El presente blog que viene abajo no tiene nada que no haya en otros blogs literarios, simplemente retomo eso que le dio de comer a tantos otros escritores fracasados, hablar de las mujeres que no consiguen o de las otras, las que se fueron. Como capitán, que huye, en franca retirada de las relaciones, me permito contar secretos de diván, escabrosos relatos de cama y de hoteles para que sucumban de pavor esas otras desconocidas que supieron ser garabato de mi muñeca, bueno, no son todas las que yo hubiera querido así que voy evitar nombrarlas para que no quede en evidencia mi falla. Pero no sólo de mujeres vivimos, así que también hay otros temas y otros formatos, tenemos cortometrajes, tenemos novelas, tenemos cuentos, bueno, cuentos no, chinos tampoco, pero hay intersecciones y cartas, fotografías re contra artísticas y otras en la que sólo aparece mi cara. Bueno, el resto del blog es mejor que el prólogo, no lo prometo pero créame.

20 de abril de 2007

Capitulo 22

El tiempo es un elemento loco que lleva y trae a todos sin fijar el ritmo en que lo hace, una tarde puede ser lenta y aburrida para algunos y rápida y eufórica para otros. Todos lo viven en distintas velocidades, por eso no es posible medirlo en un reloj que lo organice. Está en cada uno que siempre se entera de lo viejo que se esta y sin nada que hacer. Es algo complejo sin nadie que lo explique, al menos de una forma clara. Muchos lo usan, al tiempo, para pensar y trabajar para mañana, poniéndose un tope como meta. Otros cuantos lo disfrutan hoy, sin pensar en otro día, y tal vez se equivoquen al recordar, pero es comprensible porque es lo único que les dice que se vivió. Las risas y las charlas son un tema cotidiano siempre en estado de amistad y su derivada rima. Los que disfrutan se sienten más cómodos con el calor, porque les permite usar excusas para descorchar cualquier embotellamiento y disfrutar con amigos el burbujeante sabor del alcohol nocturno. Sin importar el lema colocado de boca en boca y sin enterarse siquiera de ser caratulados de alcohólicos.
Juan Pablo y Rodrigo no quieren ser excepción en esto de sentir el tiempo que viven en el momento mismo en el que piensan, y actúan, hoy.
Hay una tibia luz que apenas los reconoce en la claridad nocturna, y ellos hablan y hablan solos. Sin saber que les llega compañía mucho más agradable.
- ¿Abrimos otra Juan? – Pregunto Rodrigo desde la heladera.
- Y, si tenés sed abrí nomás. ¿Cuántas van?
- A ver, mm., tres y con esta cuatro. Quedan dos o tres mas todavía. Dos, dos más
quedan. Si nos faltan vamos a buscar a casa, había un par mas y los chicos deben
haber comprado.
- ¿No vienen para acá los chicos?
- No tengo idea, deben andar por ahí. Capaz que después vienen.
- No sé que les pasa, andan medio ofendidos.
- Na, pavadas tuyas. Les duraba la resaca todavía.
- Entonces yo como tendría que estar con la noche que tuve ayer.
- Eso, ¿qué hiciste anoche? – Dijo incorporándose a la silla.
- ¡Qué sé yo!
La puerta chillo una vez mas, ese día fue lo único que se escucho en esa casa. Juan Pablo se levantó a abrir.
- Va, va. – Abrió y del otro lado se encontró con la sombra de lo que antes había sido jorgito. – ¿Qué haces jorgito? Pasá que estamos tomando unas cervezas con rodri.
- ¡Tienen cervezas! – Dijo y pasó volando por al lado de Juan Pablo y en dirección a la mesa.
- ¡Hola Jorgito!, que gusto saludarte y que me saludes.
- Salí rodri que quiero tomar. Che no tienen vino, vodka u otra cosa para mezclar, mirá que hoy no me reconoce ni mi vieja de la curda que me voy a agarrar.
- Eh, ¿pero que te paso que andas con tantas ganas de emborracharte? ¿andás con algún problema de mujeres?
- Y si rodri, que otro problema vamos a tener acá y de vacaciones. ¿Dónde carajo tenés un vaso?
- Tranquilo che, que te va a hacer mal al corazón. No tengo vasos y acá nadie toma del pico de la botella, ¿entendiste?
- Anda a cagar, ¡me voy entonces!. Y yo que venia a pedirte disculpas, ahora minga.
- No te enojes boludo, es un chiste. ¿Cómo no voy a tener vasos?. Busca en la alacena. Y ¿por qué te venís a disculpar? ¿qué me hiciste?
- ¿Acá en esta alacena?
- Sí, en esa. – Le dijo Rodrigo, preparándose para la disculpa y la historia de porque la pedía.
- Te estoy esperando, jorgito. – Le dijo Juan Pablo.
- ¿Qué estas esperando, Juan? – Pregunto jorgito desviando la mirada.
- A vos y también a tu disculpa.
- Ah, si, eso. Es por putearte hoy, aunque no personalmente, pero te putié. Estaba muy enojado por lo de Débora, por eso.
- Esta bien, estás perdonado. – Le dijo Juan Pablo conteniendo la risa que merecía semejante cuadro.
- Ahora, aprovechando que te pusiste colorado, ¿esa mina no estuvo con vos hoy a la tarde? – Preguntó Rodrigo.
- ¿Quién se pone colorado? Yo no, que me voy a poner colorado.
- No te hagas el gil y contestáme.
- ¡Dale jorgito! – Le dijo Juan Pablo esperando algo cómico.
- Bueno, bueno. Si estuve a la tarde con ella. ¿ Vos cómo sabes?
- No lo sabia hasta recién, se me ocurrió preguntar y como te pusiste nervioso me di cuenta que la había pegado.
- ¿ Y que pasó con Débora?
- Cosas, ¿qué va a pasar?
- No te hagas el misterioso che, y hablá de una vez.
- ¡Que te importa lo que hicimos o dejamos de hacer!
- Ah, estuvieron revolcándose por ahí, haciendo la inmundicia. Sucios. – Le dijo Rodrigo y se echaron a reír con Juan Pablo.
- Bueno, bueno, basta che. No me jodan.
- No, al contrario. ¿En que quedaron?
- En nada, no me quiere ver más.
- ¿Por qué? – Preguntó Juan Pablo.
- No sé, no tengo idea. La verdad que no entiendo nada, pero me parece que esta medio rayada esta mina.
- Seguramente, a mi se me quería instalar en casa hoy, así que imagináte. No te hagás drama que no te conviene para nada.
- Puede ser, igual yo no entiendo tanto de mujeres como ustedes.
- Ja, ja. – Rió Juan Pablo, mientras miraba a Rodrigo – Nadie entiende nada de mujeres jorgito, yo me peleé con una y ahora estoy buscando a otra que no se con que sorpresa me va a salir.
- Y a mí me dejaron hoy, así porque si, así que yo entiendo menos que vos de mujeres.
- Así que hoy tenemos un pedo melancólico – Dijo jorgito esbozando una sonrisa gigante.
- Sí un pedo de desentendidos. Traéte otra cerveza jorgito.
- ¿Quién quiere entender a las mujeres?. Si son un mal necesario y no están para entenderlas, están para quererlas y volverse loco por ellas.
- Dale que ya estas alegre, flojito, no te hagas el poeta y abrí la puerta. – Le dijo Rodrigo.¿Qué? ¿Golpearon? – Dijo Juan Pablo, y le brillaban sus ojos.


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