El presente blog que viene abajo no tiene nada que no haya en otros blogs literarios, simplemente retomo eso que le dio de comer a tantos otros escritores fracasados, hablar de las mujeres que no consiguen o de las otras, las que se fueron. Como capitán, que huye, en franca retirada de las relaciones, me permito contar secretos de diván, escabrosos relatos de cama y de hoteles para que sucumban de pavor esas otras desconocidas que supieron ser garabato de mi muñeca, bueno, no son todas las que yo hubiera querido así que voy evitar nombrarlas para que no quede en evidencia mi falla. Pero no sólo de mujeres vivimos, así que también hay otros temas y otros formatos, tenemos cortometrajes, tenemos novelas, tenemos cuentos, bueno, cuentos no, chinos tampoco, pero hay intersecciones y cartas, fotografías re contra artísticas y otras en la que sólo aparece mi cara. Bueno, el resto del blog es mejor que el prólogo, no lo prometo pero créame.

15 de marzo de 2007

Capítulo 9

Jorgito volvió de lo de Juan Pablo a su departamento, alquilado por él y sus amigos, no está de muy buen humor y maldice a nadie aunque sabe a quien dirige los insultos. “No puede ser, che. Este tipo echarla así, a una mina que lo quiere. Lo que daría yo por estar en su lugar y tener a alguien que me quiera. No lo entiendo, a esta gente le gusta sufrir y soñar con imposibles. Tiene una novia y la deja, ¿por qué?, porque lo quiere y piensa en un futuro con él. Después, ¿qué pasa?, viene acá a divertirse y a liberarse. Se aburre unos días en soledad haciéndose el sufrido y cuando por fin se parrandea consigue otra que lo quiere y lo divierte, pero él no, claro, él quiere alguien mas seria. Y me dice, “mirá como la conocí”. ¿Quién lo entiende a este pibe?. Será muy amigo mío, pero me dan unas ganas terribles de pegarle unas piñas para que se le acomoden las ideas.”
- ¿Qué pasa jorgito? ¿Por qué no te dejas de joder y dejas dormir un poco, che? – Gritó José desde una pieza.
- Es el idiota de Juan que me pone loco me pone.
- ¿Qué te pasa con Juan?
- ¿Vistes que consiguió una mina anoche?
- Si y ¿qué?. Todo el mundo consigue una.
- Este si, ya sé. Pero el estúpido la dejo hoy cuando fue a visitarlo.
- ¿Y? ¿qué tiene de malo eso?
- ¿Cómo que tiene de malo?. No vistes como estuvo estos días, Débora le levantó el animo y este la echa. Es un mal agradecido, es.
- Jorgito. – Llamo Rodrigo desde la misma pieza.
- ¿Qué Rodri?
- ¿Por qué no te dejas de joder y te vas a putearlo a Juan, así de paso nos dejas de joder a nosotros?
- Si, ¿no ves que queremos dormir un poco?. Dejálo tranquilo a Juan y que se arregle solito los quilombos – Gritó el sueco.
- ¡Encima lo defienden, ustedes son todos iguales!.
- No lo defendemos jorgito, es más, en este momento no nos interesa lo que haga o deje de hacer Juan. Así que elegí, o te dejas de gritar y putear o te sacamos los tres ya mismo a patadas en el culo. ¿Entendiste bien clarito?. – Así lo amenazó José, mientras trataba de volver a dormirse.
- ¡Vengan!. ¿Quién es el primero que me va a sacar a patadas?. A ver, los espero.
- ¡Ya vas a ver! – Gritó uno desde la pieza
Los tres se fueron encima de jorgito que no alcanzó a esquivar a ninguno. Lo tiraron al piso y lo trituraron, un poco en chiste y otro poco en serio.
- Ahora si, andá y descargate por ahí. Si es posible con una mujer, que bastante falta te hace. – Le dijo José.
- Tarados, me pegaron fuerte, me duele la oreja. Van a ver, esto no va a quedar así. Voy a venir y me voy a vengar, uno por uno. Me van a rogar para que no les pegue más. Van a decir “perdón jorgito, tenías razón”, y yo no voy a parar y les voy a retorcer las orejas como me hicieron a mi. Y después...
- ¡Calláte jorgito por favor!. Loco, ¡andáte de una vez! – Gritó el sueco.
- Uh, bueno che. Me voy, nos vemos después.
Salió, sin que nadie lo despidiera amigablemente, y aunque se divirtió un rato con los chicos no podía olvidar su bronca. Caminaba y pensaba, pero no entendía como alguien puede rechazar a una persona que lo quiere.
Jorgito siempre estuvo solo, nunca pasó de una compañía nocturna, y él piensa que jamás en la vida nadie llegó a quererlo. De sus veinticuatro años no recuerda haber pasado un solo instante de felicidad con otra persona. Su familia nunca se preocupó por ver si estaba feliz. Sus padres solo se preocupan por llegar a fin de mes para hacer menos dolorosa su miseria. Existen para tratar de conseguir un futuro en sus hijos, sin detenerse a ver que pasaba en las cabezas de sus nacidos, creen que esto es darse un lujo que no se pueden dar. Jorgito y sus hermanos no les reprochan esto, tal vez porque nunca se dieron cuenta o porque nunca se pusieron a pensar.
El vacío que hay en él es puramente afectivo y recién ahora se está dando cuenta. Tarde, como casi todo lo es siempre, se empezó a sentir solo y a darse cuenta que no puede hacer nada para remediarlo. Pensó y concluyó que ya desperdició todas sus cartas altas, para jugar al juego del amor, y que ya ninguna mano es tan buena como para ganar el partido. Se atribuye este fracaso, cargando con todas las culpas, sintiéndose un perdedor.
Siguió caminando y pensó en Natalia, la chica que quiso en la secundaria y que nunca se animó a decirle una sola palabra, aunque en ese momento creía que ella lo quería. Tal vez, pensó, si su timidez no lo hubiera detenido, la hubiera llamado en algún recreo para luego llevarla a algún rincón alejado y decirle todo lo que sentía por ella. Un brote de tristeza recorrió su cara para recordar que está felizmente casada y con un hijo en su haber, y se consoló al pensar que no hubiera durado mucho tiempo con ese amor adolescente. Tal vez Pamela, la chica que trabajó con él en el mercado durante casi un año, lo mismo que lleva sin verla. Pensó en ella y dijo “Pame siempre me decía que yo era su carocito, aunque también me decía que soy el hermano que nunca tuvo”. Lo último no le sirvió de mucho consuelo, por eso trató de seguir pensando en chicas que le hubieran interesado y no encontró ninguna más. “Veinticuatro años y nada, ni un mísero roce con el amor”, se dijo.
Jorgito no es más jorgito, su cuerpo tomo el color oscuro del olvido mezclado con la tristeza. Ya no siguió caminando sin sentido, no siguió caminando ni pensando. Se quedó de pie mirando la nada, el infinito y el horizonte, mirando sin observar lo que tiene enfrente. Caminó sigilosamente, sin importar que lo vean, y por la sombra.


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