decir adiós, marcó tarjeta y desapareció, se fue hacia el otro lado del mundo mientras de éste lado abría camino a la luna y a sus secuaces en eso del brillo nocturno, de la confusión oscura y de la transparente orgía.
Juan Pablo salió del almacén con un par de bolsas cargadas, cruzo las calles ocupadas que lo separaban de su casa. Llego, metió llave y entro con amarga soledad a su lado, prendió la luz que no dio sombra cuando se cruzo con él. Cocinó algo que no comió, porque no tenia hambre y porque puso mucho comino en el arroz, de vez en cuando trago algún que otro tenedor de la olla, que luego vació en la basura por ser incomible. Arrancó unas hojas de un cuaderno viejo y escribió algo, tal vez para plasmar su desamor en la lámina, nunca había escrito nada y le pareció buen momento para garabatear cualquier cosa, no le gusto lo que después se auto leyó, lo tituló “Mis yo”.

Mi yo nocturno te encontró,
te chocó y nos acercó
a vos y a mi.
Te trató mal, el nocturno,
e hizo que yo te trate mal
sin saberlo ni merecerlo.
Sin saber que existías,
que tenias rostro,
que sentías
y que me querías.
Sin merecerlo vos
y sin merecerlo yo.
Volví a ser el mismo
y te llené de promesas vanas
que no supiste creer
por no saber que era yo el que prometía.
A mi, quererte me resulto muy fácil,
no tanto a mi otro yo.
Que vos me quieras otra vez
es un milagro irrealizable.
No, no me alcanza con uno
necesito mil,
Milagros.

