El presente blog que viene abajo no tiene nada que no haya en otros blogs literarios, simplemente retomo eso que le dio de comer a tantos otros escritores fracasados, hablar de las mujeres que no consiguen o de las otras, las que se fueron. Como capitán, que huye, en franca retirada de las relaciones, me permito contar secretos de diván, escabrosos relatos de cama y de hoteles para que sucumban de pavor esas otras desconocidas que supieron ser garabato de mi muñeca, bueno, no son todas las que yo hubiera querido así que voy evitar nombrarlas para que no quede en evidencia mi falla. Pero no sólo de mujeres vivimos, así que también hay otros temas y otros formatos, tenemos cortometrajes, tenemos novelas, tenemos cuentos, bueno, cuentos no, chinos tampoco, pero hay intersecciones y cartas, fotografías re contra artísticas y otras en la que sólo aparece mi cara. Bueno, el resto del blog es mejor que el prólogo, no lo prometo pero créame.

14 de mayo de 2007

Capítulo 30



La mañana llegó y pasó desapercibida para muchos, el mediodía fue otro almuerzo para algunos y la tarde un desconcierto para los que recién amanecen, con un reloj descompuesto por dentro, y que abren los ojos quebrados de la estupidez.
- Ya era hora de que despiertes.
- ¿Qué pasa? ¿dónde estoy? – Pregunta asustado mientras trata de recorrer el lugar con sus ojos oscuros.
- Esta vez en mi casa – Le contesta algo o alguien que anda por ahí, delante de él.
- ¿¡Débora!? – Exclama en un asombro doloroso que reconoce la voz de la repetición nocturna.
- Aja, supuse que no te ibas a acordar de nada, igual que ayer. – Abre las cortinas de las ventanas de la habitación dejando entrar el sol que, aunque tenue por las nubes, irrita a los ojos de Juan Pablo.
- ¡Ah!, ¿qué hacés?, ¡cerrá eso por favor!. – Exclama tapando sus ojos pero observando igual el lugar. Un ropero marrón enfrente, una puerta a la derecha y una mesita junto a la cama grande.
- No señor, acá en mi casa a las tres de la tarde se abren las ventanas para ventilar la casa.
- Para asarla querrás decir. Me querés decir que carajo hago yo en tu casa, porque si no recuerdo mal, yo no vivo acá.
- Ya se que no vivís acá, pero te traje y agradecé que no estén mis viejos. – Dice mientras se coloca al pie de la cama.
- ¿Por qué me trajiste, o mejor dicho, por qué vine yo a parar acá? – Pregunta en un bostezo, Juan Pablo.
- Es fácil, porque estabas tirado afuera del boliche. – Reprocha al mismo tiempo que abre el ropero para guardar alguna ropa.
- Yo recuerdo otra cosa, bueno recuerdo poco, pero yo me volví caminando. – Dice y busca su ropa al costado de la cama.
- Nada que ver. Estabas tirado boca abajo, durmiendo y todo sucio. Dicho sea de paso te lave la ropa, así que no busques más. – Débora se da vuelta, se queda mirando y vuelve a voltear para seguir haciendo sus cosas en el ropero.
- ¿Y el viejo, que se hizo del viejo que estaba charlando conmigo? – Pregunta para demostrar que recuerda algo.
- ¿Qué viejo?, no había nadie. – Dice y sale de la habitación para ir a otra que Juan Pablo desconoce.
- El cartero, ahora me acuerdo, estuve hablando con él.
- Pero si acá no hay ningún cartero. – Grita ahora, al parecer desde afuera, tal vez desde el patio. – Las cartas hay que ir a buscarlas al pueblo de al lado. – Dice asomando su cara por la ventana de la habitación. – Tomá, ya está seca. – Y arroja la ropa sobre el desconcertado individuo postrado en una cama.
- ¡Estoy desnudo!, ¿me desnudaste vos?.
- No, eso lo hiciste vos en un momento en el que te pusiste cariñoso conmigo. No lograste mucho y me defraudaste un poquito pero, quedáte tranquilo, es comprensible que te quedaras dormido con esa borrachera, no se va a enterar nadie. – Dice y se ríe con maldad, luego desaparece de la ventana..
- Ahora te reís, bien que ayer se te caían las lagrimas por mi, idiota. – Dice mientras revisa su ropa.
- Lo que pasa que ayer tuve un día complicado, estaba medio sensible, cosas de mujeres. – Dice incorporándose a la habitación.
- ¿Qué mas tenés para decirme de anoche?. Pregunta sin animarse a vestirse delante de Débora.
- Nada, no te vi anoche, solo que cuando te traía una chica me empezó, bah, nos empezó a gritar. Después dejó de gritarnos y te gritaba solo a vos. ¿Querés que me dé la vuelta?, lo que faltaba, si ya te conozco desnudo, está bien. – Habla y se da vuelta.
- ¿Quién era?. Que raro, ¿no?.
- Y ahora, ¿qué hacemos nosotros?, ¿aprovechamos mientras estas a medio vestir para revolcarnos un poco?. – Pregunta y se zambulle de lleno en la cama.
- Por suerte no, tengo que ver que pasó anoche. – Salta de la cama desprendiéndose de los brazos de Débora y sale.Chau estúpido, pero acordáte que siempre volvés. – Se queda sentada en la cama y esta vez no se acongoja al no escuchar un “gracias”, menos aun al escuchar la puerta golpearse. Tiene mucha esperanza de que va a volver, y eso la hace sonreír.

5 comentarios:

kurtosis dijo...

Por orden, en secciones y diversidad lo seguiré leyendo.
ATTE.
Kurtosis

kurtosis dijo...

Saludos Carlos una abrazo
Atte.
Kurtosis.

Anónimo dijo...

hola carlos te estoy visitando un beso

Anónimo dijo...

Hermosos cuentos, los seguiré leyendo.
Saludos

SiervaDelMesías. dijo...

Hola poco caballeroso, y saluda, te sigo la pista, un abrazo de amistad, cuídate chau...uuu

Donde andás?