El presente blog que viene abajo no tiene nada que no haya en otros blogs literarios, simplemente retomo eso que le dio de comer a tantos otros escritores fracasados, hablar de las mujeres que no consiguen o de las otras, las que se fueron. Como capitán, que huye, en franca retirada de las relaciones, me permito contar secretos de diván, escabrosos relatos de cama y de hoteles para que sucumban de pavor esas otras desconocidas que supieron ser garabato de mi muñeca, bueno, no son todas las que yo hubiera querido así que voy evitar nombrarlas para que no quede en evidencia mi falla. Pero no sólo de mujeres vivimos, así que también hay otros temas y otros formatos, tenemos cortometrajes, tenemos novelas, tenemos cuentos, bueno, cuentos no, chinos tampoco, pero hay intersecciones y cartas, fotografías re contra artísticas y otras en la que sólo aparece mi cara. Bueno, el resto del blog es mejor que el prólogo, no lo prometo pero créame.

15 de marzo de 2007

Capítulo 11

Casi ya oscureció por completo y Juan Pablo salió de su casa, por primera vez en el día, después de terminar con el poco pero agitado desorden de su casa, salió hacia la casa de los chicos. Ya no se siente tan mal por lo ocurrido la noche anterior y la tarde de hoy, pero tiene una necesidad obvia de hablar con Rodrigo. Él es la persona ideal para averiguar si Estrella ya volvió. Así que caminó, las pocas cuadras que los separan, ilusionándose con una afirmación e imaginando una noche más eficaz.
Llegó y entró sin golpear, pero tuvo que hacer mucho ruido para encontrar la luz. Parece que no hay nadie, ¿dónde podrán estar?, pensó.
- Che jorgito, ¿otra vez venís a joder? – Gritó alguien desde una pieza.
- No, no soy jorgito, soy Juan. ¿Todavía duermen?
- Intentamos dormir, pero siempre vienen a joder.
- Dale José, levantáte que son las ocho. ¿Rodri también duerme?
- Sí, bah, ahora no. Ya me despertaste con todo ese ruido que hiciste.
- No encontraba la luz, esta muy oscuro acá adentro. Dale rodri levantáte.
- Vení vos, todavía estoy medio dormido y no tengo ganas de levantarme.
- Bueno, pero tengo que preguntarte una cosa. – Dijo mientras iba hacia la habitación.
- Ah bueno si molestamos nos vamos nosotros, ¿no José?. Lo único que faltaba, que te hagás el misterioso delante de tus amigos. – Expuso el sueco.
- Claro, como anoche la pasó bomba, ahora viene y le cuenta todo al confidente. – Se burló José.
- No me hables de lo de anoche, que me descompongo. Además quede bastante mal.
- Si ya nos contó jorgito. Y estaba muy enojado por como trataste a la atorranta esa.
- No me jodás José, seguro que si la agarrabas vos era la chica ideal para casarte, pero como la agarré yo es la peor de todas.
- Te informo que ya estuvo conmigo y si no me equivoco con todos los que dormimos en esta casita.
- Con todos no, José, jorgito no estuvo con ella.
- Decime sueco ¿con cuántas estuvo jorgito?. Con ninguna así que no es novedad lo que decís.
- Tenés razón, no se por que lo conté a jorgito.
- Hablando de jorgito, ¿donde esta?.
- No sé, vino de tu casa muy enojado, molestó un rato, le dimos una paliza y se fue. Debe andar paseando por ahí. – Le contestó Rodrigo.
- Bueno rodri decime, ¿sabés algo de Esmeralda y de Estrella? ¿Llegaron ya?.
- Ah, para eso venís. Ya me parecía muy raro que vengas dos días seguido por acá. – Le recriminó José.
- Cuando hable con vos te aviso, mientras tanto mantenéte callado por favor. Y, ¿sabés algo rodri?.
- No, nada. Después voy a ver. – Le dijo en un bostezo.
- ¿Vos me vas a hacer callar a mi? ¿Quién te crees que sos? – Y amagó a levantarse para ir a agarrarlo, pero se dio cuenta que no vale la pena y que tiene mucho sueño todavía.
- Bueno, cualquier cosa me avisás rodri. Voy a estar en casa, si quieren ir vayan. Chau chicos, nos vemos.
- Chau idiota. – Le dijo José despidiéndolo. – Ahora si podríamos levantarnos, ¿no chicos?
Salió de la casa de sus amigos con menos ganas que cuando entró, pero no fue derecho a la suya. Pasó por la calle de la casita verde para ver algo que lo ilusione y lo vió. La luz que salía desde adentro de la casita lo ilusionó, al menos por un rato, con tener la ansiada y cansadora revancha.
Llegó a su casa y se dio cuenta que tiene hambre. Lógico, no había comido nada sólido en todo el día, solo utopía y amargura. Puso algo en la hornalla y después comió, tarareando una vieja canción sin recordar cual era.


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