Obviamente nada de lo que escucho con sus ojos le gustó, le pareció pésimo, arrugó la hoja y por un instante quiso quemarla, se arrepintió y la dejo abandonada en la mesa, como él en su casa. Fue hasta la habitación y se acostó en su cama tendida, no pudo desprenderse de sus pensamientos ni aún intentando llorar, pero ni la catarsis se hizo presente. Imaginó su desdicha transformada en felicidad, pero solo pudo fantasear con ella y su verde oscuridad vengativa, se sintió peor. Se levantó de su cama y fue derecho hacia la heladera, la abrió y sacó un par de botellas, vodka y seven up, recién compradas, y una cubetera de hielo. Mezcló las bebidas en un vaso con un par de hielos e ingirió el brebaje dejando el fondo blanco. Bebió un vaso tras otro, primero se sintió mareado, luego descompuesto, por lo que tuvo que salir corriendo hacia el baño para abrazarse al inodoro sin poder vomitar.
- Che pibe ¿estas bien o necesitas ayuda? - Le gritó alguien desde la cocina. Juan Pablo, que
reconoció esa voz, se levantó y corrió como pudo hacia donde estaba el dialecto.
- ¿Que haces acá, como entraste viejo de mierda?
- Entré por ahí. - Dijo señalando a la puerta. - Escuché ruido y vine a ver que pasaba.
- No pasa nada, así que hacéme el favor de irte de mi casa por donde viniste, estoy bien y no
necesito tu ayuda.
- Bien borracho estás, siempre te encuentro así. – Dijo, mirando la mesa. - ¡Estas tomando vodka
con seven up, no sabés lo que me gusta eso a mi!
- No, ni me importa tampoco, ¿Querés irte por las buenas o te saco a trompadas?
- ¿Por que a la violencia? Mejor invitame un trago de lo que estás tomando, no creo que puedas
terminar la botella vos solo, además así te hago un poco de compañía.
- Dale, andate porque te saco a trompadas. - Amenazó y se desplomó sobre una silla.
- No te conviene, ya te dije que soy buen boxeador cuando estoy borracho.
- ¡Pero no estas borracho! - Dijo tratando de saltar de la silla, pero solo pudo hacer un pequeño
gesto, como si fuera un tic nervioso.
- No tanto como vos, no podes ni caminar, pero enseguida te alcanzo y así peleamos un rato. -
Dijo el viejo mientras se prepara un trago.
- Esta bien, quedáte y toma un poco. - Dijo resignado Juan Pablo.
- Después, ¿peleamos o terminamos en una charla no violenta? - Preguntó el viejo dándole un
sorbo largo al vaso.
- No sé, supongo que iremos viendo, por ahora terminemos la botella. No me olvide que vos me
diste de la tuya para tomar la otra noche.
- Aja, me debés esa.
- Che, me dijeron que no te vieron ni te conocen por acá. ¿Quién sos?
- No te preocupes por eso vos. - Bebió otra vez del vaso. - Algunos borrachos tienen a su elefantito
rosa, otros a la muerte, en tu caso me tenés a mi.
- No entiendo nada, ¿cómo que te tengo a vos?
- ¿Todavía no te diste cuenta?
- ¿De qué?
- De nada, mejor así. – Agarró la hoja de Juan Pablo sobre la mesa.- ¿Esto lo escribiste vos? -
Preguntó el viejo cambiando de tema. – Si, pero ya no me acuerdo lo que escribí, es cosa del
pasado.
- A ver, dejáme leerlo. – Juan Pablo ni se inmutó y el viejo leyó con su voz ronca, bebiendo del
vaso con cada verso.
- Si, definitivamente, eso lo escribí yo.
- Terrible porquería escribiste, de lo peor que he leído es esto.
- Claro, me lo dice el crítico número uno, como si alguna vez hubieras escrito algo vos. - Dijo,
ofendido, Juan Pablo.
- Para que sepas yo escribí mil cosas y mucho mejores que esta basura que me hiciste leer.
- Yo no te hice leer nada, vos solito agarraste la hoja y te pusiste a leer, lo único que falta es que
ahora me digas que también te hice entrar a mi casa y te obligue a tomar de mi botella. – Le
recriminó Juan Pablo mientras el viejo reía y asentía con la cabeza. – Además no tenés derecho a
decir si es malo o es bueno, eso va con el gusto de cada uno.
- No, no, es malísimo. – Dijo el viejo riendo a carcajadas.
- ¡Para, que no termine!, en todo caso podes decir que te gusta o que no te gusta.
- No me gusta para nada porque es malísimo.
- ¿Cómo podes medir lo bueno o lo malo?
- No sé ni me importa y la terminamos acá. Te digo que no me gusta y listo, tampoco vas a armar
un escándalo sobre ese temita.
- Esta bien, servime otro poco. – Le alcanza el vaso al viejo. – Además eso que está ahí escrito –
Dijo Juan Pablo señalando la hoja – Es algo que me pasó y por lo cual me siento mal.
- Ya se te va a pasar, no me lo cuentes porque no quiero escuchar tu historia ni darte consejos
después, soy el menos indicado para hacerlo. – Se excluyó el viejo.
- Está bien, tampoco me serviría de mucho a mi. Creo que estoy maldito. – Dijo Juan Pablo
resignado.
- Es muy probable que tengas razón.
- ¿Alguna vez soñaste con volar? – Preguntó Juan Pablo cambiando de tema.
- ¿Que? No me acuerdo, tengo una memoria frágil.
- Yo si, que bueno seria tener alas y volar. Estar donde quiera sin pagar pasaje ni peaje, subir muy
alto y después dejarme caer en tira buzón. Tener sexo en el aire, encima de una nube, de una
forma que ni el Kamasutra conozca.
- Prefiero hacerlo en una cama de la forma natural.
- Si, con tus gordas.
- No seas idiota, para que sepas yo salí con la chica mas linda de la ciudad.
- Ya estás borracho, mirá la pavada que decís. ¿No viste la facha que tenés? - Preguntó burlándose
Juan Pablo.
- Mirá que sos idiota, ¿Querés pelear? Dale vení maricón.
- ¿A quien le decís maricón?
- A vos, hijo de la gran puta. Vení, dale.
- ¡Con mi vieja no te metas! – Gritó Juan Pablo, se paró y se abalanzó hacia el viejo gritando como
loco y tirando piñas, el viejo hizo lo mismo y se trenzaron en una lucha algo extraña. Sintió que
