El presente blog que viene abajo no tiene nada que no haya en otros blogs literarios, simplemente retomo eso que le dio de comer a tantos otros escritores fracasados, hablar de las mujeres que no consiguen o de las otras, las que se fueron. Como capitán, que huye, en franca retirada de las relaciones, me permito contar secretos de diván, escabrosos relatos de cama y de hoteles para que sucumban de pavor esas otras desconocidas que supieron ser garabato de mi muñeca, bueno, no son todas las que yo hubiera querido así que voy evitar nombrarlas para que no quede en evidencia mi falla. Pero no sólo de mujeres vivimos, así que también hay otros temas y otros formatos, tenemos cortometrajes, tenemos novelas, tenemos cuentos, bueno, cuentos no, chinos tampoco, pero hay intersecciones y cartas, fotografías re contra artísticas y otras en la que sólo aparece mi cara. Bueno, el resto del blog es mejor que el prólogo, no lo prometo pero créame.

15 de marzo de 2007

Capítulo 7

Despertó Juan Pablo, pero esta vez el día no lo espero y amaneció sin él, cerca de las tres de la tarde en una cama desprolija y con vapor de alcohol en el ambiente. Tardó un rato en darse cuenta que no estaba en la casa de sus padres, que se encontraba de vacaciones, que la noche anterior había bebido con sus amigos y que hoy volvía Estrella. Sus recuerdos, de la noche anterior, solo llegan hasta el momento en que decidió salir de la casa de los chicos para ir a bailar, nada mas encontraba en su cabeza, no recordaba nada después de eso. No sabe como llegó al boliche, si es que alguna vez llegó, ni cuando llego a su casa ni lo que paso entre medio de estas dos cosas. Lo que si sabe es que tiene un insoportable dolor de cabeza. Maldita resaca, pensó.
Se levantó como pudo y fue hasta la cocina en busca de algún jugo oculto en la heladera, llenó un vaso y bebió como si hubiera estado caminando largos días en el desierto sin encontrar un manantial. Dejó el vaso en la mesada, guardó el jugo en la heladera y por unos minutos la utilizó de apoyo para sus brazos y su cuerpo, unos minutos hasta que su vientre le ordenó ir al baño.
Después de un rato empezó a sentirse mejor, casi sin mareos y ya con posibilidad de caminar de una forma normal. Lo primero que hizo fue tratar de ventilar la casa, especialmente su cuarto, abrió las ventanas y el día lo golpeó con su luz haciéndolo sentir un vampiro en agonía solar. Juntó su ropa asqueada, tirada al borde de la cama, y la arrojó en un rincón alejado con la idea de lavarla mas tarde. No pudo hacer nada mas a favor del orden, solo atinó en ir a darse un duchazo.
Estaba pensando en Estrella, no había pensado en ella desde hacia casi doce horas, y en salir a dar una vuelta, a ver si la veía por ahí, estaba pensando en ella cuando sintió que golpeaban la puerta. Tuvo, en ese instante, un presentimiento maravilloso en el que Ella venía a buscarlo y a decirle que había estado pensando en él los últimos dos días.
Corrió hasta la puerta a buscar el beso eterno que le abriría las ventanas al amor, pero lo que encontró fue el beso por el que se purgó el desconcierto.
- ¡Hola mi amor! - Dijo una desconocida mientras lo abrazaba.
- Hola...
- ¿Puedo pasar?
- Este... sí, sí, pasá.
Y la chica rubia de ojos azules pasó, llegó hasta la cocina se detuvo, miró y luego siguió observando el resto de la casa. Luego volvió hacia Juan Pablo lo besó primero y lo abrazó después mientras le hablaba.
- Es más linda de día, entra mas luz y parece más grande.
- Aja – Dijo Juan Pablo sin entender nada y con miedo a preguntar.
- Espero que no te moleste mi visita, después de todo me invitaste vos anoche.
Justo cuando iba a preguntarle quien era volvieron a golpear la puerta. Juan Pablo aliviado por esta interrupción abrió y se encontró con jorgito del otro lado.
- ¿Que haces, loco? ¿No tenés una aspirina? se me parte la cabeza, ¡qué manera de chupar anoche!. – Habló y pidió jorgito mientras se daba cuenta de que había alguien mas aparte de Juan Pablo, pero eso no le impidió seguir hablando. – ¿Todavía está acá Débora?
- No, recién llegó. – Dijo Juan Pablo aliviandose de, por lo menos, saber el nombre.
- ¿¡Vistes que linda chica te presenté anoche!? – Dijo mientras la abrazaba – ¿Cómo andas? ¿Te gustó mi amigo?
- Si pero parece que no me conoce, esta medio frío, no está como anoche.
