El presente blog que viene abajo no tiene nada que no haya en otros blogs literarios, simplemente retomo eso que le dio de comer a tantos otros escritores fracasados, hablar de las mujeres que no consiguen o de las otras, las que se fueron. Como capitán, que huye, en franca retirada de las relaciones, me permito contar secretos de diván, escabrosos relatos de cama y de hoteles para que sucumban de pavor esas otras desconocidas que supieron ser garabato de mi muñeca, bueno, no son todas las que yo hubiera querido así que voy evitar nombrarlas para que no quede en evidencia mi falla. Pero no sólo de mujeres vivimos, así que también hay otros temas y otros formatos, tenemos cortometrajes, tenemos novelas, tenemos cuentos, bueno, cuentos no, chinos tampoco, pero hay intersecciones y cartas, fotografías re contra artísticas y otras en la que sólo aparece mi cara. Bueno, el resto del blog es mejor que el prólogo, no lo prometo pero créame.

14 de mayo de 2007

Capítulo 31


Caminó por la calle interminable y el sol aplastante que lo estaba asando, y no se sacó la remera por miedo a la quemada del sol. Juan Pablo entró a su casa, ahora su chiquero, y recordó la noche anterior cuando le usurparon su casa como si fuera el último bote del Titanic, ojalá haya zozobrado pensó y naufragó al igual que la película. Le pareció raro abrir la puerta y que este sin llave, la que no encontró en sus bolsillos, creyó haberla cerrada a la noche, quizás es algo más que no recuerda. Renegó un poco, al ver la mugre, por no aceptar la oferta de José para limpiar la casa, estos no van a aparecer hasta tarde pensó. Abrió la heladera y sacó algo fresco para beber, otra vez la deshidratación, bebió y luego fue hasta las ventanas, las abrió, y ahora todo se vió peor. Juntó algunas cosas de la mesa, tiró algunos papeles y vació el cenicero que se le cayó dentro del tarro. Metió la mano y lo sacó, se lavó las manos y siguió limpiando, caminó hacia su pieza y antes de entrar olió más alcohol. Vió que algo se movía y su cama crujía, retrocedió unos metros y cuando estaba a punto de correr hacia fuera se frenó. El viejo, pensó, me debe haber robado las llaves anoche. Agarró un cuchillo serrucho de la mesa y encaró hacia la pieza. Estuvo por entrar y se frenó, miró el cuchillo y razonó dos cosas contradictorias sobre ese cuchillo, o era muy peligroso o totalmente inofensivo, volvió y agarró un sartén aunque no le pareció mucho más efectiva. Se acercó a la puerta y espió lleno de miedo, vió que dormía alguien, contó hasta tres y no pudo abalanzarse por estar paralizado por el miedo, contó de nuevo y diez veces más y no se convenció. Se secó el sudor de la frente e intentó hacer dejar de temblar a sus rodillas, sin éxito, miró otra vez y todo siguió igual pero se asustó cuando su imaginación lo engaño y le mostró un ser abalanzándose hacia él, casi corrió hacia la puerta. No la atravesó por miedo, no a morir sino a lo que podrían llegar a decir y reír sus amigos y los que no lo son, “así que saliste corriendo y gritando ayuda por la calle, ja, vos si que sos cagón”, “¿vos sos el de los gritos y llantos? cuando te vi no pare de reír por una semana”, “¿y tanto escándalo por un viejo metido en tu cama?”. Era perder demasiado orgullo en un rato, así que se quedó y caminó otra vez hacia la pieza. Llegó hasta la puerta, aguantó la respiración unos segundos, contó hasta tres y corrió hasta donde está la cama tirando sartenazos para todos lados y gritando cosas sin sentido y onomatopeyas sacada de alguna película de artes marciales. Acertó un par de veces sobre algo, igual su promedio fue bajo, alguien gritó de dolor. Al lado de éste se levantó otro individuo más, que solo quiso huir y lo único que logro fue engancharse un pie con una de las sabanas y caer de cara al piso. Juan Pablo los miró y sostuvo al arma efectiva como a un bate de béisbol, ahí se imaginó la crítica de la gente de otra forma, “y eras vos contra dos, que huevos que tuviste, yo hubiera salido corriendo”, “vos sos mi héroe flaco, te invito una, no, dos cervezas”, “que bárbaro che, ¿después que hiciste?”, ahí no pudo imaginar más porque estaba viviendo el después. Aprovechó que nadie se movía y empujo las ventanas para que entrara más luz en la habitación, pateó y miró a sus vencidos, descubrió sus caras sin poder creer lo que veía, se sintió culpable pero igualmente se echó a reír mientras tiraba alguna que otra patada débil hacia los individuos.

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