El presente blog que viene abajo no tiene nada que no haya en otros blogs literarios, simplemente retomo eso que le dio de comer a tantos otros escritores fracasados, hablar de las mujeres que no consiguen o de las otras, las que se fueron. Como capitán, que huye, en franca retirada de las relaciones, me permito contar secretos de diván, escabrosos relatos de cama y de hoteles para que sucumban de pavor esas otras desconocidas que supieron ser garabato de mi muñeca, bueno, no son todas las que yo hubiera querido así que voy evitar nombrarlas para que no quede en evidencia mi falla. Pero no sólo de mujeres vivimos, así que también hay otros temas y otros formatos, tenemos cortometrajes, tenemos novelas, tenemos cuentos, bueno, cuentos no, chinos tampoco, pero hay intersecciones y cartas, fotografías re contra artísticas y otras en la que sólo aparece mi cara. Bueno, el resto del blog es mejor que el prólogo, no lo prometo pero créame.

14 de agosto de 2006

Princesas del Verano

Intersección vigésimo quinta

Que vacía es la distancia
no hay nada que llene tantos kilómetros,
ni la horrible sensación de sentir los cuerpos usurpados.
Llora la amante nocturna, llora su verdad,
no hay nadie que la respete
en esos días de calor.

Sueñan las pesadillas del año entero
y son presas del verano, del desconocido,
viviendo en desgarradoras luchas, entre si mismas,
por encontrar al príncipe azul,
que solo habita en cuentos,
y que las saque de aquí, cada cuarto de año.

En fila esperan, los depredadores,
en fila matan, una y otra vez,
los sueños de las presas despreciadas.
Ellas viajan al sol, intentando olvidar la lección
y congelan el dulce sabor
de eso que no se explica, que tan solo se entiende.
A veces logran consolarse mientras el mar,
jugando,
las acaricia,
mientras el amanecer desaparece
llevándose a sus múltiples yo.

Llevan el reflejo pútrido de lo que fue,
de lo que hicieron y de lo que obtuvieron, marcado en la piel.
Solo queda escapar, para no volver,
y dejar que el tiempo, con sus giros, haga lo que tenga que hacer
entregando antídotos para el dolor,
para la buena memoria y todos sus recuerdos
capaces de olvidar.
Olvidáme de una buena vez.

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