El presente blog que viene abajo no tiene nada que no haya en otros blogs literarios, simplemente retomo eso que le dio de comer a tantos otros escritores fracasados, hablar de las mujeres que no consiguen o de las otras, las que se fueron. Como capitán, que huye, en franca retirada de las relaciones, me permito contar secretos de diván, escabrosos relatos de cama y de hoteles para que sucumban de pavor esas otras desconocidas que supieron ser garabato de mi muñeca, bueno, no son todas las que yo hubiera querido así que voy evitar nombrarlas para que no quede en evidencia mi falla. Pero no sólo de mujeres vivimos, así que también hay otros temas y otros formatos, tenemos cortometrajes, tenemos novelas, tenemos cuentos, bueno, cuentos no, chinos tampoco, pero hay intersecciones y cartas, fotografías re contra artísticas y otras en la que sólo aparece mi cara. Bueno, el resto del blog es mejor que el prólogo, no lo prometo pero créame.

2 de marzo de 2007

Capítulo 6



El día amaneció amarillo y silencioso como casi todas las mañanas de ese verano, siempre es así con muchos días de calor estorbados por unos pocos llenos de agua, la naturaleza hacia sus cosas y eso parecía estar bien. Juan Pablo, lleno de un nuevo optimismo que parecía no tener explicación, salió de su casa en busca de la chispa que encendió su corazón en llamas la otra noche. Habían pasado dos noches y un día desde la única vez que la vió, eso lo preocupaba un poco, temía que se hubiera ido. De que otra forma se podía explicar que no la haya visto en ese tiempo en un lugar tan pequeño y con tan poca gente como ese pueblo en el que ya se había aprendido los nombres de casi todos los habitantes. Miles de veces pasó por la calle San Martín, la de la casita verde, esperando que Ella saliera pero nada ocurría. Ni siquiera en el bolichito, donde esperaba sentado en la barra mientras todos bailaban y se divertían, ni siquiera ahí la pudo ver para que ilumine el lugar tan oscuro e insignificante.
Había venido al mar para distenderse y olvidarse del mundo, pero solo consiguió obsesionarse con la belleza que él creía que le daría felicidad. Casi no veía a sus amigos, tampoco estos se preocuparon por lo que le estaba pasando, vagabundeaba de su casa al mar y del mar a su casa con intercalados viajecitos a la casa de Estrella o al boliche.
En ese ocaso se le ocurrió ir a preguntarle a Esmeralda, ella tendría que saber algo de su amiga. Se bañó y salió en busca de la casita, esta vez azul, por un camino insoportablemente conocido para él. Iba caminando sus pisadas cuando escuchó unos gritos que venían desde sus espaldas.
- ¡Juan!
- Sí, ¿qué pasa? ¿Quién sos? – Dijo dando media vuelta.
- ¿No me conoces, tarado?. Soy Rodrigo.
- Ah, Hola Rodri. ¿Qué paso?
- Nada, fuí a tu casa y no había nadie. Así que salí a ver si te encontraba, ¿tenés destapador? perdimos el nuestro.
- Si debo tener, me esperas unos minutos que ya vuelvo.
- ¿A donde vas?
- Voy a la casa de Esmeralda, vos la conoces bien.
- Sí, claro. Pero no te gastes en ir porque no está.
- ¿Cómo sabés eso?
- Se fueron con Estrella y su familia a pasar unos días a las sierras que están por acá a veinte kilómetros.
- ¿¡En serio me lo decís!?
- Aja. Me lo dijo ella, sino me mintió la guacha, vuelven mañana.
- ¿Estrella también?
- También. ¿Te gusta la negra, no?. Esta linda esa también.
- Y si, me cautivo, amor a primera vista creo que le dicen.
- Desde ya te digo que elegiste la más difícil, de todas las chicas que hay acá, es casi la única que se quedó sola. Y no porque le falten oportunidades, sino porque fracasamos todos con ella.
- ¿Vos también?
- Aja. Pero tuve mejor suerte con Esmeralda. No le dije que al principio quería estar con Estrella, igual lo sabe pero no le importa nada. Ahora dejémonos de joder y vamos a buscar el destapador que se nos va a calentar el vino. ¿Querés venir?
- No, me voy a quedar en casa.
- Pero no seas pelotudo, querés. Vamos a tomar algo y después nos vamos al boliche a bailar.
- Esta bien, si me lo pedís así, vamos. Tengo unas cervezas en casa.
- Buenísimo, vas a ver como te olvidas de todo hoy.
- Lo veo difícil, pero bueno. ¿Che, no te dijo a que hora vienen mañana?.
- No, calculo que a la mañana. Dale, vamos.
Esa noche por fin se divirtió, aunque no se olvido de las pupilas inmaduras que lo invitaban a jugar en su cabeza. La borrachera alegre lo distrajo gran parte de la noche, en la que desapareció su intranquilidad y se despertó, nuevamente, el deseo de jugar con fuego.

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