- ¿Qué? ¿¡la trataste mal!?
- No, no, para nada. ¡Cómo la voy a tratar mal!.
- A mas te vale, porque ella te levantó el ánimo como nunca, haciéndole honor a su nombre. – Dijo riéndose en complicidad con Débora.
- Sí, seguro. Bueno Débora, ¿nos podemos ver después?. Tengo un dolor de cabeza terrible y no puedo coordinar bien.
- Mm. bueno esta bien, después nos vemos por ahí o sino paso mas tarde. ¿Te parece?
- Listo, quedamos así. – La acompañó hasta la puerta sin dar indicios de nada, ella lo despidió con un beso y se fue. Juan Pablo se volvió sobre jorgito. – Che decime ¿qué carajo hice anoche y quien es esta? porque no me acuerdo nada.
- Anoche fue la mejor noche de tu vida papá, ¡mira que tenés suerte vos!. Ligaste a esta mina que es un bombón.
- Sí, ya sé. ¿Ahora cómo me la saco de encima?
- ¿He? ¿Para que querés sacártela de encima?
- Porque voy a quedar mal y no quiero. Además yo apunto a otra cosa y vos lo sabes.
- ¡No te puedo creer! ¡Ves que sos lo mas aburrido que hay en el mundo! Sacátela vos de encima, yo no me hago cargo, la hicistes ilusionar a esta piba y ahora la dejas.
- Estaba borracho, che.
- Si ya sé, idiota. Pero aprovecha por ahí te gusta y hasta puede ser tu novia. – Y rió, pero sin burlarse.
- No, no. ¡Mira como la conocí!. ¿Te parece que puede ser mi novia?.
- Que lástima, algunos tanto y otros tan poco y decime che, en la cama, ¿qué tal es? – Dijo guiñando el ojo mientras cerraba el puño y agitaba.
- No sé, y si supiera tampoco te lo cuento.
- Uy, ¡qué lastima!, ¡no me quiere contar!. – Y esta vez si se burlaba. – ¿ Tenés o no tenés aspirinas?
- No, no tengo
- Bueno, entonces me voy. Chau.
- Chau jorgito, cerrá bien cuando te vayas y andá por la sombra.
Juan Pablo se quedó solo y medio estupefacto. No entendía los últimos minutos vividos, pero ya podía armar casi por completo el rompecabezas que había en su mente. No recordaba casi lo que era estar con una mujer desconocida, y ahora que había estado con una la noche anterior tampoco lo recordaba. No se sentía mal por lo que había hecho inconscientemente la noche anterior, tenia un poco de regocijo interior.
Se estaba preparando un café cuando golpearon la puerta otra vez. La abrió, como casi toda la tarde, y se encontró otra vez con un beso desconocido de la mima persona, Débora.
- ¡No sabes las ganas que tenia de estar otra vez con vos!
- No, no sé. ¿No habíamos quedado en vernos mas tarde?
- Ya te dije, quería verte ya. ¿Tanto te molesta verme?
- No, no. Pasá y charlamos.
- Paso, pero no para charlar y nada más.
- Bueno sentáte, esperá que saco el café del fuego. ¿Querés tomar?
- No. – Le respondió Débora de forma seca
- Bueno, te voy a ser sincero, no me acuerdo nada de lo que paso anoche. Y la verdad no sé si quiero estar con vos. – Dijo mientras se servia café.
- ¿Por qué no me querés?. Yo te di todo anoche, y vos me pediste que viniera hoy a verte, y me prometiste estar conmigo. – Dijo y sus palabras sonaban a pedidos de auxilios desgarradores.
- No es que no te quiera, lo que pasa es que no te conozco y no me interesa la gente que no conozco. – Dijo sin que se note la mentira, sin importarle ni un poco ella.
- Pero me podés llegar a conocer, no es tan difícil. Una vez que lo hagás te vas a dar cuenta de que soy una buena persona.
- No lo dudo, estoy seguro de que lo sos. – Dijo ya imaginando que no la podría convencer nunca.
- Claro, vos ves en mi una futura amiga. ¿Nada mas eso querés decir?.
- Sí. – Pensó que tampoco le interesaba ser amigo de una persona tan inmadura, tan tonta y triste a la vez. Dio un sorbo al café y se quedó callado.
- Bueno, entonces me voy. Veo que hoy no me necesitás, sucio.
Y se fue, llorando bronca, no sin antes tirar el espeso café caliente encima de las piernas de Juan Pablo que se quedo sentado sin hacer ningún gesto, ni siquiera la miró cuando se fue pero igual se dio cuenta que había lagrimas en sus mejillas. Mas tarde sintió que su cara también estaba mojada, pero no eran lagrimas de amor ni de culpabilidad.
Así terminó la tarde más animada de todo el verano para él. Sintiéndose bien al principio y un estafador de sueños al final. Así es la vida pensó, cambia los sentimientos de un minuto al otro. Lástima que siempre pone el más amargo y duradero al final.

Continúa en Intersección Séptima Click acá

No hay comentarios.:

Donde andás?