Intersección vigésima séptima
Siempre hay un lugar, un tiempo
que refleja todos los recuerdos
llegados desde el fondo,
y brotan, confundiéndose con la imagen.
Hojas otoñales caídas
detrás de un beso
y encima de un te quiero
de ocre atardecer.
Viento invernal que despeina
el acurrucarse en un reparo
de guantes y bufandas,
abrazados por el calor
de un abrazo gigante
por tanta ropa.
Colores primaverales pintados al óleo
sobre un lienzo vacío,
y con el marco de la pasión
ajustado a la perfección.
Sol veraniego que derrite
tanta espera
y la funde con el mar,
con la sal
que cubre tantos cuerpos
quemados
por amar tan temprano
y tan tarde
en la arena del encuentro.
Cuatro vidas en poco tiempo,
cuatro seres distintos
pero que son los mismos
que se repiten con todos los giros del sol al sol.
Siempre hay un lugar, un tiempo
que refleja todos los recuerdos
llegados desde el fondo,
y brotan, confundiéndose con la imagen.
Hojas otoñales caídas
detrás de un beso
y encima de un te quiero
de ocre atardecer.
Viento invernal que despeina
el acurrucarse en un reparo
de guantes y bufandas,
abrazados por el calor
de un abrazo gigante
por tanta ropa.
Colores primaverales pintados al óleo
sobre un lienzo vacío,
y con el marco de la pasión
ajustado a la perfección.
Sol veraniego que derrite
tanta espera
y la funde con el mar,
con la sal
que cubre tantos cuerpos
quemados
por amar tan temprano
y tan tarde
en la arena del encuentro.
Cuatro vidas en poco tiempo,
cuatro seres distintos
pero que son los mismos
que se repiten con todos los giros del sol al sol.
Continúa en Capítulo 26 (Click acá)
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