se abría la puerta y se puso contento creyendo que eran sus amigos que lo venían a ayudar en la
pelea contra el viejo, ahora esta seguro de que va a ganarle.
- ¡Pará loco! ¿que hacés gritando de ese modo?. ¡Estás todo sucio, mirá lo que es tu ropa!
Levantáte, dale. - Le ordenó la voz a Juan Pablo.
- ¿Donde estas? Vení viejo, seguí peleando.
- ¿Que decís? ¡Estás loco! quedáte quieto por favor. – Le volvió a ordenar la voz a Juan Pablo.
- ¡Débora! ¿Que hacés acá? ¿Dónde está el viejo?
- ¿Que viejo? Iba pasando y vi luz, golpeé la puerta y como no contestaste entré. Me hiciste asustar
porque te escuchaba gritar y gemir pero no te veía. Seguí caminando y te encuentro acá dormido
y colgado del inodoro, ¡mirá, te vomitaste todo!
- ¿No viste al viejo? Estaba peleando conmigo y ...
- Calláte, no había ningún viejo, estabas soñando. – Interrumpió – Sacáte la ropa así te das un
baño, levantá los brazos. – Le ordenó Débora.
- ¿Soñando? ¡Que voy a estar soñando! ¡Ya te voy a agarrar viejo, esto no termina acá, ya vas a
ver! – Gritó, Juan Pablo, mirando hacia arriba con los brazos levantado.
- ¡Hey! Basta, me estas asustando. Sacáte el pantalón y las zapatillas. Ordenó y Juan Pablo
obedeció – Andá y metete abajo de la ducha que yo te preparo un café para que se te pase. –
Metió a Juan Pablo debajo de la ducha y abrió una canilla.
- ¡Esta caliente, la puta madre, me quema! – Gritó con dolor Juan Pablo.
- No seas llorón, no está tan caliente. – Dijo y se sonrió mientras abría el agua fría para regular la
temperatura. – Ahora vengo, mientras mojate la cara y el resto del cuerpo. – Salió hasta la
cocina donde calentó el café frío dentro de la tetera, luego le volvió a hablar a Juan Pablo. –¿Ya
estas mejor?
- Nadie le respondió así que volvió a preguntar y otra vez no obtuvo respuesta. Nuevamente salió
corriendo hasta el baño y lo encontró tirado en la bañadera, muerto debajo del agua, se asustó y
se metió debajo de la lluvia a rescatarlo.
- Juan Pablo despertá, por favor despertá, no te me mueras despertá. – Gritaba y lloraba la pobre
mujer asustada. Trató de levantarlo un par de veces sin suerte, se caía en cada intento, cerró la
llave de la ducha, le di unas cachetadas para reanimarlo, intentó hacer una especie de respiración
boca a boca pero era inútil nunca había revivido a nadie, se abandonó y lo abandonó, solo podía
llorar sobre sus cuerpos mojados. Lo abrazó y gritó – No te me mueras todavía, yo te quiero , por
favor no te me mueras todavía, no me dejes hoy. – Juan Pablo abrió los ojos y echó a reír, la miró
y por un instante no pudo continuar con su alegría, vió sus lágrimas y su desesperación. Siguió
riendo sin contemplación alguna.
- Sos un estúpido, me asustaste, pensé que te había ahogado, que te había matado sin querer.
Perdonáme, no, mejor pedíme perdón vos, sos una mierda de persona, una basura humana, ojalá
te hubieras ahogado en serio.
- No llores, no pasó nada, estoy bien. Fue divertido. – Dijo sin estar consciente todavía de sus
palabras ni de nada.
- ¡Todavía seguís jugando conmigo! Siempre estoy tratando de ayudarte y de cuidarte pero vos
siempre aprovechás para hacerme sentir como una idiota, como una infeliz. – Gritó histérica
mientras salía de la bañadera.
- No, no quise... ¿me alcanzás una toalla? Tengo frío – Dijo tiritando Juan Pablo e hizo sonreír a
Débora.
- ¡Toma! – Dijo Débora alcanzándole la toalla. – Tendría que matarte, el susto que me diste,
tendría que...
- ¡Para! Casi me matas recién y mira como te pusiste. – Dijo sonriendo Juan Pablo. – Si me matás
de verdad ¡quien te aguanta! ¿No?
- ¡El café! – Exclamó Débora que, sin prestarle mas atención a lo que dijo Juan Pablo, salió
corriendo del baño hacia la cocina.
- Te aviso que ¡ni loco me tomo ese café!, hace como diez minutos que debe estar hirviendo, debe
estar todo volcado sobre las hornallas. – Dijo en grado cómico. – Después limpiás todo, ¡eh!
- Por lo visto ya estas mejor, así que no te preparo otra vez café, ¿me querés decir a dónde vas
ahora? – Preguntó Débora.
- A mi pieza, a ponerme ropa limpia y seca. – Le contestó Juan Pablo.
- ¿No tenés algo para prestarme a mi?, yo también estoy empapada.
- Si, se te ven las tetas, lo que no es nada nuevo por acá.
- Aja, es verdad. – Dijo riendo, sin sentirse inhibida o insultada.
- ¿Alguna vez soñaste con volar? – Le susurró Juan Pablo al oído mientras la abrazaba por la
cintura.
- No, porque yo siempre vuelo. – Dijo tirando su cabeza hacia atrás esperando el beso que Juan
Pablo le dio, justo antes de que sus manos recorrieran todo su cuerpo.
- Espero que sepas que en unos días me voy, y que esto no significa que pienso llevarte conmigo ni
nada parecido. ¿Entendés? – Preguntó Juan Pablo de forma tajante.
- Aprendí a saberlo, pero tampoco gano nada no estando esta noche con vos, la ultima noche que
me queda para sentirte conmigo. Quiero ser feliz al menos hoy, porque es lo único que me
importa, vivir este momento sin preocupaciones. Lo demás, no tiene sentido pensar en lo demás,
por eso no leí el libro que me regalaron.
- ¿Qué libro?
- Shhh, ahora no es tiempo de hablar. – Le dijo mientras lo besaba, mientras lo tomaba de la mano y lo llevaba hasta la habitación. - No creo en la auto ayuda editada. - Dijo y sonrió sabiendo el futuro maldito. Entraron a la pieza y consumaron la ultima noche de placer y deseo sin amor, demás esta decir como y de que forma lo hicieron, para eso basta con usar la imaginación y saber que solo hubo un poco de pasión.

1 comentario:

LA_MAGA dijo...

HOLA, TU BLOG ESTA ESTUPNDO ME ENCANTA, VOY A TENER Q VISITARLO MAS A MENUDO, TE CUIDAS CHAUU.

Donde andás?